Le llamaron "The Comeback Kid" ("El chico que reapareció") por su inesperado ascenso en las elecciones de 1992, y ahora Bill Clinton planea otro regreso a la Casa Blanca de la mano de su esposa, una gesta sin precedentes incluso para este animal político que no deja a nadie indiferente en Estados Unidos.
El ex presidente de 69 años es un ingrediente clave en la candidatura de Hillary Clinton, un factor indivisible que aporta ventajas según algunos e inconvenientes para otros, pero que vuelve a hacer realidad el lema con el que ambos se presentaron por primera vez a las elecciones hace 24 años: "Dos por el precio de uno".
El discurso que ofreció en la segunda jornada de la Convención Demócrata fue, según sus asesores, uno de los más importantes de su vida, y en él trató de humanizar a su esposa y combatir la imagen de líder calculadora y cegada por la ambición que tanto puede perjudicarla en las elecciones de noviembre.
Bill Clinton relató aquel día "de la primavera de 1971" cuando conoció a "aquella chica sin maquillaje" en una clase de derechos civiles, y a la que no se atrevía a hablar, pero con quien desde entonces "no ha dejado de caminar y reír a su lado".
"Nadie puede hacer un mejor trabajo al hablar sobre las cosas que ha hecho Hillary, las luchas en las que se ha metido. No solo las que conocemos, sino también las silenciosas", dijo antes del discurso el jefe de campaña de Clinton, Robby Mook, a periodistas.
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Esa tarea no es nueva y suele corresponder al cónyuge del candidato presidencial, pero en el caso de Clinton lleva aparejada la curiosidad de tratarse del primer aspirante a "primer caballero" en la historia del país, y el peso que supone que ese pionero sea además un ex presidente.
La candidata demócrata adelantó que, si llega al poder en enero, planea "utilizar" a su esposo para "revitalizar la economía" centrándose en las áreas más deprimidas del país, dado que gobernó durante el periodo más largo de crecimiento económico en la historia de Estados Unidos (1993-2001).
Ese plan ha generado algunas críticas de quienes consideran que Bill Clinton eclipsaría el papel tradicional del Departamento del Tesoro en la economía, pero otros creen que el ex presidente es mucho más un activo que un lastre en la propuesta demócrata para la Casa Blanca.
"Creo que Bill Clinton proporciona un atractivo considerable a Hillary como candidata", dijo recientemente a Efe un profesor de gestión política en la Universidad de George Washington, Christopher Arterton.
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En 2012, Clinton se convirtió en un activo clave para la campaña de reelección de Barack Obama precisamente por su manejo de la economía y su tirón entre los trabajadores blancos de clase media.
La popularidad del ex presidente ha caído considerablemente desde entonces, y una encuesta de la cadena CNN en junio la situaba en el 51 %, frente al 66 % que ostentaba en 2014.
Ese índice es un reflejo de la relación de amor-odio que Estados Unidos tiene en general con los Clinton: algunos admiran su innegable talento político y recuerdan con nostalgia la década de 1990, mientras que otros los consideran elitistas y deshonestos, capaces de todo para hacer realidad sus ambiciones.
El único presidente demócrata en ser reelegido en la segunda mitad del siglo XX -y el único sometido a un juicio político en la historia de Estados Unidos- no ha dejado de influir en la vida política del país desde que dejó la Casa Blanca en 2001.
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Sin embargo, su presidencia es más recordada por el escándalo sexual con la becaria Monica Lewinski que por el superávit presupuestario que logró o sus esfuerzos para lograr la paz en Oriente Medio e Irlanda del Norte.
Tras dejar la Casa Blanca, el ex mandatario creó la Fundación Clinton para enfrentar retos globales desde el sida hasta el desarrollo económico y la lucha contra la discriminación racial.
Las dos cirugías cardiovasculares a las que debió someterse, en 2004 y 2010, le impulsaron a cambiar su dieta y convertirse en vegano. Aunque asegura que le gustan "las verduras, frutas y legumbres" que come ahora, en Acción de Gracias come "un poco de pavo", según confesó en una entrevista en 2011.
William Jefferson Clinton llegó a la presidencia en 1993 como protagonista del auténtico "sueño americano", tras conseguir, con su esfuerzo, salir de un ambiente de pobreza y convertirse a los 32 años en el gobernador más joven de Estados Unidos.
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Nació en un lugar perdido del estado de Arkansas, llamado Hope (Esperanza), y nunca conoció a su padre, que murió antes de que él llegara al mundo. Creció con un padrastro alcohólico y violento, pero logró estudiar en las prestigiosas universidades de Oxford y Georgetown.
Bill Clinton se ganó el sobrenombre del "primer presidente negro" por sus orígenes pobres, su amor por el saxofón y su gusto por la comida rápida, cosas que hacían su vida parecida a la de un afroamericano.
Tras fracasar al principio de su presidencia en su intento de realizar grandes cambios sociales, como universalizar la sanidad o integrar a los homosexuales en las Fuerzas Armadas, se convirtió en un "moderado" que prefería "reformar a cambiar".
Más de dos décadas después de bautizarse como "Comeback Kid" con su sorprendente éxito en las primarias de Nuevo Hampshire, Clinton se ha convertido en un actor indispensable para garantizar que su esposa, la misma que se mantuvo a su lado pese al escándalo Lewinski, consiga su propia conquista tras años buscando el poder.
Fuente: EFE
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