La compra de Twitter fue digna de “Succession”. El lunes 4 de abril, Elon Musk declaró a regañadientes la compra del 9% de la red social, cifra que le aseguraba ser el mayor accionista. Empezaron las especulaciones: ¿qué busca el hombre más rico del mundo al comprar una plataforma que no es rentable y que, a comparación de la competencia, es pequeña? El jueves 14 tuiteó: “Hice una oferta”, y puso sobre la mesa US$54,20 por acción. Los analistas discutían sobre su posible papel en el directorio y se especulaba sobre el uso de la ‘pastilla envenenada’, leguleyada para evitar que Musk se apoderase fácilmente de la empresa.