Con las últimas nueve palabras de un apasionado discurso sobre la agresión de Rusia en Ucrania, el presidente Joe Biden creó una distracción preocupante, socavando su eficacia en un momento en que ha vuelto a Estados Unidos para ocuparse de estadounidenses inquietos que desaprueban fuertemente su desempeño en asuntos que son de gran importancia para ellos.
Su comentario fuera del discurso escrito de que el mandatario ruso Vladimir Putin “no puede permanecer en el poder” —una afirmación que sus asesores se vieron obligados a aclarar rápidamente_, opacó su mensaje en general de consolidar la coalición occidental que está enfrentando a Moscú.
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Marcó otro un momento frustrante para un gobierno que ha pasado apuros para recuperar el equilibrio —y el respaldo del electorado estadounidense— en medio de una pandemia en curso, creciente inflación y una crisis de política exterior cada vez más complicada que ha hecho surgir el fantasma de una guerra nuclear.
Aunque ha forjado un frente unido para castigar a Rusia con sanciones por la invasión de Ucrania, las encuestas muestran que los estadounidenses no se sienten mejor con su liderazgo en un momento en que continúa la sangrienta guerra. Mientras tanto, los demócratas están en riesgo de perder el control del Congreso en las elecciones de mitad de período en noviembre, lo que dejaría a Biden con oportunidades limitadas para hacer avanzar una agenda progresista interna que continúa estancada.
El presidente está a punto de asegurar la confirmación de la primera mujer negra, Ketanji Brown Jackson, en la Corte Suprema federal, pero no hay un rumbo claro hacia adelante para que él cumpla otras promesas de campaña en torno al derecho al voto, una reforma al sistema de justicia penal y el combate al cambio climático. Aunque las encuestas muestran que Jackson cuenta con extenso apoyo de la población, esto no ha ayudado a mejorar la posición de Biden entre los votantes cuando faltan menos de ocho meses para las elecciones de mitad de periodo, que los republicanos pretenden hacer ver como un referendo sobre el desempeño del presidente.
La Casa Blanca se ha visto obligada a dedicar gran parte de sus mensajes a la guerra en Rusia, pero Biden buscará colocar esta semana algunas de sus prioridades nacionales bajo los reflectores.
Tiene previsto presentar el lunes una nueva propuesta presupuestaria, la cual incluye un renovado enfoque en reducir el déficit federal y una propuesta para incrementar los impuestos al sector más acaudalado de la población.
De ser aprobada por el Congreso, lo cual está lejos de ser un hecho, las familias con activos superiores a 100 millones de dólares —una medida de su riqueza, no de sus ingresos_, tendrían que pagar un impuesto mínimo del 20% de sus ingresos.
Las ganancias adicionales podrían ayudar a mantener a raya el déficit y financiar algunas de las prioridades nacionales de Biden, incluyendo la expansión de programas de apoyo social. Hasta el momento, existen pocos o nulos indicios de respaldo republicano a la medida, e incluso algunos demócratas han mostrado poco entusiasmo ante la idea.
Los índices de popularidad del presidente no ayudan a su causa. Apenas un 34% de los estadounidenses creen que Biden está realizando un buen trabajo en materia económica, que suele ser el tema principal para los votantes en un año electoral, según un sondeo dado a conocer el jueves por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research.
Su controversial afirmación sobre Putin en su discurso en Varsovia tampoco ayudó. La Casa Blanca se apresuró a aclarar que Biden no estaba haciendo un llamado a un “cambio de régimen”, pero para el día siguiente quedó claro que su drástica declaración había causado algunos de los primeros resquebrajamientos en la unidad entre las naciones de la OTAN que acaban de reunirse en Bruselas para una cumbre de emergencia.
Algunos de los principales aliados que tiene Estados Unidos en Europa occidental, incluyendo Francia y Alemania, suelen ser más cautelosos que Washington sobre cómo confrontar a Rusia. Hasta la noche del sábado, Biden había calibrado sus palabras con sumo cuidado. El presidente francés Emanuel Macron dijo que las declaraciones de Biden podrían dificultar la resolución del conflicto.
”Yo no usaría esos términos, porque sigo hablando con el presidente Putin. Porque, ¿qué queremos hacer de manera colectiva?”, preguntó. “Queremos detener la guerra que Rusia lanzó en Ucrania sin ir a una guerra y sin que se agrave”.Biden ha gozado de un inusual respaldo bipartidista por su manejo de la crisis en Ucrania. Pero algunos republicanos que en general han apoyado su postura en torno a la crisis le recriminaron sus comentarios.
El senador James Risch, el republicano de mayor rango en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, declaró secamente el domingo en el programa “State of the Union” de CNN: “Por favor, señor presidente, no se salga del libreto”.
Por su parte, el senador republicano Rob Portman dijo al programa “Meet the Press”de NBC que el último comentario de Biden “le cae de perlas a los propagandistas rusos y a Vladimir Putin”.
El secretario de Estado, Antony Blinken, se vio obligado a seguir aclarando las palabras de Biden durante un viaje a Medio Oriente, donde su objetivo era enfocarse en afianzar las alianzas estadounidenses en un momento en que el gobierno pretende alcanzar un renovado acuerdo nuclear con Irán.
En una conferencia de prensa en Jerusalén, Blinken dijo que Biden quiso decir que “Putin no debe ser facultado para librar una guerra ni participar en agresiones contra Ucrania ni contra nadie más”.
Incluso cuando Biden pareció ir demasiado lejos para algunos aliados con su discurso, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy no pareció sentirse muy reconfortado por él. Acusó a las naciones de Occidente de carecer del valor necesario para confrontar a Rusia, y criticó “cómo se pasaban la responsabilidad sobre quién y cómo debería proveer aviones de combate” y otras armas al ejército ucraniano.
El discurso en Varsovia fue la tercera, y por mucho la de mayores consecuencias, de las ocasiones en su gira en las que los colaboradores de Biden tuvieron que intervenir para aclarar sus comentarios.
Durante una conferencia de prensa en Bruselas el jueves, dijo que Estados Unidos respondería “proporcionalmente” en caso de que Putin usara armas químicas en Ucrania. Al día siguiente, el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan dijo que el presidente quiso decir que “responderemos como corresponda”, y no que Washington usaría armas químicas.
Y luego, mientras hablaba con soldados de la 82da División Aerotransportada que fueron desplegados recientemente a Polonia, Biden pareció dejar entrever que irían a Ucrania. Al hablar sobre el valor de los ucranianos, el presidente declaró: “Miren cómo están respondiendo. Y ustedes lo verán cuando estén allí”.
Posteriormente, la Casa Blanca reiteró que Biden no tiene intención de desplegar tropas en Ucrania, algo en lo que el mismo mandatario ha insistido desde que comenzó el conflicto.
Mientras estaba en campaña hace dos años, Biden les dijo repetidamente a los votantes que “las palabras de un presidente sí importan”, y prometió que su experiencia en política exterior sería de beneficio para el país en el escenario internacional.
No hay duda que Biden ha sido capaz de mantener una inusual unidad entre los aliados durante este guerra. Pero al hablar con más pasión que cautela —en particular durante su discurso en Varsovia_, el mandatario también les recordó a los estadounidenses acerca de su propensión a efectuar declaraciones inexactas en un momento complicado de su presidencia.
Apenas el 26% de los estadounidenses confían en que Biden sea capaz de manejar una crisis o a las fuerzas armadas, según el sondeo de la semana pasada de AP-NORC. También ha habido una respuesta mixta con respecto a la postura de Biden en torno a Rusia. Aunque los estadounidenses se muestran renuentes a que el país se involucre en otra crisis extranjera, también han visto horrorizados como Putin continúa devastando ciudades ucranianas a pesar de una serie de estrictas sanciones.
Solamente el 36% declaró que la postura de Biden ha sido “más o menos la correcta”, mientras que 56% asegura que el mandatario no ha sido lo suficientemente duro con Rusia.
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