Muchos hijos tienen dificultades para comprender a sus padres, pero pocos como Mark Colvin.
Durante su infancia entre las décadas de 1950 y 1960, Colvin vivió viajando por el mundo debido al trabajo de su padre.
John Colvin era un dedicado diplomático británico que trabajaba largas horas, compartía pocos detalles sobre su labor y a veces directamente evadía cualquier contacto con su familia.
Sus dos hijos, Mark y Zoe, tenían un vínculo fuerte con él, pero también sabían que había muchas preguntas sin responder entorno a su figura.
En parte por eso bromeaban con que quizá su padre era un espía.
Años después, a mediados de los 70, descubrieron que él efectivamente trabajaba para el Servicio de Inteligencia Secreto Exterior británico, más conocido como MI6.
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—En tiempos de Guerra Fría—
En 1957, John Colvin fue designado a Malasia luego de haber estado en Noruega y Austria, donde su verdadera misión fue socavar el imperialismo soviético.
En Kuala Lumpur, Malasia, se le adjudicó el liderazgo de las tropas anti insurgencia.
"Un día fui con él a la selva para revisar una tropa de combatientes", cuenta Mark .
"Pensé que ese era parte del trabajo normal de un diplomático en los tiempos coloniales. No me di cuenta que esa era una parte esencial en su trabajo de inteligencia".
La vida familiar de los Colvin continuó en paralelo con el espionaje en la Guerra Fría.
Pero en un momento el estrés del trabajo terminó contribuyendo al quiebre del matrimonio. El divorcio entre Anne Manifold y John Colvin dejó a los hijos en la niebla sobre el trabajo de su padre.
Más adelante, durante la adolescencia de Mark, su padre pasó a ser cónsul general británico en Hanói, que entonces era la capital de Vietnam del Norte.
Se trataba de un puesto a miles de kilómetros de su familia, en medio de la campaña estadounidense de bombardeos masivos al país.
John Colvin volvió a casarse, fue designado embajador en Mongolia en 1947 y luego viajó a su último puesto en Estados Unidos.
"Tenía una muy buena relación con mi padre, pero a veces era muy distante", recuerda Mark.
"En general él no estaba en casa y tuvo un par de misiones que significaron estar muy lejos de la civilización".
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—Conocer la verdad—
Mark tenía veintitantos años y estaba trabajando como periodista en la cadena nacional australiana ABC cuando su madre le reveló por primera vez la verdad sobre su padre.
De pronto, detalles incongruentes sobre su padre empezaron a tener sentido. Por ejemplo, las advertencias a él y su hermana de que no viajaran a la Unión Soviética.
En medio de la atmósfera paranoica que se vivía en Australia en los años 70, a Mark le pareció mejor guardar el secreto para evitar quedar marcado como "el hijo del agente del MI6".
Luego de 5 años sin ver a su padre, Mark arregló una reunión con él en Nueva York.
Lo enfrentó y le preguntó acerca de su verdadero trabajo. Y su padre le reveló la verdad.
Lo que John Colvin le contó a su hijo en esa reunión familiar no podía ser divulgado.
Su puesto como asesor en la embajada británica en Washington era una falsa identidad. En verdad, él encabezaba la oficina local del MI6.
Colvin había llegado para sustituir a Kim Philby, un doble agente que se hizo famoso luego de desertar a la Unión Soviética.
En medio de este escándalo de contraespionaje que abarcó a otros dos dobles agentes dentro del sistema de inteligencia británico, el trabajo de Colvin era establecer enlaces entre las agencias secretas británicas ("Los Amigos") y la CIA ("Los Primos").
En 1980 se retiró del servicio secreto y aceptó un puesto de trabajo en la sede de Hong Kong de un banco estadounidense. Una vez allí, escribió sus memorias y varios libros sobre historia militar. Murió en 2003.
John Colvin viajó a Washington para sustituir a Kim Philby, un famoso doble agente británico y soviético.
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—Reconciliarse con el pasado—
Mark Colvin empezó a ahondar en la vida de su padre en la medida en que fue redactando su autobiografía Light and shadow ("Luz y sombra").
Fue escribiendo el libro que Colvin se dio cuenta que su vida y la de su padre estuvieron unidas por la Guerra Fría: mientras uno libraba la guerra como un agente secreto, el otro cubría los acontecimientos como corresponsal de asuntos extranjeros.
Y se dio cuenta que, así como conocía muy bien a su padre en ciertos aspectos, no sabía nada en otros.
"Era un padre ausente en determinados momentos y un padre muy cercano en otros", cuenta.
"La relación era muy buena pero no siempre podía estar para nosotros por razones que no podía explicar".
Al menos ahora sabe los por qué.
Fuente: BBC
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