En las profundidades del campo en el este de Alemania existe una frontera invisible.
Las torres de un imponente castillo se asoman entre las copas de los árboles y un letrero en su puerta de entrada informa solemnemente al visitante que ha ingresado, en efecto, a un nuevo país.
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El “Königreich Deutschland” (Reino de Alemania) es un autoproclamado Estado independiente, con su propio rey.
Pedro I, como prefiere ser conocido, nos recibe en un salón lúgubre revestido de madera.
Ha pasado aproximadamente una década desde su coronación -hubo una ceremonia, con orbe y cetro- y la fundación de su llamado reino, que acuña su propia moneda, imprime sus propias cartas de identidad y tiene su propia bandera.
Es lo que se conoce en Alemania como "Reichsbürger" (ciudadano del Reich), una de las alrededor de 21.000 personas que las agencias de inteligencia del país definen como teóricos de la conspiración que no reconocen la legitimidad del Estado alemán de posguerra.
Saltaron a la fama esta semana, tras el arresto de 25 personas sospechosas de planificar un asalto al Parlamento alemán, el Reichstag, y llevar a cabo un violento derrocamiento del gobierno.
El rey Pedro dice que sus intenciones no son tan violentas.
Pero sí cree que el Estado alemán es "destructivo y enfermizo".
Sin “más remedio” que fundar su reino
"No tengo ningún interés en ser parte de este sistema fascista y satánico", asegura.
Nos acomodamos en otra habitación para conversar, en lujosos sillones bajo un candelabro resplandeciente.
No es un salón; estamos rodeados de luces y cámaras.
Es el estudio de televisión del rey Pedro, quien espera lanzar un canal de televisión. Allí me entero de que uno de sus súbditos grabará cada momento de nuestra interacción.
Según dice, sintió que no tenía más remedio que fundar su reino, después de haber intentado, sin éxito, postularse como alcalde y miembro del Parlamento alemán.
"Las personas corruptas, criminales o dispuestas a ser utilizadas prosperan en el sistema alemán y aquellos con un corazón honesto, que quieren cambiar el mundo para mejor, en aras del bien común, no tienen ninguna posibilidad".
Problemas con la justicia
Su verdadero nombre es Peter Fitzek, y sus actividades lo han llevado a frecuentes conflictos con la ley alemana.
Alemania no reconoce el reino ni sus documentos: Fitzek ha sido condenado varias veces por conducir sin licencia y administrar su propio programa de seguro médico.
También fue a prisión durante varios años por malversar el dinero de sus ciudadanos, pero la condena fue anulada más tarde.
El servicio de inteligencia regional, que lo ha estado observando a él y a su reino durante casi dos años, nos dijo que lo consideraban una amenaza.
Lo comparan con un culto que expone a las personas a teorías de conspiración e ideología extremista.
Tales teorías e ideologías han proliferado en Alemania en los últimos años, alimentadas por la pandemia. Y el covid-19 parece haber aumentado el apoyo y la membresía del reino.
Fitzek nos dice que tiene unos 5.000 ciudadanos. Está expandiendo el reino y comprando tierras en Alemania para establecer una serie de comunidades en las que esas personas puedan vivir.
Visitamos uno de esos puestos de avanzada a unos 240 km del castillo del rey.
Árboles centenarios rodean el sitio de otro antiguo castillo en el pueblo de Bärwalde, a una hora y media en coche al sur de Berlín.
Sin impuestos ni educación oficial
Alrededor de 30 personas viven en el sitio, ya sea en el edificio principal o en caravanas que se esparcen por el césped a lo largo del camino de entrada principal.
A pesar de la belleza del castillo, es un lugar sombrío.
Los edificios están siendo renovados y los terrenos se encuentran bajo un proceso de limpieza. Los troncos de los árboles todavía crecen a través del esqueleto de un viejo invernadero.
Pero la gente aquí está orgullosa de su hogar, que también consideran territorio del reino.
Los ciudadanos no pagan impuestos alemanes y no envían a sus hijos a la escuela, lo cual es ilegal en Alemania.
Están sujetos a su propia estructura legal -presidida, según me han dicho, por el rey Pedro- y, en última instancia, tienen la intención de tener su propio sistema de salud.
"El reino puede proporcionar todo lo que necesitas en la vida diaria. Alimentos y nutrición, seguridad social, todos estos sistemas están ahí", afirma Benjamin, quien se mudó recientemente con su joven familia y es responsable de relaciones públicas.
A pesar de todos sus planes para construir una comunidad verde sostenible, utilizando tecnologías modernas, los ciudadanos parecen tener poca fe en la medicina moderna.
Antivacunas
Benjamin me dijo que aquí nadie está vacunado contra el covid-19. Es una postura común de los "ciudadanos del Reich", muchos de los cuales participaron en las protestas contra las medidas para controlar la pandemia.
"Las personas que hoy piensan por sí mismas a menudo serán condenadas como teóricos de la conspiración", afirma Benjamin.
"Pero es un hecho que estas son a menudo las personas que se quedan despiertas por la noche pensando en problemas, no solo los suyos sino también los de la sociedad y la política".
Cuando salimos de la comuna y atravesamos el pueblo, un vecino estaba parado en su jardín delantero.
Cuando le pregunté qué pensaba de sus vecinos, frunció el ceño. Deberían pagar impuestos, dijo. Después de todo, todavía tienen acceso a los recursos de Alemania.
Pero lo que más le preocupaba, agregó, eran sus propios hijos. "¿Qué tipo de influencia tendrá este lote sobre ellos?"
Durante muchos años, los “ciudadanos del Reich” fueron una especie de broma nacional, pero ahora Alemania está aprendiendo a tomarlos en serio.