Mientras el mundo se encierra, Suecia sigue viviendo con normalidad. Los casi 5 mil casos confirmados de coronavirus y sus 239 muertos no hacen pestañear al gobierno ni a la agencia pública de salud. Los suecos viven sin cuarentena, sin restricciones al libre tránsito ni a las reuniones ni a básicamente nada.
“Sí, ha habido un aumento de casos, pero hasta ahora no es traumático. Por supuesto, estamos entrando en una fase de la epidemia en la que veremos muchos más casos en las próximas semanas, más personas en cuidados intensivos, pero eso es como en cualquier otro país”, responde de una manera muy sueca Anders Tegnell, el epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública de Suecia, y que está liderando el manejo de la crisis en el país escandinavo.
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A diferencia de los suecos, sus vecinos nórdicos, como Finlandia, Noruega y Dinamarca, sí han cerrado fronteras y han implementado restricciones, cerrando escuelas y negocios no esenciales. Suecia, sin embargo, prosigue con su rutina, más aún con la llegada de la primavera. Restaurantes y bares abiertos, escuelas y guarderías, además de gimnasios, tiendas de ropa y negocios. Solo las universidades han cerrado y se han prohibido, apenas desde el viernes pasado, que no haya reuniones sociales de más de 50 personas y se ha instado a las personas de más de 70 años que permanezcan en sus casas.
El pedido de distancia social es solo eso: un pedido. Las autoridades están apelando a la responsabilidad de los ciudadanos para evitar aglomeraciones. Por lo demás, Suecia parece ser un oasis en la cuarentena global que ha traído a nuestras vidas el COVID-19.
Sin embargo, no a todos les agrada la respuesta del gobierno. Unos 2 mil médicos, entre científicos y profesores, incluido el presidente de la Fundación Nóbel, Carl-Henrik Heldin, firmaron una cara pidiendo al Gobierno de Suecia que introduzca medidas de contención más estrictas. “No estamos probando lo suficiente, no estamos rastreando, no estamos aislando lo suficiente. Hemos liberado el virus”, dijo a “The Guardian” la profesora Cecilia Söderberg-Nauclér, investigadora de inmunología en el prestigioso Instituto Karolinska. “Nos están llevando a la catástrofe”.
Joacim Rocklöv, profesor de epidemiología y salud pública de la Universidad de Umea, en el noreste de Suecia, también considera que la estrategia del gobierno “no es prudente”. “Creo que deberíamos aprender de la experiencia de otros países, pero no hemos obtenido lecciones de lo que está sucediendo en Italia y España. Deberíamos ser más estrictos y asegurarnos de que esto no se convierta una catástrofe de salud pública”, expresó a BBC.
Economía y responsabilidad
El Gobierno de Suecia no ha cesado de repetir que las consecuencias económicas de un encierro pueden ser peores, a tono con lo que en un primer momento dijeron Donald Trump y Jair Bolsonaro en Brasil.
“La estrategia del gobierno sueco es inhibir la propagación del virus, proteger a los grupos vulnerables y no sobrecargar el sistema de salud, pero al mismo tiempo el gobierno quiere reducir las consecuencias económicas y proteger a nuestras industrias con diferentes paquetes de estímulo del Ministerio de Finanzas”, ha dicho Maja Fjaestad, viceministra de Salud.
La decisión es compleja: o arriesgas la salud de la población a corto plazo y apelas a la responsabilidad ciudadana, o arriesgas la economía. Suecia, uno de los países con menor índice de corrupción en el mundo y con sistemas de salud y educativos fuertes sostenidos por el Estado, ha preferido no sobrecargar la capacidad de respuesta de sus hospitales.
“Suecia ha optado principalmente por medidas voluntarias porque así es como estamos acostumbrados a trabajar”, agregó Tegnell. “Y tenemos una larga tradición de que funciona bastante bien”.
“Confío en que los médicos que trabajan con el gobierno saben lo que están haciendo, así que supongo que estamos bien preparados”, considera Robert Andersson, de 50 años, que trabaja en una empresa que provee tecnología en Södermalm, Estocolmo. “Esta ‘histeria’ que los medios están lanzando es mucho más peligrosa que el virus mismo”.
Los expertos en salud pública de los otros países escandinavos siguen con preocupación la situación del país vecino y no creen que logren contener con éxito el virus. "Suecia está teniendo una mayor propagación del coronavirus. No tienen esta amortiguación, por lo que me temo que no podrán manejar el pico de la epidemia”, aseguró al medio europeo “The Local” Allan Randrup Thomsen, profesor de virología en la Universidad de Copenhague.
Aún es pronto para saber si los suecos están en lo cierto y que el resto del mundo va hacia la dirección equivocada. O todo lo contrario.
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¿Qué es el coronavirus?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).
El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.
El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.
Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.
Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.
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