Considerado como “el padre de la Turquía moderna”, muchos también lo recuerdan como uno de los impulsores de abusos contra algunas minorías en el extinto Imperio Otomano.
Pese a las opiniones encontradas, existe consenso en que Mustafa Kemal Atatürk fue una de las figuras más importantes del siglo XX.
- Osman Kavala, el mecenas convertido en la bestia negra del presidente de Turquía
- La accidentada y cambiante historia de Santa Sofía a lo largo de más de 15 siglos
- Turquía: primera plegaria musulmana en Santa Sofía, basílica reconvertida en mezquita | FOTOS
Fue el primer presidente de la República de Turquía y se mantuvo en el cargo durante 15 años con una alta popularidad, justo después de la caída del Imperio Otomano, cuya partición comenzó en 1918 como consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
Nacido en Salónica en 1881, cuando esta ciudad griega formaba parte del antiguo Estado gobernado por la dinastía osmanlí, Atatürk pertenecía a una generación de militares preocupados por el rumbo que tomaba el imperio.
El territorio del que fuera uno de los Estados más extensos de Europa se reducía cada vez más, al mismo tiempo que incrementaba el nacionalismo étnico y las tensiones entre los diferentes grupos religiosos.
“Algunos militares creían que una manera de detener la caída del Imperio Otomano, o revertirla, era occidentalizarse, modernizarse”, relata Yucel Yanikdag, profesor de historia de la Universidad de Richmond, EE.UU., y experto en Turquía y su antiguo imperio.
Aquel grupo de combatientes también apoyaba el secularismo.
“No es que no les gustara la religión o el islam, sino que pensaban que se interponía de alguna u otra manera, frenando el progreso social”, agrega el académico.
Por eso, Atatürk se propuso modernizar su país con una serie de reformas que cambiaron Turquía para siempre.
Uno de sus primeros pasos le permitió a los turcos ejercer la soberanía popular a través de una democracia representativa. Gracias a la revolución republicana que él lideró, la Gran Asamblea Nacional Turca proclamó el nacimiento de la República de Turquía el 29 de octubre de 1923.
El kemalismo y sus seis flechas
Las características básicas del nuevo país se basaron en las seis flechas del kemalismo -como se le llama a la ideología implementada por Atatürk, a veces denominada ataturkismo- que simbolizan el republicanismo, populismo, nacionalismo, secularismo, estatismo y reformismo.
Para la mayoría de los historiadores, uno de sus legados más importantes fue precisamente la secularización del país.
“El Otomano era un imperio multiétnico, multireligioso y él sabía que esa fue una de las causas de su desmembramiento”, dice Yanikdag.
La idea de Atatürk era convencer a todas esas etnias y grupos religiosos diferentes de que siguieran formando parte de la República Turca bajo el concepto de que había solamente una etnia en el sentido cívico de la palabra, refiriéndose a la “turkishness”: la calidad de ser turco.
Si bien esa fue una de sus reformas más simbólicas, Turquía también le debe a Atatürk la adopción del calendario gregoriano, la abolición del califato otomano en la enmienda constitucional de 1926 y la sustitución del alfabeto árabe por una versión modificada del abecedario latino, de acuerdo con la Ley sobre la adopción del alfabeto turco aprobada en 1928.
Asimismo el “fundador de la Turquía moderna” promulgó en 1926 un nuevo Código Civil que declaraba la igualdad de género en el país, excepto en el sufragio. Las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1934, todavía bajo su mandato, antes que otros países como Argentina, Colombia, México o Venezuela.
Venerado en Turquía
Atatürk también convirtió a Ankara, que en ese entonces era una pequeña ciudad con unos pocos miles de habitantes, en la nueva capital del país, sustituyendo a Estambul, con el fin de tener la capital en un punto geográfico más central.
Por esto y más, es un hombre venerado en su país.
“Recuerdo que cuando yo estaba en la escuela primaria comencé a escribir poemas sobre la gloria de Atatürk”, le cuenta a BBC Mundo el escritor turco Nedim Gürsel.
“En Turquía existe sin duda un culto a su personalidad. El legado kemalista es sumamente importante no solamente para Turquía, sino para todo el mundo musulmán, pero creo que en la actualidad también debemos criticarlo”, prosigue el autor de “La novela del conquistador”, que relata cómo Constantinopla cayó ante los turcos.
Para cambiar Turquía, Atatürk y su entorno pensaron que el autoritarismo era la mejor manera de implementar todas las reformas que “debían” hacerse.
“En un corto período de tiempo, se convirtió en un líder autoritario y básicamente acabó con todo vestigio de democracia. Hubo algunos esfuerzos para introducir una apariencia democrática en 1932, pero en general fue un líder autoritario”, explica Ali Yaycioglu, historiador del Imperio Otomano y la Turquía moderna de la Universidad de Stanford, EE.UU.
Un personaje que divide opiniones
Fuera de las fronteras turcas, la opinión sobre el hombre que transformó a la nación euroasiática está un poco más dividida.
Atatürk comandó el ejército turco durante la guerra greco-turca que se extendió de 1919 a 1922 en la que venció pese a contar con unas fuerzas debilitadas después de la Primera Guerra Mundial.
Durante la también llamada guerra del Asia Menor, los dos frentes cometieron atrocidades y deportaron a millones de personas.
“Atatürk echó al ejército griego fuera de Anatolia (ahora Turquía) y expulsó a una gran cantidad de griegos étnicos, algo que luego se institucionalizó y se denominó ‘el intercambio de poblaciones entre Grecia y Turquía’. Por eso, en Grecia, no tenía muy buena reputación, debido sobre todo a razones geopolíticas”.
Mediante este intercambio de población estipulado en el Tratado de Lausana de 1923, cerca de 1,5 millones de cristianos ortodoxos griegos -muchos de los cuales nunca habían vivido fuera de Turquía- fueron expulsados de este país y un número menor de musulmanes fue deportado de Grecia a territorio turco.
Mustafa Kemal también divide opiniones en Armenia, que para 2022 era un país sin soberanía.
El pueblo armenio reclamaba que algunas de sus regiones habían sido ocupadas por Turquía y otras por los soviéticos.
“No creo que los armenios culpen completamente a Atatürk, pero el Estado que él formó fue visto como un país que le daba continuidad a las atrocidades cometidas durante el genocidio armenio que tuvo lugar en la Primera Guerra Mundial”, le dice Yaycioglu a BBC Mundo.
“Esto es porque algunas personas creen que (los turcos) se beneficiaron del hecho de que cientos de miles, si no más de un millón de armenios fueron asesinados y ciertamente más de un millón deportados. Y porque muchos de los funcionarios cercanos a Atatürk fueron personas que participaron en el genocidio y lucharon en contra de los armenios después de la guerra”, agrega el historiador de la Universidad de Stanford.
La cuestión kurda
Dentro de la misma Turquía, también existe un grupo étnico que se sintió y todavía se siente oprimido por la ideología kemalista: el pueblo kurdo.
Luego del colapso del Imperio Otomano, el régimen republicano cambió la dinámica de la población kurda en Turquía.
La nueva ideología kemalista de crear una nación secular, bajo un idioma, una etnia y una cultura, resultó en la opresión de otros pueblos que tenían cabida en el antiguo imperio.
El pueblo armenio reclamaba que algunas de sus regiones habían sido ocupadas por Turquía y otras por los soviéticos.
“No creo que los armenios culpen completamente a Atatürk, pero el Estado que él formó fue visto como un país que le daba continuidad a las atrocidades cometidas durante el genocidio armenio que tuvo lugar en la Primera Guerra Mundial”, le dice Yaycioglu a BBC Mundo.
“Esto es porque algunas personas creen que (los turcos) se beneficiaron del hecho de que cientos de miles, si no más de un millón de armenios fueron asesinados y ciertamente más de un millón deportados. Y porque muchos de los funcionarios cercanos a Atatürk fueron personas que participaron en el genocidio y lucharon en contra de los armenios después de la guerra”, agrega el historiador de la Universidad de Stanford.
La cuestión kurda
Dentro de la misma Turquía, también existe un grupo étnico que se sintió y todavía se siente oprimido por la ideología kemalista: el pueblo kurdo.
Luego del colapso del Imperio Otomano, el régimen republicano cambió la dinámica de la población kurda en Turquía.
La nueva ideología kemalista de crear una nación secular, bajo un idioma, una etnia y una cultura, resultó en la opresión de otros pueblos que tenían cabida en el antiguo imperio.
Se trata de un episodio delicado para los nacionalistas de ese país, porque en esa época el venerado Atatürk aún era presidente de Turquía y su propia hija adoptiva Sabiha Gökçen -quien fue la primera mujer piloto en el país- participó en los ataques.
“La secularización fue un alivio para algunos, pero para otros significó la negación de la identidad de los kurdos y de los armenios, los griegos, los chechenos, los árabes, los circasianos, etc.”, insiste Yanikdag.
Un legado en riesgo
Para algunos expertos, parte del legado de Atatürk y de lo que se construyó después de la creación de la República de Turquía podría estar en riesgo, especialmente la secularización del país.
El pasado 10 de julio, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció la reconversión de Santa Sofía -que desde hace décadas ha sido uno de los sitios más icónicos de Estambul- en una mezquita.
La construcción fue primero una basílica, luego fue transformada en un templo musulmán bajo las órdenes del sultán Mehmed II en 1453, pero fue Atatürk quien le otorgaría el uso que se le dio durante las últimas décadas.
En 1935, el padre de la Turquía moderna ordenó que Santa Sofía se convirtiera en museo y prohibió que el complejo se utilizara como lugar de culto, de fe cristiana o musulmana, siguiendo su idea de seculizar el país.
Por eso, la decisión del actual mandatario turco preocupa.
“Erdogan siempre ha tenido cuidado en no atacar directamente a Atatürk, debido al culto de personalidad que existe hacia su persona en Turquía. Pero al mismo tiempo, desde hace algunos años, ha tratado de estropear las políticas y el legado que (Atatürk) dejó”, comenta el historiador Ali Yaycioglu.
Según él, la reconversión de Santa Sofía en una mezquita es un “paso simbólico y muy evidente” hacia esa dirección.
En los primeros años republicanos, varias iglesias que habían sido convertidas en mezquitas durante la era otomana fueron transformadas en museos. Aparte de la emblemática Santa Sofía de Estambul, lo mismo se hizo con la iglesia San Salvador de Cora en la misma ciudad y otra Santa Sofía en Trebisonda.
"En los últimos 10 años, el gobierno de Erdogan ha comenzado a convertir poco a poco todos estos lugares en mezquitas", sostiene Yaycioglu.
“Son jugadas que indican un avance general haciala reintroducción del islam en la vida pública y política de una manera que definitivamente socaba parte del legado de Mustafa Kemal Ataturk”.
Yaycioglu, como muchos otros expertos, opina que el enfoque de Erdogan forma parte de una política más amplia que incluye cierta nostalgia por el pasado otomano y un esfuerzo por restaurar una pequeña versión de aquel imperio, en el que el islamismo jugaba un papel más dominante, algo que va en en contra de lo que Atatürk quería para el futuro de su país.
___________________
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- “Patriotismo es cuidarse y cuidar a los demás”, dicen médicos peruanos que combaten el coronavirus en el mundo
- “Operación Warp Speed”: Trump apuesta todo a una vacuna contra el coronavirus, para EE.UU. primero
- El país donde siguen llamando esclavos a las personas negras
- ¿Se justifica la reputación de Catalina la Grande de hipócrita, reaccionaria, usurpadora y maníaca sexual?
- Justin Trudeau: el nuevo escándalo que tiene en crisis al primer ministro de Canadá y a su familia
- Julian Assange fue espiado como “en una película”, dice su abogado Baltasar Garzón | VIDEO