El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, promulgó el lunes una controvertida ley que endurece la represión de la homosexualidad, corriendo el riesgo de irritar a su aliado estadounidense e ignorando críticas y presiones internacionales.
Las relaciones homosexuales ya eran castigadas con cadena perpetua en Uganda, pero con esta legislación, adoptada por aplastante mayoría el 20 de diciembre por el Parlamento, prohíbe toda propaganda de la homosexualidad y hace obligatoria la denuncia de cualquiera que se diga homosexual.
"El presidente Museveni firmó finalmente la ley antigay", indicó una portavoz de la Presidencia en Entebbe.
Los defensores de los derechos humanos y los gobiernos occidentales, en especial Estados Unidos, criticaron duramente esta ley.
El presidente norteamericano Barack Obama había calificado de paso atrás esta medida, cuya aprobación complicaría la relación entre Uganda y Estados Unidos, aliado de Kampala.
La consejera para la seguridad nacional de Obama, Susan Rice, estimó que este lunes era "un triste día para Uganda y el mundo".
Londres se interrogó sobre la conformidad de la ley con la Constitución de Uganda y sus obligaciones internacionales, estimando que iba a "perjudicar la reputación internacional" del país.
La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, recordó en los últimos días a Uganda "sus obligaciones vinculantes en materia de derechos humanos".
"Esta ley va a oficializar la discriminación y a estimular el acoso y la violencia contra los individuos a causa de su orientación sexual", reaccionó la Comisaria de la ONU para los derechos humanos, Navi Pillay.
La Haya, Copenhague y Oslo suspendieron el lunes algunas de las ayudas a Kampala.