En las últimas dos décadas, miles de norcoreanos han huido de su país, buscando refugio en Corea de Sur. ¿Por qué algunos de ellos están decidiendo regresar?
Kim Hyung-deok conoció a su esposa en la universidad más prestigiosa de Corea del Sur, tiene dos hijos y una carrera exitosa. Posee una casa en el campo a las afueras de la capital, Seúl, y tiene predilección por los trajes elegantes.
Hyung-deok nació en Corea del Norte, pero hace unos 20 años se escapó al Sur. Es uno de los cerca de 25.000 norcoreanos que han hecho lo mismo en las últimas décadas.
Es un viaje largo y peligroso, pero una vez los desertores llegan a Corea del Sur, tienen garantizada la ciudadanía de su nuevo país.
Aún así, un pequeño número, Hyung-deok entre ellos, tiene la intención de regresar a su patria.
SEPARACIONES FAMILIARES
"Puede parecer que he tenido éxito en Corea del Sur", dice Hyung-deok, "pero en realidad no ha sido así, porque mis padres y mis hermanos todavía están en el Norte y no he podido verlos.
"Es natural que intente encontrar vías para visitar Corea del Norte, de forma abierta y legal".
Hace pocos años, Hyung-deok viajó a la embajada de Corea del Norte en China para decirles que quería ir de vacaciones.
"En aquel momento, las relaciones entre las dos Coreas eran bastante buenas, y los surcoreanos podían visitar Corea del Norte", explica.
"Pero nadie que hubiera llegado desde el Norte lo había intentado, yo era el primero. Cuando supieron que era un desertor, se enfadaron mucho".
Hyung-deok relata que está planificando otro intento para entrar en Corea del Norte el año que viene.
Es ilegal para cualquier ciudadano surcoreano, incluyendo los desertores, tener contacto directo con el Norte: ni por teléfono, ni por correo electronico, ni por carta.
Los desertores que dejaron atrás a la familia a menudo exigen mejores relaciones entre los dos gobiernos, con la esperanza de volver a ver a sus parientes.
Cruzar el río
Dado que la frontera entre las dos Coreas está estrechamente vigilada, la mayor parte de los fugitivos del Norte se escapan a través del río que hace frontera con China.
Allí es donde llegó también Kim Gwang-ho hace 18 meses, pero para regresar a Corea del Norte.
Gwang-ho dejó Corea del Sur después de entrar en dificultades financieras. Su plan era cruzar el río a nado, pero lo acompañaban su esposa y su hijo y vio que la corriente era demasiado fuerte.
Así que, en lugar de eso, visitó el consulado de Corea del Norte. Necesitó una semana para convencerlos de que iba en serio.
Gwang-ho y su familia fueron trasladados a la capital norcoreana, Pyongyang, y exhibidos en una rueda de prensa organizada por el gobierno.
Dijo que quienes se escapan a Corea del Sur son "víctimas de los activistas de derechos humanos que conspiran contra el estado de Corea del Norte".
Las cifras que maneja el gobierno de Corea del Sur indican que 13 desertores han regresado al Norte desde que comenzaron a llegar al Sur hace 20 años, pero los activistas dicen que muchos más lo han hecho, de forma no oficial.
Hay interrogantes sobre el papel que juega el estado norcoreano. Además, los desertores en el Sur temen que aquellos que regresan al Norte difundan información sensible.
Historia desesperada
A Gwang-ho al principio, los años que había pasado en Corea del Sur le parecían un recuerdo lejano, una democracia capitalista envilecida y criticada. Pero unos meses después, decidió que quería volver.
Sin embargo, una vez lo hizo, fue llevado ante un juez surcoreano e interrogado sobre su errático comportamiento.
Su abogado mencionó problemas financieros en el Norte.
Otros informes sugieren que temía por su seguridad.
El tribunal lo mandó a prisión por tres años por "entrar en Corea del Norte y revelar información clasificada sobre otros desertores y sobre los métodos de investigación de Corea del Sur".
La BBC no recibió autorización para visitar a Gwang-ho.
En lugar de eso, le mandamos una carta y, en su respuesta, explicó que las conferencias de prensa organizadas por Corea del Norte para exhibir a los desertores que regresan son obligatorias. Esta es mi "historia real y desesperada", escribió.
Sin lugar en el Sur cuando dejan el Norte
Encontrar un lugar en la sociedad de Corea del Sur no es fácil para los desertores.
El desempleo entre ellos es tres veces más alto que la media nacional. Algunos estudios sugieren que más de la mitad padecen de depresión y que el 25-30% de los desertores jóvenes ha considerado la idea de dejar Corea del Sur porque sienten que no encajan.
Al igual que otros desertores, Son Jung-hun recibió un paquete de ayuda del gobierno al llegar a Corea del Sur, incluyendo un apartamento. Pero problemas de deuda han hecho que las autoridades le hayan quitado la nevera y la lavadora. Ahora, sus magras raciones de alimentos están almacenadas en un balcón sin calentar.
Jung-hun apeló al gobierno de Corea del Sur para tener permiso oficial para regresar a casa.
"Con el paso de los años me he dado cuenta de la indiferencia política hacia los desertores aquí en el Sur", lamenta.
"Hay días que me pregunto por qué elegí venir aquí. En cualquier lugar al que vaya un desertor norcoreano, se puede encontrar con problemas y discriminación".
Ratas como alimento
Pero por cada desertor que regresa a casa, muchos miles más no tienen ninguna intención de regresar, alegando que sufrieron duros castigos y represión en su patria.
Una desertora de Corea del Norte que conocí huyó a Seúl hace un año, después de ser puesta en libertad del campo de prisioneros norcoreano Número 12.
La detuvieron por cambiar moneda extranjera con un ciudadano japonés y la acusaron de espionaje.
La mujer cuenta que en el campo de prisioneros se veían grandes gusanos que habían crecido en los cadáveres caminando por ahí.
"La gente los buscaba, los cogía y se los guardaban en sus bolsillos para comérselos más tarde", dice.
"Otros capturaban ratas y se las comían crudas. Recuerdo sus bocas cubiertas de sangre. Vi tanta gente a la que mataron por haber violado alguna pequeña regla… sólo en mi grupo tres personas fueron ejecutadas en un mes".
Investigadores de la Organización de Naciones Unidas presentaron recientemente un informe en el que se habla de "pruebas abundantes de crímenes contra la humanidad" cometidos por el régimen norcoreano y dijeron que Corea del Norte debe responder ante la justicia internacional.
Corea del Norte por su parte niega las acusaciones de tortura hechas por los desertores así como la existencia de campos de prisioneros, y rechazó permitir a los investigadores de la ONU acceso a su país para recolectar pruebas.
Cuando el primer desertor de Corea del Norte llegó al Sur hace 20 años hubo grandes celebraciones y grandes expectativas.
Ambos gobiernos hablan sobre la necesidad de reunificarse, pero la lección que ofrecen los desertores de Corea del Sur es contundente: si es tan difícil integrar a 20.000 norcoreanos, ¿qué pasará cuando llegue el momento de absorber a 20 millones de ellos?