Aterrizajes de emergencia, acertadas decisiones en momentos de crisis...éstas y otras muchas acciones catapultaron a los pilotos a héroes del aire, pero hasta qué punto su imagen ha quedado dañada tras la supuesta decisión del copiloto de Germanwings de estrellar el avión contra los Alpes franceses.
Podría ser el argumento de una película de Hollywood: el 15 de enero de 2009 los motores de un Airbus dejaron de funcionar poco después de su despegue en Nueva York. La torre de control intenta desviar el avión, pero el piloto Chesley Sullenberger ve como única salvación aterrizar en el río Hudson. Cuando uno de los pasajeros le dio las gracias, él se limitó a sonreír y decir: "Ha sido un placer".
Así es como debería ser un piloto, indican los expertos. Un héroe del aire. "Los pilotos son vistos históricamente como héroes y personas absolutamente de confianza", opina el historiador berlinés Tilmann Siebeneichner, que investiga sobre historia cultural del espacio sideral.
"La aviación funciona de tal manera que la gente deja su vida en manos de los pilotos con la confianza de que les llevarán a su destino de manera segura y de que cuentan con técnica necesaria para ello", explica.
La denominación como "comandante" o "primer oficial" acompañada de los uniformes oscuros manda un mensaje claro: Aquí no hay cualquier persona prestando un servicio, sino hombres con una autoridad y responsabilidad especial.
Todo en su comportamiento debe transmitir seguridad y normalidad, incluido el típico discurso del piloto sobre la altitud y los datos del tiempo a los pasajeros. Todo forma parte del ritual de a bordo.
Películas y canciones evocan el "mito del piloto". Frank Sinatra cantaba en "Come Fly With Me" sobre el hombre independiente que cada día cruza el cielo y por la noche se sienta a la barra de un bar en Bombay.
El gran número de vuelos y compañías aéreas actuales le quita parte de su romanticismo, pero los pilotos seguían siendo personas con capacidad casi mágica para sortear tormentas y volar hacia el sol a través de las nubes.
Sin embargo, esta pasión por volar puede convertir a los pilotos en personas propensas a ocultar enfermedades, de acuerdo a la psicóloga laboral de Zúrich Gudela Grote.
"Muchos pilotos están absolutamente locos por volar y hacen todo lo que pueden para poder seguir volando", explica. Si el copiloto padecía una grave enfermedad, si hubiera salido a la luz "habría supuesto el final inmediato de una carrera que había conseguido con tanto esfuerzo". "Si él era por lo visto un piloto orgulloso, entonces este final habría sido probablemente el final del sueño de su vida", agrega.
Pero, ¿se ha destruido la imagen de "héroes del aire"?. El psicólogo laboral Dietrich Manzey no cree que esto sea del todo algo malo. "Los pilotos son personas de alto rendimiento pero no super hombres. También tienen crisis vitales. A veces tienen problemas con el alcohol o caen en depresiones", analiza. No obstante, descarta que esto suponga que no se pueda confiar más en los pilotos ya que este caso fue un hecho aislado.
De igual manera lo ve el psicólogo Mario Gollwitzer. "Creo que se debe entender que se trata de un caso, que a pesar de ser tan trágico, es un caso aislado que no debe extenderse a todos los pilotos", aclara.
"Por el momento existen pruebas de que el copiloto estaba de baja médica el día de la tragedia, algo que hace aflorar todo tipo de emociones: rabia, desilusión, compasión o indignación, pero no creo que esto acabe con la confianza en toda la profesión. ¿Cómo podríamos volvernos a subir en un avión?".
El comandante Sullenberger insistió siempre tras "el milagro de Hudson" en que era una persona completamente normal que sólo quiere hacer un trabajo decente. No se necesita tampoco nada más: "No hay que ser un héroe".
Fuente: DPA