La princesa Amalia, heredera adolescente del trono holandés, tuvo que renunciar a una vida normal de estudiante en Ámsterdam y resignarse a vivir en el palacio real con sus padres, Guillermo y Máxima, en un nuevo indicio de hasta qué punto el crimen organizado representa una amenaza para la sociedad holandesa.
La reina Máxima dijo que su hija Amalia “no puede salir de casa” y que eso tiene “enormes consecuencias en su vida”.
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Visiblemente conmovida, Máxima, nacida en la Argentina, dijo al finalizar el jueves una visita a Suecia que la princesa, de 18 años, ya “no vive en Ámsterdam y prácticamente no puede salir”, y agregó que, de todos modos, Amalia continúa sus estudios.
Los comentarios de Máxima revelan la inquietud en la realeza y reflejan asimismo el temor que siente mucha gente en Holanda, y en Europa en general, ante la amenaza que representa el lucrativo tráfico de drogas.
La amenaza a la princesa “fue tomada muy en serio por las autoridades”, afirma Jelle van Buuren, profesor asistente especializado en seguridad en la Universidad de Leiden. “Hay rumores de que la amenaza vendría del crimen organizado”, aunque no se divulgó nada oficial, añadió el experto.
El Ministerio de Justicia local organizó la semana pasada un encuentro en el que delegados de seis naciones se comprometieron a cooperar en la lucha contra el crimen organizado. El encuentro fue dispuesto después de que cuatro individuos fueron detenidos en Holanda bajo sospecha de que planeaban secuestrar al ministro de justicia belga, Vincent Van Quickenborne.
El ministro se ha convertido en posible objetivo del crimen organizado por sus medidas de refuerzo en la lucha policial contra las mafias de la droga, que han protagonizado diversos incidentes violentos en el país en los últimos meses.
En Bélgica y Holanda se encuentran los puertos de Amberes y Rotterdam, respectivamente, dos centros de distribución de enormes cantidades de drogas en Europa.
Fiscales holandeses, por otro lado, añadieron esta semana el cargo de terrorismo a las acusaciones que pesan sobre un individuo sospechoso de haber asesinado al popular periodista Peter R. de Vries el año pasado.
Dicen que el sospechoso publicó en las redes sociales un espeluznante video de De Vries después de que lo baleara en una calle de Ámsterdam para causar un impacto más grande todavía.
Ese crimen, junto con el de un abogado en 2019, son relacionados por la Justicia con el narcotraficante Ridouan Taghi, con doble nacionalidad marroquí y neerlandesa, actualmente en prisión.
La princesa “es aparentemente el blanco de la ‘Mocro mafia’”, señaló a la agencia AFP Rick Evers, periodista especializado en la realeza. La “Mocro Maffia” son las organizaciones mafiosas marroquíes especializadas en el tráfico de droga a los Países Bajos y a Bélgica.
“Estamos hablando de una joven de 18 años que no puede llevar una vida de estudiante”, una “chica inocente”, se lamentó Evers. El periodista estuvo presente delante de la universidad de Ámsterdam en septiembre durante el primer día de clases de la princesa, matriculada en primer año de una licenciatura.
“Cuando llegó a la universidad vimos que había un gran aumento del número de agentes de seguridad, tanto visibles como invisibles, con armas pesadas escondidas en bolsas”, narró. Una situación “anormal” y “muy inusual”, observó Evers, puesto que aunque los miembros de la familia real siempre van acompañados de guardaespaldas, nunca son tantos.
La joven heredera ya fue el blanco de amenazas en redes sociales, pero esto tomó otra envergadura, apuntó Evers. “El crimen organizado es un problema importante en Países Bajos, que parece fuera de control”, señaló el periodista. Pero la familia real holandesa ciertamente no esperaba, según Evers, que Amalia formase parte algún día de los objetivos.
Según la ministra de Justicia holandesa, Dilan Yeşilgöz-Zegerius, el crimen organizado “está cruzando literal y figurativamente todas nuestras fronteras” y lamentó que en cuanto se refuerza el control en el puerto de Rotterdam, los delincuentes se trasladan a Amberes o Hamburgo (Alemania), o viceversa.
“Al hacerlo, amenazan e intimidan todo lo que nos les gusta para promover sus prácticas ilegales. No solo se ven afectados nuestros guardianes del Estado de derecho, como jueces, fiscales, policías, periodistas, alcaldes y ministros. Los empleados del puerto, las personas con experiencia financiera y los ciudadanos que viven en sus áreas residenciales también se enfrentan a la violencia y los asesinatos por error”, asegura Yeşilgöz-Zegerius.
“No tendrá una vida de estudiante”
Amalia estudia política, psicología, derecho y economía en la Universidad de Ámsterdam y planeaba instalarse en el campus y vivir con otras estudiantes en el corazón de la ciudad.
Pero tendrá que seguir viviendo con su familia en la vecina La Haya, según su madre. “No tendrá una vida de estudiante”, se lamentó Máxima.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, que se dice que también reforzó sus medidas de seguridad en medio de amenazas, dijo que lo de Amalia era una “terrible noticia”.
“No puedo decir nada sobre las amenazas y las medidas de seguridad”, expresó a periodistas en La Haya. “Puedo asegurarles que todos en el gobierno estamos al tanto y hacemos lo posible por garantizar su seguridad”.
El diario De Telegraaf informó el mes pasado que se habían reforzado las medidas de seguridad de Amalia y de Rutte por temor a que fuesen blanco de bandas delictivas. La policía y el servicio de inteligencia se negaron a comentar el informe.
Yeşilgöz-Zegerius dijo en un tuit que “se tomaron medidas de seguridad en torno a la princesa”, pero que no podía dar detalles sobre “amenazas concretas o medidas de seguridad específicas”.
“Es terrible que esto sea necesario. Sobre todo por la princesa heredera”, manifestó.
Agencias AP y AFP