Bagdad [AFP]. El presidente de Irak, Barham Salih, nombró el sábado al exministro de Comunicaciones, Mohammed Tawfiq Allawi, como nuevo primer ministro, informó el propio nominado, el día en que vencía el plazo dado por el jefe de Estado al parlamento para desbloquear la parálisis política.
Allawi, de 65 años, comunicó la noticia mediante un video que colgó en Twitter, en el que informó que formaría un nuevo gobierno “de acuerdo con las demandas” de los opositores al régimen. Sin embargo, ningún anuncio oficial fue hecho hasta ahora por el presidente o las instituciones gubernamentales.
►Estados Unidos: sube a 50 el número de soldados heridos tras ataque de Irán a inicios de mes
►Un avión aterriza en mitad de una autopista de Irán sin causar víctimas | VIDEO
►Irak: varios cohetes impactan la embajada de EE.UU. en la Zona Verde de Bagdad
Su nombramiento ocurre dos meses después de la renuncia de su antecesor, Adel Abdel Mahdi, a inicios de diciembre bajo la presión de un movimiento de protesta inédito que inició el 1 de octubre y acusa a la clase política de incompetente y de corrupción.
Una parte de los manifestantes de la Plaza Tahir habían rechazado varios nombres sugeridos para primer ministro, incluido el de Allawi y el del actual jefe de inteligencia, Mustafa Kazemi.
“Después de ser nombrado (...) para formar un nuevo gobierno, me gustaría dirigirme a ustedes en primer lugar”, dijo, dirigiéndose a los manifestantes. “Les pido continuar las manifestaciones, pues si ustedes no están conmigo, estaré solo y no podré hacer nada”, indicó.
“Si los bloques políticos tratan de imponerme a sus candidatos, saldré a la calle, vendré a hablarles y rechazaré este nombramiento”, agregó. Según la Constitución, Allawi tiene un mes para formar su gabinete, que tendrá que ser aprobado por un voto de confianza en el Parlamento.
En Irak, los gobiernos son habitualmente formados tras un consenso entre rivales políticos, luego de duras negociaciones para distribuirse las carteras importantes.
Los ‘sadristas’ volvieron a las calles
Antes del nombramiento se recrudecía la presión en la calle, reavivada por el influyente líder chiita Moqtada Sadr. “¡Allawi es rechazado, Allawi es rechazado!”, gritaban algunos manifestantes, pero otros se congregaron para apoyarlo.
La capital, Bagdad, y el sur del país, de mayoría chiita, han vivido cuatro meses de protestas antigubernamentales para exigir elecciones, el nombramiento de un primer ministro independiente y llevar ante la justicia a los responsables de la corrupción y de la violencia contra los manifestantes.
Presionado por la calle y por los líderes religiosos chiitas, Abdel Mahdi se vio obligado a dimitir en diciembre después de un año en el poder. Pero los partidos no habían logrado ponerse de acuerdo sobre un sucesor, lo que hacía temer un recrudecimiento de las protestas y el aumento de las tensiones entre los dos principales aliados de Irak: Irán y Estados Unidos.
En un intento de restaurar un mínimo de estabilidad, el presidente iraquí conminó esta semana en una carta enviada al dividido parlamento a que nombrara a un primer ministro porque de lo contrario, lo haría él, como en efecto lo hizo.
El ultimátum llevó a los partidos a sentarse a negociar el sábado pero no hubo consenso claro. Irak estaba en una situación sin precedentes pues nunca había dimitido un primer ministro y la Constitución no prevé cómo actuar en ese caso.
El clérigo Sadr es una de las voces más influyentes de la política iraquí en los últimos años, que lideró la milicia antiestadounidense el 'ejército del Mehdi' después de la invasión.
En este momento, controla el mayor bloque del parlamento y varios ministerios. Apoyó las protestas cuando estallaron en octubre y sus seguidores fueron los mejor organizados de todos.
Hace una semana, dio un giro en su apoyo a las manifestaciones y sus fieles seguidores desmantelaron las carpas en los campamentos erigidos en el país. Pero el viernes parecían estar de vuelta y Sadr instó a sus seguidores a “renovar la revolución pacífica y reformista”.
El sábado, volvieron a salir a las calles, instalando nuevas carpas junto a manifestantes no alineados políticamente que ocuparon el terreno cuando se retiraron los ‘sadristas’.
Más de 480 personas -la mayoría manifestantes- han muerto desde el inicio de las protestas en octubre, por disparos o granadas lacrimógenas militares.
El máximo representante religioso del país, el ayatolá Ali Sistani, se había sumado el viernes a la presión para que el país acelerara la formación de un nuevo gobierno.