En 2014, Elisabeth Anderson-Sierra fue diagnosticada con el síndrome de hiperlactación, produciendo alrededor de 200 onzas de leche materna, superando con creces la ración que hoy, por ejemplo, necesitaba su hijo Benjamin de 7 meses. En la actualidad, la mujer de Portland, Estados Unidos, ha batido un récord Guinness gracias a su extraña condición.
Rompiendo el Guinness
Sin embargo, la lactancia de nuestra protagonista ha sido todo menos fácil, pues pasa conectada a un extractor de leche en un promedio de 5 horas, tiempo en el cual extrae tanta que llena un refrigerador, además de otros dos en su garaje.
¿Qué hace con tanta cantidad? La dona a las madres que no pueden producir leche materna, llegando a obsequiar más de 54 mil onzas (un aproximado de 422 galones) para familias necesitadas y es aquí donde entran a tallar los récord Guinness.
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El reconocimiento le fue dado por donar la mayor cantidad de leche materna en el mundo (pese a que ella afirma produjo más de 700 galones), aunque en la actualidad piensa en someterse a una mastectomia para poner fin a la excesiva producción.
Una lactancia absorbente
Cuando presentó el aumento de producción de leche en 2014 le realizaron varias pruebas hasta que encontraron un cambio hormonal en su glándula pituitaria, la cual creció durante su embarazo, estimulando la creación excesiva.
El doctor le dijo que podría tomar bromocriptina para reducir el suministro, pero esto provocaría que no tenga lo suficiente para alimentar a Isabella, su hija mayor, por lo que optó por un seguimiento cercano pues en sus planes no estaba el no amamantar a su bebé.
En la semana 20, Elisabeth producía 30 onzas; fue en ese momento cuando comenzó a donar leche a una partera local, luego fue a un banco de leche en California, pero también lo dio a madres que se lo pedían por Facebook.
Con el tiempo, la mujer y su esposo adquirieron congeladores de tamaño industrial para depositar las bolsas de leche que serían donadas: “producir fue más incómodo que estar embarazada. Hubo mucho más tras el nacimiento de Isabella. Tenía que bombear antes de amamantar. Si trataba de hacerlo estando llena la habría ahogado. Estaba confinada en casa”, dijo al Daily Mail.
Pese a que este proceso la aisló del mundo, además de producirle estrés, asegura que nunca habría pensado que sus hijos Isabella, Sophia y Benjamin no fueran amamantados por ella. Sin embargo, ese periodo ya pasó y hoy piensa seriamente darlo por terminado.
Ya no quiere producir leche materna
En ese sentido, confiesa que la mastectmia doble sería su única opción, que no es otra cosa que un procedimiento donde se extrae todo el tejido mamario, pero eso será cuando Benjamin, su menor hijo, ya no lo necesite:
“A mis hijos aún les gusta beber mi leche en su avena. No padecen de enfermedades infantiles y virus en la escuela, creo que les ha ayudado con su sistema inmunológico”, sentenció.
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