Berlín. La muerte de un hombre tras una pelea en una fiesta popular en el este de Alemania desató lo que el Gobierno de la canciller Angela Merkel calificó de "intolerable incitación xenófoba", alimentada por la crispación ante ese crimen y una campaña de desinformación ultraderechista en las redes sociales.
La situación creada refleja una "nueva dimensión de la disposición a la violencia", acrecentada por la "difusión de mentiras" , explicó el ministro del Interior del "Land" (estado federado) de Sajonia, Roland Wöller, a raíz de lo ocurrido en Chemnitz este domingo, cuando unos 800 neonazis se lanzaron "a la caza del extranjero" por las calles de la ciudad.
El detonante de la convocatoria radical fue la muerte de un ciudadano alemán de 35 años -un carpintero de origen cubano, según informaciones del semanario "Der Spiegel- que en la mañana de ayer se vio inmerso en lo que fuentes policiales tildaron de "pelea verbal" en las fiestas de la ciudad.
En la disputa se vieron involucradas varias personas más, de diversas procedencias y nacionalidades, entre ellos un sirio y un iraquí, de 23 y 22 años respectivamente, detenidos como presuntos autores materiales de la muerte a cuchilladas del hombre y a los que se imputa homicidio.
Lo que siguió a continuación, según relató la portavoz policial, Sonja Penzel, fue una convocatoria a través de las redes sociales entre los hooligans y neonazis de la ciudad a concentrarse en un punto determinado para mostrar "a los extranjeros quién manda aquí".
Entre los 800 ultraderechistas concentrados había un grupo de unos 50 neonazis identificados por las fuerzas policiales como "violentos", indicó Penzel, quienes "comandaron" al resto, mientras se ignoraba las órdenes de dispersarse de las fuerzas policiales desplegadas por el centro de Chemnitz.
Se tiene constancia de tres agresiones o situaciones de acoso contra extranjeros -un afgano, un sirio y un búlgaro- en puntos distintos de la ciudad y en los tres casos contra personas que se encontraron de forma casual con los radicales.
Tanto la portavoz como el titular de Interior del "Land" apelaron a la colaboración ciudadana para localizar a los responsables de estas u otras posibles agresiones, al tiempo que pedían "moderación" y "prudencia" ante las nuevas convocatorias realizadas en relación a lo ocurrido.
La Policía local reforzó sus dispositivos ante dos concentraciones de signo distinto junto a la estatua de Karl Marx (símbolo de Chemnitz, que en tiempos de la Alemania comunista se llamó Karl-Marx Stadt), una en contra de la xenofobia y otra de signo neonazi, convocadas a través de las redes.
El portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, condenó por su parte cualquier tipo de "acoso" contra extranjeros y declaró que "en Alemania no hay espacio para tomarse la justicia por su mano, para grupos que quieren propagar el odio en las calles, para la intolerancia y para el extremismo".
"Lo que sabemos es que en Chemnitz una persona fue asesinada y eso es terrible", señaló el portavoz, al tiempo que subrayó que corresponde a la policía esclarecer lo ocurrido, como corresponde a un Estado de derecho cuando tiene lugar un delito.
El diputado de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) Markus Frohnmaier había llamado abiertamente a los ciudadanos el domingo a través de su cuenta de Twitter a tomarse la justicia por su mano.
Chemnitz, como el resto de Sajonia y el conjunto del este de Alemania, es zona de fuerte implantación para esa formación, que en las elecciones generales del año pasado se alzó en esa parte del país con un 22 %, casi diez puntos por encima de la media nacional (12,6 %).
En la capital del "Land" se originó, en 2014, el movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida), con fuerte vínculos con AfD, a pesar de no tener una estructura común.
Los disturbios de Chemnitz siguen al escándalo desatado la semana pasada, a raíz de una protesta convocada por Pegida en contra de la presencia ese día en Dresde de la canciller Merkel.
Un manifestante increpó y trató de impedir ser grabado por un equipo de la televisión pública ZDF, que acabó retenido durante 45 minutos por la policía, lo que causó una ola de indignación entre los medios de comunicación y la clase política por la presunta connivencia de esos agentes con el simpatizante de Pegida.
Posteriormente salió a relucir, además, que el manifestante trabaja en el departamento de Investigaciones de lo Criminal del "Land", lo que aumentó el estupor por lo ocurrido.
La propia Merkel salió en defensa de la libertad de prensa y recordó ahí que todo aquel que acude a una manifestación tiene que contar con que puede ser filmado.
Fuente: EFE