Milagros Asto Sánchez

Son las cuatro de la mañana en Kiev y la electricidad acaba de volver. Se irá de nuevo en dos horas, pero hay tiempo suficiente para cargar el celular y calentar algo de comida. Siempre en ese orden. Naun Flores siente que el teléfono es la extremidad más importante de su cuerpo cuando le permite oír –y con suerte ver– a su esposa y sus tres hijas.

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