Steven Lacchin, de 39 años, a la izquierda, se reúne por primera vez con Gerald Erebon, de 30 años, a la derecha, a quien las pruebas de ADN indican que es su medio hermano, y le muestra documentos relacionados con el misionero italiano. (Foto: Archivo/AP).
Steven Lacchin, de 39 años, a la izquierda, se reúne por primera vez con Gerald Erebon, de 30 años, a la derecha, a quien las pruebas de ADN indican que es su medio hermano, y le muestra documentos relacionados con el misionero italiano. (Foto: Archivo/AP).
/ Ben Curtis
Redacción EC

Kenia. Steven Lacchin se crió sin un padre, aunque sabía algunas cosas básicas de su progenitor. Sabía que se llamaba Mario Lacchin y que los había abandonado a él y a su madre.

Ya más grande, supo que su padre era un cura misionero italiano que en determinado momento tuvo que elegir entre la iglesia y su hijo, y optó por la iglesia.

Lo que no sabía es que a menos de 10 kilómetros (seis millas) otro hombre trataba de demostrar que Mario Lacchin era su padre también.

Estos dos individuos se conocieron gracias a un artículo de la agencia Associated Press publicado en la primera página del diario más importante de . Era obvio que se parecían, pero debían hacerse exámenes genéticos para estar seguros.

¿Eran realmente medio hermanos, hijos del mismo padre?

Estos dos individuos se conocieron gracias a un artículo de la Associated Press publicado en la primera página del diario más importante de Kenia. (Foto: Archivo/AP).
Estos dos individuos se conocieron gracias a un artículo de la Associated Press publicado en la primera página del diario más importante de Kenia. (Foto: Archivo/AP).
/ Ben Curtis

El Vaticano admitió este año que tenía un problema: Los curas que tuvieron hijos. Lo admitió en forma indirecta, al fijar pautas para lidiar con estos casos.

“No sé cuántos hijos de sacerdotes hay en el mundo, pero sé que los hay en todo el planeta”, dijo Anne-Marie Jarzac, directora de la organización francesa Enfants du Silence (Hijos del Silencio), que hace poco comenzó a negociar con obispos franceses acceso a los archivos de la iglesia para que estos hijos de curas puedan conocer sus identidades.

Igual que las víctimas de abusos sexuales de los curas que tropezaron con la indiferencia de la iglesia católica, muchos de estos hijos de sacerdotes han sido rechazados varias veces: Abandonados por sus padres, privados de su identidad e ignorados por la jerarquía eclesiástica cuando buscaron respuestas o ayuda.

Steven Lacchin, de 39 años. (Foto: AP/Archivo).
Steven Lacchin, de 39 años. (Foto: AP/Archivo).
/ Ben Curtis
Gerald Erebon, de 30 años. (Foto: AP/Archivo).
Gerald Erebon, de 30 años. (Foto: AP/Archivo).
/ Ben Curtis

Las circunstancias de Steven Lacchin no eran ningún secreto. Los miembros de la orden Consolata de Mario Lacchini lo sabían y lo presionaron para que eligiese entre la iglesia y su joven familia, según sus propias cartas.

Su madre, Madeleine, conserva las cartas que se escribieron por una década y detalles puntuales de todos sus esfuerzos ante la iglesia por conseguir manutención para su hijo, nacido el 21 de junio de 1980. (Steven Lacchin pidió que su madre fuese identificada solo por su nombre de pila).

Steven Lacchin, de 39 años, muestra documentos y fotografías de sí mismo cuando era un bebé cuando se encuentra por primera vez con Gerald Erebon. (Foto: AP/Archivo).
Steven Lacchin, de 39 años, muestra documentos y fotografías de sí mismo cuando era un bebé cuando se encuentra por primera vez con Gerald Erebon. (Foto: AP/Archivo).
/ Ben Curtis

Los dos se habían conocido dos años antes en Nanyuki, unos 200 kilómetros al norte de Nairobi, donde Madeleine enseñaba en una escuela de mujeres y Lacchin oficiaba misas. Madeleine le dijo al superior regional de la Consolata que ella acudió a Lacchin por “un problema espritual”, pero que luego se hicieron amigos y se enamoraron.

El 28 de julio de 1979, Mario Lacchin le mandó una tarjeta de cumpleaños a Madeleine escrita con su elegante letra cursiva, en la que le prometió pasar más tiempo con ella y su joven hija de una relación previa, Josephine, a pesar de los riesgos que esa relación conllevaba.

Mario Lacchin le enviaba cartas romanticas a la madre de Steven. (Foot: AP/Archivo).
Mario Lacchin le enviaba cartas romanticas a la madre de Steven. (Foot: AP/Archivo).
/ Ben Curtis

“Te quiero con todo mi corazón y mi cuerpo”, le dijo. “Eres la única que me da no solo satisfacción física, sino mucho más. Me cuentas y me enseñas lo lindo que es querer y estar juntos sin importar los sacrificios que debamos hacer”.

Al poco tiempo Madeleine quedó embarazada. Unos meses antes de que naciese Steven, Lacchin le escribió a la jerarquía eclesiástica de Roma acerca de las conversaciones que tuvo con sus superiores de la Consolata respecto a su situación.

“Tuve algunos problemas en Roma con mis superiores”, le escribió a Madeleine el 4 de marzo de 1980. “Mi impresión es que nadie me va a ayudar como yo quisiera”.

Hacia fines de 1981, cuando Steven Lacchin ya tenía un año, el sacerdote parecía decidido a terminar su “doble vida” y a dedicarse a su familia.

Familia de Steven junto a Gerald. (Foto: AP/Archivo).
Familia de Steven junto a Gerald. (Foto: AP/Archivo).
/ Brian Inganga

“Me armé de valor para hablarle a mi superior provincial de ti, de Steven, de mi disposición a dejar el sacerdocio”, le escribió. “Te quiero, y voy a pelear hasta que pueda estar contigo, con Steven y con Josephine para siempre”.

En la misma carta, no obstante, Lacchin le dijo a Madeleine que su superior no estaba para nada de acuerdo con su decisión. “Me dijo que quería salvar mi sacerdocio, y yo le dije que nunca podría continuar con esta vida sabiendo que tenía un hijo”, escribió el cura.

Steven Lacchin, de 39 años, a la izquierda, se reúne por primera vez con Gerald Erebon, de 30 años, a la derecha, a quien las pruebas de ADN indican que es su medio hermano, en Nairobi, Kenia. (Foto: AP/Archivo).
Steven Lacchin, de 39 años, a la izquierda, se reúne por primera vez con Gerald Erebon, de 30 años, a la derecha, a quien las pruebas de ADN indican que es su medio hermano, en Nairobi, Kenia. (Foto: AP/Archivo).
/ Ben Curtis

Al final de cuentas, Lacchin nunca dejó la Consolata. En los años que siguieron le hablaba a Madeleine de las “presiones” de la orden para que siguiese siendo cura, de sus sentimientos de culpa, y se disculpó por no haber cumplido con la promesa de “un futuro que nunca llegará”.

Si bien el Vaticano se resistía en esos años a permitir que un cura dejase su vocación, el número dos de la Consolata, reverendo James Lengarin, asegura que si el sacerdote hubiese pedido formalmente ser eximido de sus votos porque había tenido un hijo, hubiera aceptado la solicitud.

En 1985 Madeleine tenía muchas dificultades para mantener a su hijo. Estaba enferma y su familia, muy católica, le había dado la espalda por su relación con un cura.

Steven Lacchin, de 39 años, a la izquierda, y Gerald Erebon, de 30 años, en el centro, escuchan mientras el director del laboratorio, Anup Devani, a la derecha, lee los resultados de las pruebas de ADN que tomaron, lo que indica que son la mitad hermanos, en los Laboratorios GeneMetrics en Nairobi, Kenia. (Foto: AP/Archivo).
Steven Lacchin, de 39 años, a la izquierda, y Gerald Erebon, de 30 años, en el centro, escuchan mientras el director del laboratorio, Anup Devani, a la derecha, lee los resultados de las pruebas de ADN que tomaron, lo que indica que son la mitad hermanos, en los Laboratorios GeneMetrics en Nairobi, Kenia. (Foto: AP/Archivo).
/ Brian Inganga

Lacchin, por entonces sirviendo en Uganda, le dejó 1,7 millones de chelines ugandeses (unos 2.500 dólares) en la diócesis ugandesa de Tororo, pero en plena guerra civil, Madeleine no pudo acceder a ese dinero. Debido a la agitación, por otra parte, el dinero había perdido casi todo su valor.

Dos años después, Madeleine les escribió a los superiores de Lacchin pidiéndole ayuda económica y burocrática porque temía por el futuro de Steven. ¿Quién pagaría por su educación? Y el muchacho no podía sacar la ciudadanía keniana porque era hijo de un extranjero. En la partida de nacimiento de Steven, Mario Lacchin figura como su padre.

El superior regional de la Consolata de entonces, Mario Barbero, le respondió que tenía entendido que Lacchinle había dejado dinero para la crianza de Steven en Uganda.

Steven y Gerald son medios hermanos según la pruebas de ADN que se realizaron. (Foto: AP/Archivo).
Steven y Gerald son medios hermanos según la pruebas de ADN que se realizaron. (Foto: AP/Archivo).
/ Brian Inganga

“Me parece que Mario contribuyó en algo a cubrir los gastos de la crianza de Steven, aunque sé que el dinero no basta para cicatrizar las heridas psicológicas y las frustraciones que usted debe haber sufrido”, escribió Barbero.

Un año después, Madeleine le habló directamente a Lacchin.

“Al escribirte, me cuesta creer que tú, Mario, me hayas podido convertir en la pordiosera impotente que soy hoy”, le escribió el 5 de enero de 1988.

“Acepté tu decisión sobre mí, pero no puedo aceptar que te escondas detrás del sacerdocio para negarle ayuda al hijo que ayudaste a traer al mundo”, agregó.

 Una historia de Associated Press en la portada de un periódico en Nairobi reunió a los dos hombres de Kenia, uno que sabía que su padre era un sacerdote misionero italiano y el otro que quería pruebas de que era el hijo del mismo sacerdote. (Foto: AP/Archivo).
Una historia de Associated Press en la portada de un periódico en Nairobi reunió a los dos hombres de Kenia, uno que sabía que su padre era un sacerdote misionero italiano y el otro que quería pruebas de que era el hijo del mismo sacerdote. (Foto: AP/Archivo).
/ Brian Inganga

“No sé qué crees que él pensará de ti, de tu sacerdocio y de los otros curas cuando crezca y sepa cómo lo trataste”.

Fuente: AP

Contenido sugerido

Contenido GEC