Buenos Aires. El líder peronista Alberto Fernández asumirá el martes la presidencia de Argentina con la misión de enderezar el rumbo de una economía en crisis que lo obligará a hacer un delicado equilibrio para lidiar con amplias demandas sociales y de inversores.
Con la presencia de mandatarios y funcionarios de algunos de los principales socios de Argentina, se prevé que Fernández jure como presidente ante el Congreso a partir de las 11.00, hora local (hora local), y que luego tome juramento a sus ministros en la Casa Rosada.
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Enfrente, en la histórica Plaza de Mayo, una multitud aguardará con música y festejos las palabras del nuevo presidente.
“Gracias a todos y a todas por el apoyo y los mensajes de cariño. Empieza una nueva etapa y tenemos el desafío de poner a nuestra querida Argentina nuevamente de pie”, escribió este martes en su cuenta de Twitter.
Grandes retos
Con una inflación superior al 50% anual, una economía en recesión y una pobreza cercana al 40%, la renegociación de una deuda pública cercana a los 100.000 millones de dólares -que parece impagable en el corto plazo- será clave para el futuro de su Gobierno.
“El desafío de Fernández pasa por crear las condiciones de confianza en una maniobra rápida para que la economía se ponga en marcha nuevamente, y eso va a depender de lo que haga con la deuda”, señaló a Reuters el analista político Julio Burdman.
Como las discusiones con el Fondo Monetario Internacional (al que Argentina adeuda alrededor de 44.000 millones de dólares) son vitales, Fernández eligió para el Ministerio de Economía a un académico especializado en deuda, Martín Guzmán, un joven discípulo del Premio Nobel Joseph Stiglitz.
Muchos inversores se han mostrado inquietos por la probabilidad de que Fernández se vuelque hacia una mayor regulación de la economía, como aplicó su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, cuando gobernó el país entre 2007 y 2015.
Por otro lado, cualquier ajuste de la economía podría dificultarle mantener la cohesión de la heterogénea alianza de centroizquierda que lo llevó al poder, por lo que se espera un cambio respecto de las políticas de austeridad impulsadas por su predecesor neoliberal, Mauricio Macri.
Los fuertes sindicatos peronistas reclaman alzas salariales que permitan a los trabajadores recuperar el poder de compra que perdieron en los últimos años por la alta inflación, mientras que las organizaciones de desocupados piden un aumento de los subsidios para los más pobres.
Si la economía no vuelve a crecer, difícilmente Fernández podrá satisfacer todas las demandas.
Fuente: Reuters