Estuvo diez días arrestado y, algunos de ellos, fue interrogado y amenazado en la Unidad Técnica Investigativa del Ministerio del Interior en Camagüey, lugar conocido porque allí “todo el mundo canta”. La detención del periodista cubano Henry Constantin fue una de las tantas que el régimen de Miguel Díaz-Canel ha ordenado para sancionar a cualquiera que estuviese ligeramente involucrado en las multitudinarias marchas en contra de la dictadura del 11 de julio.