Redacción EC

París [AFP]. Desde que empezó la pandemia, se ha insistido mucho que en que “los ancianos son más frágiles frente el ”, una idea que las estadísticas han respaldado pero que, sin embargo, debe matizarse.

Un riesgo que aumenta con la edad

“El riesgo de que la enfermedad se agrave aumenta progresivamente con la edad, a partir de los 40 años aproximadamente”, subraya la Organización Mundial de la Salud (OMS), que establece que cualquier persona con “más de 60 años” entraría en el grupo de riesgo (junto con los enfermos de afecciones crónicas).

Los datos publicados desde la aparición de la epidemia muestran un “sobrerriesgo” significativo a partir de los 60 años. Según un estudio publicado el 31 de marzo en la revista The Lancet, la tasa de mortalidad de los pacientes chinos de entre 60 y 69 años sería del 4%, superior a la de 1,4% del conjunto de enfermos.

La tasa de los septuagenarios sería de 8,6% y la de las personas de 80 años o más, del 13,4%.

También la proporción de enfermos que requieren hospitalización aumenta con la edad: 4,3% para los que tienen entre 40 y 49 años; 11,8% para los sexagenarios y 18,4% para los octogenarios.

No solo la edad cuenta

Con todo, “la edad no puede limitarse únicamente al número de años”, subraya la Academia Nacional de Medicina de Francia, que apunta que esos “datos estadísticos incontestables” son, ante todo, un “reflejo” del estado de dependencia y de los problemas de salud, más frecuentes a medida que avanza la edad.

Por otro lado, las incógnitas en torno al COVID-19 complican la identificación precisa de las personas de riesgo.

“Sabemos hacer una evaluación estandarizada de la vulnerabilidad de un paciente mayor” a partir de las comorbilidades (enfermedad crónica o pulmonar, diabetes, obesidad...) pero también a partir de su estado psicológico, nutricional y cognitivo, señala a la AFP Olivier Guérin, presidente de la Sociedad Francesa de Geriatría y Gerontología (SFGG).

“Sin embargo, actualmente no tenemos suficientes datos como para decir, dentro de este síndrome de fragilidad, qué elementos” influyen más “en la alteración de la respuesta frente al virus”.

El confinamiento también comporta riesgos

El aislamiento, impuesto para minimizar el peligro vinculado al coronavirus, también entraña una serie de riesgos para los ancianos.

Varios médicos han alertado de que el confinamiento puede generar, en las personas muy vulnerables, un elevado grado de angustia psicológica que puede ser muy perjudicial.

En otros casos, el desafío radica en preservar su autonomía, pues el deterioro muscular causado por la falta de actividad física o por una mala alimentación puede aumentar la vulnerabilidad de los ancianos.

Además, por miedo a contagiarse, muchos enfermos dejan de consultar al médico, por lo que los servicios de urgencias están recibiendo a “ancianos con enfermedades crónicas más descompensadas de lo habitual”, como insuficiencias cardíacas, subraya Guérin.

“Hay que desconfinar también a esta población, en parte. Si no, morirán, pero de otra cosa”, insiste.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

¿Cuánto tiempo sobrevive el coronavirus en una superficie?

Aún no se sabe con exactitud cuánto tiempo sobrevive este nuevo virus en una superficie, pero parece comportarse como otros coronavirus.

Estudios indican que pueden subsistir desde unas pocas horas hasta varios días. El tiempo puede variar en función de las condiciones (tipo de superficie, la temperatura o la humedad del ambiente).

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