
México enfrenta una alarmante realidad en cuanto a la preservación de sus glaciares. Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, advirtió que los tres glaciares que aún quedan en el territorio nacional –el Citlaltépetl, Iztaccíhuatl y Popocatépetl– corren el riesgo de desaparecer en los próximos cinco años. Esta predicción resalta una crisis ambiental que podría tener efectos devastadores para la región. Los glaciares no solo son un símbolo natural de nuestro país, sino que desempeñan un papel crucial en el ciclo del agua y el clima local.
A pesar de que la conservación de estos glaciares parece un desafío cada vez mayor, es fundamental entender las razones detrás de su desaparición. Según el experto, uno de los principales factores es la pérdida de masa glaciar debido al aumento de la temperatura global, una consecuencia directa del cambio climático. Los glaciares de México, que alguna vez fueron vastas fuentes de agua de fusión, están disminuyendo de manera alarmante, y el futuro de estos ecosistemas depende de la capacidad de adaptación a nuevas condiciones climáticas.

El impacto de la desaparición de estos glaciares va mucho más allá de una pérdida estética o natural. Como explicó Delgado Granados, el derretimiento de los glaciares afecta el suministro de agua a diversas regiones del país. Esta disminución de agua tiene implicaciones graves para el clima local, la agricultura y, por supuesto, el consumo humano. La disminución del agua de fusión de los glaciares significa que muchas comunidades en las cercanías de estos cuerpos de hielo podrían enfrentar severos problemas de escasez de agua, lo que complicaría la vida diaria para millones de mexicanos.
¿Cómo afectaría la desaparición de los glaciares?
La pérdida de los glaciares provocaría un impacto directo en las condiciones climáticas locales y la agricultura. El agua de fusión de los glaciares ha sido un recurso esencial para las actividades agrícolas en ciertas zonas del país. Sin este aporte, los cultivos dependientes del riego de agua proveniente de los glaciares podrían verse gravemente afectados, lo que incrementaría los costos de producción y la inseguridad alimentaria. Además, en muchas regiones, la agricultura es la principal fuente de empleo, por lo que una crisis hídrica podría generar un problema económico considerable.
El aumento de la temperatura global también tiene un impacto en la actividad volcánica. En el caso del Iztaccíhuatl, la interacción entre el calentamiento global y las estructuras volcánicas ha generado una situación que desafía la resistencia de este glaciar, que parece estar luchando por sobrevivir a pesar de las condiciones cada vez más extremas. El Popocatépetl, por otro lado, sufre una combinación de factores climáticos y geológicos, lo que acelera su desaparición. La actividad volcánica, junto con el aumento de la temperatura, son dos factores que interactúan para reducir la masa de hielo en la región.
El Citlaltépetl, o Pico de Orizaba, otro de los glaciares que se encuentra en riesgo, también ha mostrado signos alarmantes de deshielo. Aunque se encuentra por encima de la línea de equilibrio, lo que lo hace más resistente, las imágenes recientes han mostrado que la masa glaciar se está reduciendo de manera significativa. En los últimos cinco años, se ha perdido un 20% de su tamaño, lo que indica que, si no se toman medidas urgentes, el glaciar podría desaparecer en un futuro cercano.

El cambio climático no es un fenómeno global distante, sino una realidad palpable en México. Según Francisco Estrada Porrúa, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM, la anomalía en la temperatura en México ha superado el límite de 2.14 grados respecto al periodo preindustrial, lo que coloca al país en una situación más crítica que el promedio global. Esta anomalía significa que México ha experimentado un calentamiento mucho más rápido que otras naciones, lo que agrava los efectos del cambio climático sobre los glaciares y los ecosistemas del país.
Este acelerado calentamiento tiene, además, consecuencias económicas graves. Según Estrada Porrúa, los efectos del cambio climático ya se están reflejando en la economía nacional, especialmente en el corredor industrial, que es una de las zonas más productivas del país. La pérdida de los glaciares, junto con los impactos climáticos, podría generar costos adicionales para el país, afectando la estabilidad económica y social en diversas regiones. A medida que los recursos hídricos se vuelvan más escasos, la competencia por el agua aumentará, lo que podría generar conflictos sociales y económicos.











