No saben en qué distrito de Barcelona vive ni bajo qué nombre.
Pero familiares de varias de las víctimas de la bomba al avión de Avianca están seguros de que en esa ciudad permanece oculto uno de los sicarios del extinto capo Pablo Escobar, que sabe la verdad sobre el atentado que cobró la vida de 107 personas ese 27 de noviembre de 1989.
Este miércoles se cumplen 30 años de la explosión del vuelo 203, y aunque el caso sigue judicialmente vivo, aún hay varias interrogantes sobre la presunta participación de agentes del Estado y de financiadores.
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“El Tiempo” habló con el pasajero número 108, quien nunca se subió al aparato; accedió a piezas inéditas del expediente y encontró elementos clave de un caso que –el 29 de marzo de 2009– fue elevado a la categoría de delito de lesa humanidad junto con otros 36 hechos delictivos ejecutados por sicarios de Escobar.
El proceso ya acumula 450 cuadernillos que fueron trasladados de la Fiscalía 8 de Medellín a la Unidad Especializada contra las Violaciones de los Derechos Humanos.
Allí informaron que en los últimos meses se han ordenado diligencias, inspecciones y hasta la solicitud de apoyo del FBI para afianzar hipótesis y descartar otras versiones sobre lo sucedido ese lunes, a las 7:14 de la mañana, hora en la que el avión estableció el último contacto con la torre de control, antes de estallar en pedazos.
Y aunque por estar cobijado con la reserva, nadie puede acceder al expediente, El Tiempo" estableció que hay un dato novedoso en este capítulo oscuro de la historia de terror que el país vivió. Hay al menos cuatro sicarios del cártel de Medellín que participaron en los actos terroristas ordenados por Escobar que siguen vivos y que tienen en su memoria y archivos piezas clave sobre el bombazo al HK1803.
Los sicarios
El hombre a quien familiares de las víctimas del atentado han intentado contactar en España es Carlos Mario Alzate Urquijo, alias ‘Arete’, uno de los asesinos más sanguinarios del cártel de Medellín, quien hoy tiene 57 años y más de 300 muertos encima.
“Me autoincrimino y asumo la responsabilidad por el atentado al avión de Avianca, (…) era contra el presidente César Gaviria, de quien el cártel de Medellín tenía conocimiento de que viajaría en ese vuelo”, le dijo Alzate a la Fiscalía tras someterse a la justicia, en febrero de 1993.
Ocho años después, cuando iba saliendo de la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, por pena cumplida, recibió varios disparos y literalmente desapareció.
Pero se sabe que obtuvo otra identidad y que se radicó en España. De hecho, hace un par de años alcanzó a contactar a miembros de la Fiscalía para hablar de los atentados que ejecutó por orden de su patrón, al que lo unía un fino lazo sanguíneo: el sicario era sobrino político de Roberto Escobar, el ‘Osito’, hermano del capo.
“Fuentes oficiales nos dijeron que Alzate hizo saber que estaba dispuesto a hablar. Pero nunca accedió a cumplir los procedimientos legales y logísticos de la Fiscalía y, después de un tiempo, cortó el único canal de comunicación que había para ubicarlo: un correo electrónico”, le aseguró a “El Tiempo” un familiar de una de las víctimas.
La Fiscalía no se pronunció sobre el tema, pero señaló: “Gracias al esfuerzo investigativo de la Fiscalía y de su policía judicial, algunas personas que hicieron parte del llamado cártel de Medellín que siguen vivas después de las confrontaciones violentas fueron ubicadas y rindieron testimonio”.
Al parecer, la gran mayoría de los contactados se negaron a colaborar aduciendo que ya cumplieron sus penas, y otros hicieron negociaciones con el Estado, que incluían cambios de identidad para protegerlos.
Gente del propio cártel de Medellín le dijo a “El Tiempo” que, además de ‘Arete’, hay varios sicarios que tienen información clave sobre las verdades y mentiras de este atentado: Eugenio León García Jaramillo, alias Taxista; Sergio Alfonso Ramírez, alias Pájaro; y Gustavo Adolfo Meza Meneses, alias Zarco, son tres de ellos.
La versión más fresca que circuló sobre la bomba al Boeing 727-21 corrió a mediados del 2009, cuando “El Tiempo” reveló que ‘Arete’ habría recibido una fuerte suma de dinero para librar de responsabilidad al ‘Taxista’.
La versión del soborno es del capo Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño’, quien dice haber facilitado un dinero para sacar del proceso a su amigo el ‘Taxista’, quien ya admitió que prestó las bodegas en las que Escobar armaba las bombas para los atentados.
Pero el ‘Taxista’ es una especie de intocable para la justicia de Colombia y de Estados Unidos, donde vive. Acá fue indultado tras colaborar en la cacería de Pablo Escobar. Y allá, tuvo una investigación abierta y negoció con la justicia.
Alias ‘Rasguño’ dice que hizo el pago a través de su abogado, Gerardo Candamil, un excapitán del Ejército que terminó apoderándolo en varios procesos y que, en efecto, revisó el caso de la bomba de Avianca para asesorar al ‘Taxista’.
Candamil, hoy profesor de derecho, desmintió a su cliente; sin embargo, admitió que a través suyo el ‘Arete’ le mandó a cobrar una plata al ‘Taxista’.
Otro retazo de la historia sobre la planeación, cómplices y motivos de este atentado está en manos de otros dos sicarios de Escobar, aún vivos: Sergio Alfonso Ramírez Muñoz, alias Pájaro, y Gustavo Adolfo Meza Meneses.
Meza, conocido con el alias de Zarco, era mano derecha de ‘Arete’ y hoy vive en Medellín, alejado de su antigua vida delincuencial.
En cuanto al ‘Pájaro’ –asesino del coronel Franklin Quintero y del periodista Jorge Enrique Pulido, entre otros–, se sabe que tenía tanta información sobre el cártel que Escobar dio la orden de asesinarlo ante el temor de que hablara.
Fuentes de inteligencia aseguran que estuvo un tiempo en Jamaica y que ahora vive en una ciudad de la costa. Además, que en la cárcel se acercó a gente del ELN y que dejó muchos enemigos en el cártel.
Gaviria y Homero
El otro gran filón de esta investigación apunta a establecer si agentes del Estado participaron o al menos facilitaron el atentado que estremeció al país.
“Hasta el momento, dentro de los testimonios y el acervo probatorio recopilado no hay referencia alguna de la posible participación de agentes del Estado”, le dijo a “El Tiempo” la Fiscalía.
No obstante, familiares de las víctimas insisten en que alguien le tuvo que contar a Escobar que el candidato César Gaviria –heredero del ideario del asesinado Luis Carlos Galán– iba a viajar ese día a Cali.
En este punto el narcoparamilitar Carlos Castaño parecer ser el eslabón debido a los nexos que tenía con funcionarios del DAS.
Hace unos años, fuentes periodísticas dijeron que era falso el desplazamiento de Gaviria. Pero en el informe elaborado por la Fundación Colombia con Memoria –presidida por Gonzalo Rojas, hijo de una de las víctimas y quien entregará este documento a la Comisión de la Verdad– hay una entrevista inédita con el expresidente.
En esta, admite el viaje y asegura que, a última hora, por razones de seguridad de él y de pasajeros de vuelos comerciales, decidió aceptar moverse en un avión privado de un empresario del Valle.
La información fue confirmada por el coronel Homero Rodríguez, líder del esquema de seguridad de Gaviria, y quien hoy se encuentra en Estados Unidos.
Rodríguez, quien luego se convirtió en director de la cárcel La Catedral, también habló con la Fundación Colombia con Memoria.
Dijo que los protocolos, que armaron incluso con asesoría gringa, indicaban que Gaviria nunca fuera incluido en la lista de pasajeros de ninguno de los vuelos que iba a tomar.
Además, que su anillo de seguridad iba a viajar en vuelo comercial a Cali ese día, pero los planes cambiaron con la decisión de tomar el chárter.
También está establecido que en una especie de burla y desafío a las autoridades, el cártel compró dos tiquetes para mover la bomba y a sus hombres: uno de ellos estaba a nombre del industrial Julio Mario Santo Domingo, entonces dueño de la aerolínea; y otro, a nombre de Alberto Prieto. Este último fue un conocido contrabandista y mentor de Escobar.
En cuanto a la Fiscalía, la más reciente diligencia que ordenó en este caso fue la de enviar una carta rogatoria a la justicia de Estados Unidos para escuchar a Dandeny Muñoz Mosquera, alias la Quica, otro de los sicarios del cártel, condenado en ese país por este caso y quien insiste en su inocencia.
Además, se pidió apoyo al FBI para investigar otra hipótesis que de entrada muchos descartan: que el avión fue derribado por un misil militar.
En la noche de este martes, familiares de las víctimas se reunieron y “El Tiempo” estuvo con ellos. Todos coinciden en que además de honrar la memoria de los 107 caídos, el país necesita saber toda la verdad de este atentado.
Fuente: “El Tiempo” de Colombia, GDA