En la pequeña aldea turística de Carry-le-Rouet, en el sureste de Francia, se espera este viernes a unos 200 repatriados de Wuhan, epicentro de la epidemia del nuevo coronavirus, pero su llegada suscita dudas y recelo entre sus habitantes. (EFE).
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Redacción EC

Carry-le-Rouet. [AFP]. “¿Por qué nosotros?”. En la pequeña aldea turística de Carry-le-Rouet, en el sureste de , se espera este viernes a unos 200 repatriados de Wuhan, epicentro de la epidemia del nuevo , pero su llegada suscita dudas y recelo entre sus habitantes, a dos días del inicio de unas fiestas locales.

En frente de un gran centro de vacaciones en el que estos franceses repatriados de pasarán 14 días confinados tras aterrizar este viernes en un aeropuerto cercano, varios gendarmes vigilan el portal de la entrada.

Según el alcalde de la localidad, Jean Montagnac, la ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, visitará previamente el centro ubicado en medio de un pinar de 3,5 hectáreas, únicamente accesible por una estrecha senda. Cuando lleguen los repatriados, el lugar quedará totalmente inaccesible para periodistas y curiosos.

A pocos kilómetros de ahí, en el centro de esta localidad de 5.800 habitantes, los comerciantes todavía no daban crédito el viernes por la mañana a la noticia anunciada la víspera.

Me sorprende mucho. ¿Por qué nosotros? Hay otros muchos lugares”, se preguntaba Frédéric Vernet, carnicero de la localidad.

Este cuadragenario no está “preocupado” por su salud y admite no haber tomado ninguna precaución en especial, puesto que no quiere “caer en la psicosis”.

Pero lo que le preocupa es “el negocio”. A partir del domingo, Carry-le-Rouet celebrará sus tradicionales “oursinades”, una fiesta popular organizada todos los domingos de febrero: durante un mes, la localidad se proclama capital de los erizos de mar (“oursins”, en francés), que son degustados sin moderación en su pequeño puerto.

Llamado a la calma

Me da miedo que esta noticia nos perjudique, no es para nada una buena publicidad”, afirma Vernet detrás de su mostrador, temiendo que gente mal informada anule la visita. En cuanto a los repatriados de Wuhan, siente “pena” por ellos, pero se congratula orgulloso del lugar donde permanecerán confinados: “Estarán bien instalados, es un bonito centro de vacaciones, es mejor que un gimnasio, es el paraíso”.

El hotel vecino del centro de vacaciones no registró hasta ahora ninguna anulación. Al contrario, acogerá cuatro clientes que debían hospedarse en un principio en la residencia utilizada para confinar a los repatriados.

“Veremos cómo evoluciona la situación, pero no hay que ceder al pánico”, afirma el gerente Julien Carraretto, a quien varios de sus allegados le contactaron para pedirle que fuera prudente.

Mientras no salgan del centro de confinamiento todo irá bien. Pero temo que 14 días sean demasiados y que no respeten las consignas”, asegura por su parte Elisabeth, una enfermera jubilada. “Un virus se propaga y muta. Está claro que estamos más expuestos que el resto de franceses”.

El delegado del gobierno en la región, Pierre Dartout, trató de tranquilizar el jueves a la población: los repatriados de Wuhan no podrán salir de “las instalaciones del centro” y contarán con los equipos necesarios para “protegerse y proteger a los demás”.

En Carry-le-Rouet, se celebrará una reunión de información el viernes por la tarde para todos los habitantes que deseen conocer más detalles del dispositivo.

El alcalde Jean Montagnac llamó a dejar a los repatriados tranquilos: “No son bestias salvajes que encerramos en un cercado, los habitantes no tendrán que ir a verlos”, dijo.

Por ahora, se detectaron unos 10.000 casos de infección de este nuevo virus en China continental y 213 pacientes murieron. Un centenar de enfermos han sido detectados en una veintena de otros países, de los cuales seis en Francia.

No se registró ningún fallecido fuera de China hasta el momento.

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