Susana Abaitua como Amaia en la película española "Un fantasma en la batalla" (Foto: Netflix)
Susana Abaitua como Amaia en la película española "Un fantasma en la batalla" (Foto: Netflix)

A veces una película logra meterse tan profundo bajo la piel que, cuando termina, uno se queda mirando los créditos sin saber muy bien qué hacer con todo lo que acaba de sentir. Eso puede que estés sintiendo con , el más reciente estreno español de Netflix que, aunque tiene el tono de un thriller político, en realidad es una historia sobre identidad, miedo y sacrificio. Ambientada en uno de los capítulos más oscuros del siglo XX en España, la cinta mira de frente al conflicto del País Vasco y a la violencia de ETA, pero lo hace desde una perspectiva de un personaje: Amaia Mateo Ginés.

La película dirigida por Koldo Serra, que en inglés se estrena como “She Walks in Darkness”, mezcla hechos históricos reales con ficción para construir un retrato humano de la lucha contra el terrorismo. Su escenario es la transición posterior al franquismo, un momento de confusión política en el que España trataba de recomponerse tras la dictadura de Francisco Franco. En ese contexto, el pueblo vasco buscaba recuperar su idioma, su autonomía y su memoria colectiva, mientras ETA recurría a la violencia en nombre de la independencia.

FINAL EXPLICADO DE “UN FANTASMA EN LA BATALLA”

La misión de Amaia

Uno de los elementos más potentes del guion es el viaje íntimo de Amaia, una agente de la Guardia Civil que acepta infiltrarse en ETA bajo una nueva identidad: Amaia López Elosegui. Su trabajo era meticuloso y letal; debía ganarse la confianza de los militantes y acercarse a las operaciones clandestinas sin levantar sospechas. Desde el inicio entendemos que su motivación no es solo profesional: sus padres habían muerto, no tenía familia cercana y veía en esa misión una forma de darle sentido a su vida.

Hay una escena clave en la que Amaia entrega sin saberlo una llave que termina siendo utilizada para facilitar el asesinato de Gregorio Ordóñez, un líder político real del Partido Popular. Ese error la marca profundamente, ya que, desde ese momento, su lucha deja de ser estratégica y pasa a ser emocional. Su culpa la empuja a reunir pruebas, interceptar mensajes y exponerse para intentar enmendar lo que no pudo evitar. Acá es donde su vida comienza a correr un riesgo tremendo.

Ariadna Gil y Susana Abaitua en la película española "Un fantasma en la batalla" (Foto: Netflix)
Ariadna Gil y Susana Abaitua en la película española "Un fantasma en la batalla" (Foto: Netflix)

El rescate de Ortega Lara

Uno de los puntos más tensos de “Un fantasma en la batalla” llega cuando Amaia logra filtrar información sobre el paradero del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, secuestrado por ETA durante casi dos años. Gracias a los fragmentos de una tarjeta SIM que ella recupera, el gobierno consigue rastrear llamadas y descubrir el escondite donde lo mantienen cautivo. Es una de las victorias más grandes de su infiltración, pero también el inicio del principio del fin: su presencia empieza a levantar sospechas.

El amor también está, pero el deber es más importante

La película se permite momentos de respiro cuando Amaia se reencuentra con su prometido. Esos lapsos breves de ternura son los que la humanizan y, al mismo tiempo, exponen su fragilidad. Cuando decide dejar la misión para vivir una vida normal, la realidad la golpea y muy duro: el asesinato de Miguel Ángel Blanco, otro hecho histórico, la devuelve a la guerra interior que creía haber abandonado.

Decidir volver a infiltrarse no es un acto heroico al estilo hollywoodense, sino un gesto humano de remordimiento. Amaia retoma el contacto con Begoña —la militante que la había introducido en la organización— y se muda a Francia para seguir los movimientos de la cúpula etarra. Desde allí, su trabajo ayuda a la Guardia Civil a localizar los arsenales ocultos y arrestar a líderes como Iñaki de Rentería. Pero cada paso que da, la acerca más a ser descubierta.

Una canción y una huida

En un mundo de sombras y lealtades cruzadas, nadie sale limpio. Cuando la banda sospecha la existencia de un traidor, la presión sobre Amaia se vuelve asfixiante. Su superior, el coronel Castro, le advierte que, si escucha la canción “Parole, Parole” en la radio, será la señal para huir. Esa pieza musical, tan irónica por su título, se convierte en una especie de campanada del destino.

El momento en que la canción suena y Amaia comprende que han descubierto su verdadera identidad es puro vértigo. Ella escapa corriendo, atravesando el bosque, mientras todo a su alrededor se derrumba. No hay música épica ni redención gloriosa; solo su respiración agitada mezclada con el sonido distante de los disparos.

Susana Abaitua como Amaia en la película española "Un fantasma en la batalla" (Foto: Netflix)
Susana Abaitua como Amaia en la película española "Un fantasma en la batalla" (Foto: Netflix)

¿Sobrevivió Amaia?

El final confirma que sí. Sobrevive. Pero esa supervivencia no es sinónimo de paz. La vemos en la carretera, mirando al horizonte, intentando convencerse de que su vida le pertenece otra vez. Sin embargo, la mirada vacía de la actriz deja claro que ninguna misión así termina de verdad. La guerra se le quedó adentro.

Lo más interesante es que no presenta a Amaia como una heroína tradicional. Ella simboliza a los agentes encubiertos que arriesgaron su identidad en operaciones contra ETA y que, por razones de seguridad, nunca fueron reconocidos públicamente. “Un fantasma en la batalla” les brinda una especie de homenaje y los convierte en parte de la historia emocional de un país que aún lidia con sus fantasmas.

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SOBRE EL AUTOR

Bachiller en Periodismo de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Con más de 10 de experiencia en medios de comunicación escritos, tanto en ediciones impresas como digitales. Actualmente redacto para el Núcleo de Audiencias del Grupo El Comercio.

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