Redacción EC

Leche, miel y té. Durante 218 días fue lo único que consumió , probablemente el preso político más famoso de , desde que empezó una huelga de hambre en protesta por su condena.

El domingo 6, mientras líderes de todo el mundo llegaban a la ciudad de Sharm el-Sheij para participar de la 27 conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP27), Abdel Fatah decidió radicalizar su protesta.

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Desde ese día, el hombre de 40 años solo consume agua. Su familia ha expresado su preocupación luego de que las autoridades penitenciarias les indicaran que Abdel Fatah se encontraba “bajo tratamiento médico” sin brindar mayores detalles y, posteriormente, la Fiscalía emitiera un comunicado asegurando que “no necesita ser trasladado a un hospital” pues gozaba de “buena salud”.

Mona Seif, hermana del encarcelado, ha tildado de “mentira” la versión de la Fiscalía y asegura que las autoridades egipcias “dirán que no está en huelga de hambre, lo pondrán en pie en secreto para que no muera en sus manos y no dejarán que nadie lo vea”.

Pero, ¿quién es Alaa Abdel Fatah, por qué está preso y cómo su caso está provocando una creciente presión internacional sobre el gobierno egipcio?

Varias veces encarcelado

Nacido el 18 de noviembre de 1981 en El Cairo, Alaa Ahmed Seif Abdel Fatah creció de una familia llena de activistas políticos, entre ellos sus padres, quienes tuvieron un papel activo en las manifestaciones contra el expresidente Anwar Sadat y, en el 2005, contra el dictador Hosni Mubarak.

Abdel Fatah se formó como desarrollador de softwares y diseñó distintas plataformas y programas en árabe. Esta última década, sin embargo, su vida estuvo marcada por su activismo político y las consecuencias de sus participaciones en distintas movilizaciones.

Estuvo preso en los años 2006, 2011, 2013, 2015, 2019 y, finalmente, en el 2021. En la mayoría de los casos estaba acusado de organizar protestas antigubernamentales, incluidas las que se produjeron en la denominada Primavera Árabe del 2011 que derivaron en el derrocamiento de Mubarak.

La labor que realizó en este último evento, difundiendo información a través de redes sociales y plataformas independientes, lo convirtió en uno de los rostros más conocidos de la revolución.

La mayoría de veces que estuvo preso, Abdel Fattah estaba acusado de organizar manifestaciones antigubernamentales, incluidas las que se produjeron en la denominada Primavera Árabe del 2011 que derivaron en el derrocamiento de Mubarak.
La mayoría de veces que estuvo preso, Abdel Fattah estaba acusado de organizar manifestaciones antigubernamentales, incluidas las que se produjeron en la denominada Primavera Árabe del 2011 que derivaron en el derrocamiento de Mubarak.
/ KHALED DESOUKI

Acusado de desinformar

En diciembre del 2021, Abdel Fatah fue condenado a cinco años de cárcel por “difundir información falsa” en un juicio que Amnistía Internacional (AI) calificó de “extremadamente injusto”.

Según la organización defensora de derechos humanos, las razones por las que Abdel Fatah fue condenado son su activo rol político y su labor en la defensa de los derechos. Por ello, lo considera un preso de conciencia o perseguido político.

AI ha alertado que esta condición pondría en duda la información difundida por el gobierno egipcio sobre la condición de Abdel Fatah.

La secretaria general de AI, Agnes Callamard, ha advertido de que es posible que a Abdel Fatah solo le queden 72 horas de vida, y ha exigido también su liberación, .

Presión internacional

El caso de Abdel Fatah ha provocado una ola de protestas en medio de la COP27, un evento que Egipto esperaba le sirviera para mejorar su imagen internacional y revertir los cuestionamientos que hay sobre el tratamiento de derechos humanos en dicho país.

La nación africana ocupa el puesto 168 de 180 en la clasificación de libertad de prensa de 2022 elaborada por la ONG Reporteros Sin Fronteras.

El domingo último, cuando se inauguraba la cumbre, cientos de participantes vistieron prendas blancas que asemejaban a las utilizadas por los presos y gritaban “¡Liberen a todos!”, además de difundir por redes sociales diversas convocatorias a manifestarse en el país.

El lunes 7, además, tres periodistas egipcias anunciaron que entraban en huelga de hambre para mostrar su respaldo a la injusta situación de Abdel Fatah.

Una de las hermanas de Alaa Abdel Fattah, Mona Seif, participa en una vigilia a las puertas de Downing Street para exigir la liberación del activista.
Una de las hermanas de Alaa Abdel Fattah, Mona Seif, participa en una vigilia a las puertas de Downing Street para exigir la liberación del activista.

Pero los pronunciamientos no se han limitado al plano civil y mediático. El consejero de seguridad nacional del presidente estadounidense Joe Biden, Jake Sullivan, expresó la “profunda preocupación” de su gobierno por el caso y solicitó la liberación de Abdel Fatah.

El flamante primer ministro británico, Rishi Sunak, envió una carta a la familia de Abdel Fatah en los días previos al inicio de la COP27 en la que anunciaba su intención de negociar la liberación del activista con el gobierno egipcio. Se prevé que este viernes 11 Sunak se reúna con su par egipcio Abdelfatah El-Sisi para abordar el tema.

Sin embargo, en las últimas horas la familia del activista ha aumentado la presión asegurando que Abdel Fatah podría no sobrevivir al final de la cumbre debido a su situación y exigiendo que se aceleren las conversaciones para su liberación.

Otros presos políticos

Pese a que desde El Cairo aseguran que en el país no existen presos políticos, distintas organizaciones han documentado numerosos casos que parecen traer abajo la versión oficial.

Se estima que existen hasta 60 mil presos de conciencia en Egipto. AI, por su parte, detalla que desde que la nación norafricana reactivó su comisión de indultos presidenciales en abril de este año, 766 presos de conciencia han sido liberados pero al menos 1.540 continúan detenidos.

La comunidad internacional no puede seguir con su pasividad cuando Alaa corre peligro de ser torturado e incluso de morir. Esto sería una gran mancha para la reputación de la diplomacia y una muestra del coste de no poner los derechos humanos en el centro de la actividad diplomática”, advirtió Amnistía Internacional en un comunicado.