El hombre que lleva 15 años sin saber quién es
El hombre que lleva 15 años sin saber quién es

Con un tubo en el cuello, sin poder hablar, ni caminar, ni comer, ni moverse. Así pasa sus días, desde junio de 1999, un hombre en el hospital Sharp Coronado, en California, Estados Unidos.

Un accidente automovilístico cruzando la frontera entre México Estados Unidos le produjo un daño cerebral que le quitó la memoria, la motricidad y la posibilidad de tener una vida normal. Pero sobre todo, le costó su identidad, puesto que el día del accidente no llevaba ningún documento.

Su corazón sigue latiendo, sin embargo los recuerdos se esfumaron de su mente y después de 15 años, nadie sabe absolutamente nada de él. Por ahora lo llaman 'José' y en el hospital lo identifican con el código ‘sixty-six garage’.

Sin embargo, a pesar de los daños en su cuerpo, y aunque pareciera que su existencia se convertiría en un eterno minuto de silencio y soledad, 'José' siempre ha estado acompañado. 

Paula Lemus, una mexicana que lleva 24 años viviendo en Estados Unidos, se transformó en un ángel guardián y en una esperanza para encontrar a su familia.

“En setiembre de 1999 estaba visitando a una persona en el hospital y las enfermeras comentaban sobre su historia. Pedí permiso para verlo y me conmovió tanto encontrarlo en la situación que estaba, en la cama, tan mal, que le pregunté al doctor si podía seguir visitándolo. Ese día lo tomé de la mano y le dije: yo nunca te voy a dejar, voy a estar contigo y voy a luchar junto a ti para encontrar a tu familia”, contó.

"JOSÉ YA ME RECONOCE"
Desde entonces Paula comenzó una búsqueda incansable. Fue ella quien lo bautizó como ‘José’. Cuando aparecieron las redes sociales publicó fotos en varios grupos de desaparecidos y ha hablado en diferentes medios de comunicación en Estados Unidos contando el caso, todo con la esperanza de darle un final feliz a este hombre. Después de 15 años sigue sacando tiempo entre sus actividades como profesora para ir a visitarlo dos o tres veces por semana.

“Él me reconoce, cuando llego se pone contento e inmediatamente sonríe, me mira con mucho cariño. Le hablo de Dios y le digo que no pierda la fe. Ya cuando tengo que irme y me despido, él levanta su cabeza y no para de mirarme hasta que me pierdo en la puerta”, dijo.

Los ojos se convirtieron en el principal medio de comunicación entre Paula y ‘José’. Para decir sí, él los cierra una vez y para decir no, lo hace dos veces. “Siempre le digo que lo quiero mucho y cuando le pregunto que si quiere que me vaya cierra los ojos dos veces y trata de tomarme de la mano”, comentó.

TRES FAMILIAS QUIEREN VER A JOSÉ
Actualmente hay tres familias provenientes de Honduras, Guatemala y Nicaragua que quieren ver a ‘José’. Todas se encuentran realizando los trámites para someterse a una prueba de ADN y así poder verificar si es ese ser querido que perdieron alguna vez en el paso fronterizo; un lugar frente a la muerte a cualquiera que se atreva a cruzarlo.

“Muchas personas han venido hasta San Diego para ver si el muchacho es su familiar. Mis amigos y los amigos de otros han compartido las fotos y han llegado a varios lugares y al interés de muchos. Todos los días recibo mensajes y llamadas pero hasta el momento ninguna prueba ha salido positiva”, relató Paula.

Según el doctor Gustavo Barrios, médico neurólogo del Hospital de Kennedy de Bogotá, “las posibilidades de recuperación de 'José' son básicamente nulas”, teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que lleva con las lesiones cerebrales.

“Los doctores dicen que es una condición que va a tener por siempre. Pero creo mucho en los milagros y ya ha pasado tanto tiempo que yo sé que Dios va a cubrir la vida de él y se va a poner bien”, agregó Paula.

José’ aún espera que ese deseo se cumpla mientras permanece en una cama, ansioso por la llegada de su anhelada visita. Ocasionalmente sale a un cuarto especial donde un grupo de voluntarios toca algunos instrumentos musicales. No tiene más alternativa que mirar, escuchar y disfrutar de las melodías. Sus ojos siguen reflejando la esperanza de volver a soñar y sentir de nuevo ese amor incondicional que aparece incluso antes de nacer: el amor hacia la familia.

Fuente: El Tiempo, Colombia / GDA

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