Nueva York. No hubo videollamadas. Por primera vez en cuatro meses, no fue necesario que un trabajador médico ayudara a un paciente Covid-19 positivo a despedirse de sus seres queridos. Por dos días consecutivos, la ciudad de Nueva York no registró ni una sola muerte por coronavirus, según cifras reveladas por autoridades sanitarias. Desde el 13 de marzo, todos los días se anunciaban fallecimientos vinculados al virus respiratorio en la Gran Mazana.
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La calma después de la tormenta se percibe. Las ambulancias ya no circulan con la misma asiduidad. En lugar de sirenas, en los parques se escuchan las risas de los chicos que volvieron a adueñarse de los juegos. Después de haber sido foco del espanto, Nueva York respira y se posiciona como ejemplo de superación para el resto de los estados.
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En la configuración de los rostros de los neoyorquinos hay un nuevo componente: el tapabocas. Aún cuando el termómetro supera los 30 grados, por la calle se camina con barbijo. Los pequeños comercios de cercanía y las grandes tiendas ahora comparten vidriera: “Utilice tapabocas y mantenga el distanciamiento social de dos metros”. En los kioscos, en las farmacias y hasta en las tiendas de lujo. El elemento que sirve para limitar la propagación del virus pasó a ser un producto de primera necesidad que todos deben usar.
La ciudad quedó transformada. El virus la pasó por encima, y ahora atraviesa un proceso de renacimiento. El temor a un regreso a ese escenario desolador obliga a vecinos y autoridades a tomar los recaudos necesarios para evitar otra fuerte caída.
Cronología de una crisis
En Nueva York, la primera muerte por coronavirus fue la de una mujer de 82 años. En cuestión de horas, el gobernador Andrew Cuomo anunció la segunda víctima. Lo que siguió fue parte de una pesadilla que sacudió a Nueva York en una de las peores crisis sanitarias de su historia.
Semanas posteriores a la divulgación de los primeros datos, camiones frigoríficos inundaron las calles de la Gran Manzana. Un muerto cada seis minutos. El espacio en las morgues no fue suficiente para contener el caudal de cuerpos que día a día aumentaban el índice de mortalidad del virus. Trabajadores de la salud pública lloraron frente a las cámaras: no alcanzaba el equipamiento de protección personal (PPE, por sus siglas en inglés). Muchos hospitales colapsaron.
El pico llegó en abril. Un promedio de 800 muertes diarias. La ciudad se vació. Todo cerró. La vitalidad de ese destino turístico que supo ser objeto de deseo de miles quedó relegado a un recuerdo de mejores tiempos.
Desde el poder ejecutivo, nunca hubo una estrategia nítida sobre cómo se debía proceder. El Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) emitió una serie de lineamientos clave a tener en cuenta, pero el poder de decisión recayó sobre los gobernadores. Nueva York, en concordancia con otros estados que integran la zona noreste del país, apostaron por una de las cuarentenas más restrictivas y de mayor duración.
Las semanas pasaron y, poco a poco, Nueva York vio caer los índices de contagio, hospitalizaciones y fallecimientos. La tan temida curva se desplomó. También lo hicieron los empleos. “No voy a sacrificar vidas por una reapertura apresurada”, dijo en mayo Cuomo. Según los últimos datos oficiales, el desempleo superó la barrera del 18 por ciento, la peor cifra en más de cuarenta años.
Hoy, los desafíos son parte de una combinación de factores que concluyen en que la tan esperada reapertura y su consecuente reactivación económica no conduzca a nuevos brotes. A diario se realizan un promedio de 65 mil testeos: 1% de ese total vuelven como casos Covid-19 positivos. En el estado -que tiene una población de casi 20 millones de personas- se registran una media de 5 muertes todos los días por el virus.
Con mucha cautela y limitaciones, la Gran Mazana avanza a cuentagotas. Todos los sitios que meses atrás supieron estar desbordados de locales y turistas, aún lucen casi vacíos. Pese a un intento de volver al pasado, todo parece indicar que hasta que no haya un tratamiento efectivo o una vacuna en masivas escalas contra el coronavirus, Nueva York estará sometida a un estado de conciencia alterado.
En el resto del país, el contraste es marcado. En ausencia de controles exhaustivos, las ciudades y estados que vieron sus tempranas reaperturas hoy registran récords de contagios. California, Texas, Arizona y Florida -nuevo foco de la pandemia-, conducen a un significativo aumento de los infectados a nivel nacional. Solo en las últimas 24 horas, casi 60 mil personas fueron testeadas Covid-19 positivo en Estados Unidos.
A nivel nacional, el total de personas infectadas superó la barrera de los 3.3 millones, según información revelada por la universidad John Hopkins . En este contexto, más de 135 mil personas murieron a causa de coronavirus.
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