A más de año y medio de que la OMS declarara al COVID-19 como una pandemia, Europa atraviesa por la cuarta ola de contagios del virus. El Viejo Continente acaba de superar las 1,5 millones de muertes a causa del virus y el director regional de la OMS, Hans Kluge, ha advertido que podrían registrarse hasta 700 mil fallecimientos adicionales hasta marzo si es que las tendencias actuales de contagios y muertes continúan.
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Dicho escenario ha obligado a que muchos países europeos reactiven medidas restrictivas para frenar el avance del virus, esta vez enfocadas principalmente en quienes han decidido no aplicarse ninguna de las vacunas contra el COVID-19 disponibles.
Austria, por ejemplo, ordenó el confinamiento exclusivo para los 2 millones de ciudadanos mayores de 12 años que no han sino inoculados. En Alemania se discuten una serie de restricciones para ese mismo grupo.
El Gobierno de Francia ha ordenado que se vuelva a utilizar mascarillas en los salones de clases y que los mayores de 65 años se apliquen una tercera dosis -denominada de refuerzo- para poder adquirir su pase sanitario.
En los Países Bajos se han reducido los horarios de atención en comercios no esenciales, además de que se ha vuelto a prohibir la presencia de público en los estadios y eventos deportivos.
En naciones como Bélgica o Eslovaquia se han adoptado medidas similares; este último país registra además uno de sus momentos más preocupantes desde que se originó la pandemia pues su servicio sanitario está al borde del colapso.
Cabe resaltar que la reimposición de todas estas restricciones ha traído como consecuencia una serie de manifestaciones callejeras, en muchos casos violentas, en varias de las naciones mencionadas.
Manifestantes neerlandeses se han enfrentado con la policía en ciudades como La Haya o Rotterdam, miles de austríacos salieron a las calles de Viena y otros varios miles de croatas se movilizaron en Zagreb para rechazar la orden de que los trabajadores públicos deben estar vacunados.
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Italia es otro país en el que también se registraron manifestaciones, principalmente enfocadas en rechazar los nuevos requisitos para obtener el denominado pase verde, un certificado que permite ingresar a espacios públicos a quienes se hayan vacunado, superado el COVID-19 en los últimos seis meses o posean una prueba PCR negativa.
Esta fórmula de monitoreo es utilizada en la mayoría de países de Europa Occidental, y es también conocida como el certificado 3G. Una nueva tendencia en muchos de estos territorios es sustituir dicha certificación por la denominada 2G, que se limitará únicamente a quienes cuenten con la pauta de vacunación completa o hayan superado a la enfermedad.
De más está señalar que las nuevas restricciones han cambiado, una vez más, la vida de los ciudadanos. Por ello, El Comercio contactó a peruanos residentes en algunos de esos países para conocer la situación en el terreno.
“Hartos de la situación”
Eva es una peruana que vive en Bélgica desde el 2016. Actualmente reside en la ciudad de Amberes, 50 kilómetros al norte de la capital Bruselas y cerca de la frontera con los Países Bajos.
“Luego de haber levantado la medida de usar mascarillas en la zona flamenca (una de las tres regiones del país), esto no duró mucho. Debido a los incrementos de casos, se estableció nuevamente el uso de ellas en lugares cerrados. Actualmente se necesita un código QR que certifique estar vacunado para ingresar a restaurantes y otros espacios de entretenimiento con áreas cerradas”, narra Eva a El Comercio.
El hecho de que Amberes cuente con una alta tasa de ciudadanos vacunados -8 de cada 10 habitantes, incluido el 96% de mayores de 65 años- provocó que las medidas restrictivas cayeran como “un baldazo de agua fría” sobre la población, según el alcalde de la ciudad Bart de Wever.
“La gente está cansada de las medidas. Tengo a muchos conocidos que, incluso sin ser antivacunas, ya están hartos de la situación”, cuenta nuestra compatriota.
Según Eva, las escuelas se han convertido en las últimas semanas en uno de los focos de contagio del virus. “Los colegios fueron los principales focos de contagio. Si bien están funcionando con normalidad, varios se encuentran haciendo cuarentena debido al incremento de casos”, dice.
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Al ser consultada sobre cómo ha visto afectada su rutina diaria con las nuevas imposiciones, la peruana señala que “la incertidumbre es lo que más me afecta”.
“Es molesto volver al uso de mascarillas, pero no queda otra opción. Por otro lado, la cancelación de eventos sí incomoda. Hay ciertos espectáculos que solo son una vez al año, y se cancelarán nuevamente”, explica.
“Algunas municipalidades han cancelado sus eventos al aire libre. Se venía el corso de Sinterklaas, tradición navideña por San Nicolás de larga data en el país, pero no se dará tampoco este año. Se habla también de una próxima cancelación de los mercados de Navidad, pero aún nada es certero”, agrega.
AISLADOS DE NUEVO
Países Bajos es uno de los territorios donde más protestas contra las medidas sanitarias se han registrado. Esta semana, por ejemplo, hubo cuatro noches seguidas de violentas manifestaciones en Rotterdam que se saldaron con el arresto de 173 personas, incendios de automóviles y enfrentamientos con la policía.
Hace casi siete meses, Josué, economista peruano de 30 años, se mudó a dicha ciudad por motivos laborales. Antes de ello estudió durante un año en Francia, durante la época más dura de la pandemia.
“Desde inicios de noviembre, el gobierno tuvo que volver a poner nuevas medidas. Las más resaltantes fueron usar mascarillas en espacios cerrados, que desde julio solo eran obligatorias en transporte público; cafés, bares y restaurantes ahora solo abren hasta las 8 p.m., antes era hasta la medianoche; la exigencia del pase sanitario para entrar a la mayoría de lugares públicos, cuando antes solo era para eventos masivos”, explica a El Comercio.
“Adicionalmente, hay una recomendación general de trabajar desde casa, pero depende de cada empleador aplicarlo”, agrega.
Durante las manifestaciones en Rotterdam, según reportaron diversos medios internacionales, uno de los principales mensajes iba en contra de la modificación del pase sanitario, que pasaría del 3G al 2G, explicado líneas atrás.
“En Rotterdam lo que ha ocurrido es que la vida nocturna se ha apagado. No hay toques de queda, por lo que aún hay gente en las calles después de las 8 de la noche y el transporte público funciona normalmente, pero con menos frecuencias. Más gente trabaja desde casa, hay menos tráfico”, señala.
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Josué comenta, además, que en el país se atribuye el alza de contagios a los no vacunados. “No ha habido un ‘evento de supercontagio’ desde agosto, pero los casos positivos se han disparado marcando récords diarios. Principalmente es porque los menores de edad no están vacunados en su mayoría (no es obligatorio), pero pueden contraer el virus y transmitirlo. De hecho, la semana pasada la mayor parte de los casos positivos fue entre menores de 12 años. La gran mayoría de los hospitalizados son no vacunados o parcialmente vacunados”, afirma.
Se espera que el Gobierno Neerlandés ofrezca una conferencia de prensa para anunciar un nuevo paquete de restricciones para enfrentar al COVID-19.
La situación actual ha obligado a Josué a trabajar desde casa, algo que confiesa le ha afectado mucho. “Antes de las restricciones iba 4 veces a la semana a la oficina. Ahora 2 veces como máximo. Mucha gente -como yo- vive sola y el trabajo era un espacio de interacción social. El uso de mascarillas en espacios públicos cerrados ha sido algo chocante, porque los Países Bajos era uno de los pocos lugares donde ya casi no se usaban. Y muchos planes de noche se han cancelado, dado que todo cierra a las 8 p.m.″, detalla.
Efectos del relajamiento de medidas
La imposibilidad de asistir a la oficina es algo que también ha afectado a Suania Cereceda, una peruana de 30 años que trabaja en el área de márketing de una empresa de software.
Suania vive desde hace dos años en Países Bajos y, a diferencia de Josué, no se encuentra en una gran metrópolis sino en la pequeña ciudad de Almere, a 20 minutos de Ámsterdam.
“Lo que más me ha afectado a mí ha sido no ir a trabajar, gracias a Dios tengo un oficio que puedo realizar de manera remota pero uno siempre quiere ir a la oficina y estar con sus colegas. Yo acabo de arrancar en un nuevo trabajo a inicios de agosto y pude estar en la oficina un par de meses, pero muchos colegas arrancaron en noviembre o lo harán en diciembre y ya no los voy a conocer más allá de una videollamada. Creo que esa parte de relacionamiento en la oficina es lo que más me ha afectado. Depende mucho del estilo de vida de uno, en mi caso junto a mi pareja somos muy hogareños, pero a quienes tienen una vida social mucho más activa me parece que les ha afectado un poco más”, comenta Cereceda.
Al igual que Josué, Suania explica cómo los horarios de atención en los comercios se han visto reducidos y los eventos han vuelto a celebrarse sin público.
“Creo que lo más drástico hasta el momento ha sido que los negocios deben cerrar más temprano. Los supermercados solo están abiertos de 6 de la mañana a 8 de la noche. Todos los negocios no esenciales como peluquerías, casinos o restaurantes, deben cerrar a las 6 de la tarde. Otra cosa drástica es que reinstalaron el distanciamiento social en todos los espacios donde no se requiera el certificado COVID-19 y han vuelto las recomendaciones de que los empleados trabajen lo máximo posible desde casa. Otra restricción es que los estadios y cualquier evento deportivo no podrá tener espectadores, y se pueden recibir a máximo cuatro personas de visita en casa por día”, explica.
Para Cereceda, la causa del avance de esta nueva ola en el país se debe a que las medidas se relajaron demasiado.
“Ya no tenías esta regla de distanciamiento social, la mascarilla solo era obligatoria en el transporte público, ibas al supermercado o al restaurante y la gente estaba sin mascarilla. También se reabrieron las discotecas, festivales y eventos masivos. Creo que todo eso se acumuló. Ahora debes usar mascarillas para entrar a cualquier lugar cerrado”, señala.
Evitar el confinamiento
En medio de la formación del nuevo gobierno, Alemania está frente a la ola más violenta de COVID-19 desde que empezó la pandemia. Según el Instituto Robert Koch, el país acaba de superar los 110 mil fallecidos a causa del virus y en la región de Sajonia se registran más de 1.000 infecciones por 100 mil habitantes.
Junto a Sajonia, la región de Baviera se ha visto especialmente afectada por el virus. Esos son los dos estados, de los 16 que conforman al país, en los que las medidas sanitarias han sido especialmente fuertes. Sin embargo, las autoridades han alertado que los aumentos siguen en aumento en doce estados más.
“No han hecho un confinamiento como los que hubo a inicios de la pandemia porque no quieren repetir ese mismo sentimiento en la gente, pero han puesto reglas más estrictas. Han cerrado por 14 días las ferias de Navidad, también algunos restaurantes, ponen toque de queda de 10 de la noche a 6 de la mañana para quienes no están vacunados, en las casas solo puede haber dos personas no vacunadas”, explica a este Diario Macarena Jaramillo, peruana que desde hace 5 años vive en la ciudad de Düsseldorf, en el estado de Renania del Norte-Westfalia.
“La situación no ha variado mucho donde vivo. Los cambios han sido muy leves hasta ahora, no creo que nos vuelvan a poner en confinamiento. La mayoría está vacunada pero hay un porcentaje que no y ese es el problema, ese porcentaje alimenta al virus para que pueda mutar o seguir esparciéndose. Realmente todo el mundo estaba haciendo su vida normal. No se usaban mascarillas en las calles, solo cuando entras a una tienda o a un restaurante”, asegura la joven.
La aún canciller Ángela Merkel decretó la semana pasada que la vacunación será obligatoria para los trabajadores sanitarios, además del pedido de diferentes líderes políticos por endurecer las restricciones hacia quienes se hayan negado a inocularse.
Sobre el posible endurecimiento de las medidas en el futuro cercano, Jaramillo señala que las autoridades se han cuidado en evitar llegar a imponer un nuevo aislamiento social.
“El Gobierno ha dicho que no volverá a decretar el confinamiento. No han querido llegar al extremo de confinar a los vacunados. Pero si la situación se pone mucho más fea yo creo que sí podrían decretarlo para quienes no se hayan vacunado. Además, se ha dicho que desde el próximo año será obligatoria la vacuna. Esto ha entrado en debate porque uno debería poder elegir vacunarse o no, pero en estos momentos el Gobierno no sabe cómo manejar ese tema. Tienen vacunas de sobra y hay quienes no se la quieren poner”, señala.
Alemania es, en efecto, uno de los países más desarrollados con el porcentaje de vacunados más bajo en Europa. Apenas el 67,8% de su población cuenta con la pauta completa, según datos del Instituto Robert Koch.
Los no vacunados en Italia
Este jueves 25 el Gobierno Italiano anunció que desde el 6 de diciembre actividades como comer al interior de un restaurante, ir al cine o asistir a espectáculos deportivos serán exclusivas para quienes cuenten con la pauta completa de vacunación o hayan superado al COVID-19.
Un nuevo decreto, además, amplia la obligatoriedad de la inoculación a empleados de la policía, fuerzas armadas y escuelas. Antes de esta orden solo era obligatorio para el personal médico y empleados de hogares para ancianos.
Italia posee una alta tasa de vacunación, con el 87% habiendo recibido al menos la primera dosis, pero la llegada de turistas durante las fiestas de fin de año genera preocupaciones.
“No se ve a tantos turistas como antes, hasta ahora se había olvidado un poco el pase verde. Están estudiando si pedirán el certificado de vacuna a turistas de países como España, por ejemplo, donde puedes obtener un pase verde sin necesidad de haberte inoculado”, explica a El Comercio María Carrera, peruana de 54 años que vive desde hace 26 en Milán y trabaja en el sector sanitario.
“El pase verde antes duraba 12 meses, ahora se redujo a 9. Es obligatorio para ingresar a hoteles, actividades deportivas o servicios de transporte público. A partir del 6 de diciembre se introducirá el pase verde reforzado, para quienes reciban la tercera dosis. Desde el 22 de noviembre se vacuna con la tercera dosis a mayores de 40 años. En Milán la gente tenía mucha libertad, todos los sábados había manifestaciones contra las vacunas o los pases verdes, incluso se organizaban fiestas para contagiarse y al recuperar obtener el pase verde. Esta situación ha creado mucho malestar en la gente”, agrega.
El uso de mascarillas en exteriores, explica Carrera, depende de la zona en la que te encuentres. Italia utiliza un sistema de colores en los que el blanco representa a territorios con bajos niveles de contagio, mientras que el amarillo, anaranjado y rojo determinan niveles de riesgo.
“En regiones blancas no es obligatorio usar mascarilla si te encuentras en lugares abiertos, pero en las zonas amarillas, anaranjadas o rojas es obligatorio en todos lados”, detalla Carrera.
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