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Para cruzar la frontera entre Perú y Ecuador sólo basta con tomar impulso y saltar sobre un estrecho canal de aguas malolientes.

La mayoría, por supuesto, prefiere usar pequeños puentes informales de madera.

En ambos lados se esparce un mercadillo caótico en donde se aceptan por igual dólares ecuatorianos como soles peruanos.

"Para el desayuno a veces compro el pan en un país y la mantequilla en el otro", bromea un vecino a BBC Mundo.

De cierta forma, los municipios fronterizos de Aguas Verdes, en Perú y Huaquillas, en Ecuador, son una única y agitada ciudad con dos códigos internacionales de teléfono.

"Pero el gobierno ecuatoriano está construyendo un muro para separarnos", asegura el peruano Manuel Lopez Azalde, presidente de la Central de Trabajadores de Aguas Verdes.

La noticia de este supuesto muro "al estilo Donald Trump" se replicó en medios de toda América Latina, pero la comparación resulta evidentemente exagerada.

Lo que encontramos es una pared blanca que puede caminarse de un extremo a otro en cinco minutos y que empieza con tres metros y medio de altura para terminar en uno.

Según el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda de Ecuador (MIDUVI) la obra será un parque que costará $4,4 millones y correrá paralelo al canal internacional por sólo un kilómetro.

Ambos países comparten 1.529 kilómetros de frontera.

¿Qué motivó entonces la indignación de vecinos de los dos lados e incluso una nota oficial de protesta por parte de Perú?

— La guerra y la paz —

Con una velocidad sorprendente, medio centenar de obreros mezcla cemento, trasporta piedras y refuerza la pared de concreto que avanza por la margen ecuatoriana.

"Nunca lo consultaron con nosotros ni nos dijeron nada", dice a BBC Mundo el embajador y vocero de la cancillería peruana, Hugo de Zela.
Aunque el gobierno de Perú ha exigido la paralización de la obra, esta continúa.

"El muro es una violación de los acuerdos de paz firmados en Brasilia", advierte.

En 1995, Perú y Ecuador protagonizaron la última guerra entre países latinoamericanos.

Luego de décadas de rivalidad por el control de una extensa área de selva amazónica, estalló un conflicto que en cinco semanas dejó decenas de muertos, según cifras oficiales.

Los enfrentamientos se focalizaron en regiones de difícil acceso, pero Huaquillas y Aguas Verdes fueron militarizadas.

Las conexiones por carretera y su cercanía a la costa hace de estos distritos el principal paso de frontera entre Perú y Ecuador.

Por eso, cuando se firmó la paz definitiva, en 1998, los dos países acordaron también un reglamento para administrar el canal de Zarumilla, esa triste acequia limítrofe que arrastra los desperdicios de ambas ciudades.

Perú se comprometió a rehabilitar todo el cauce, y la obligación de Ecuador era la de mantener disponible un área de diez metros en su margen del canal.

Sin embargo, desde la orilla hasta el muro en construcción no hay ni cuatro metros.

"Durante la guerra no había paredes y ahora que estamos en paz están levantando una", se queja a BBC Mundo Abel Jiménez, dirigente de la Asociación de trabajadores Pacífico Sur, de Huaquillas.

También hay malestar y confusión del lado ecuatoriano porque muchos ignoran cuál es el sentido de la obra.

Hoy el mundo es hipersensible a la palabra muro.

— Parque turístico —

"Es una tamaña mentira que digan que esta obra va a enjaular a la población ecuatoriana", asegura a BBC Mundo Ronald Farfán, el alcalde de Huaquillas.

"El proyecto es parte de un corredor turístico (…) No hay ni punto de comparación con el muro de Trump", agrega.

Las calles de tierra, a ambos lados del canal, son un endemoniado laberinto de comerciantes, motos, cáscaras de fruta, olor a combustible y cumbia a todo volumen.

Si algo no es este lugar, es turístico.

"Aquello a lo que llaman muro es en realidad una estructura de estabilización del suelo que da soporte al parque lineal", explicó María Alejandra Vicuña, titular del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda de Ecuador (MIDUVI).

¿Y no era posible retirarlo diez metros del borde del canal?

"Según los estudios realizados, no era posible", señala la ministra a BBC Mundo.

De acuerdo con el ministerio ecuatoriano, que se encarga de ejecutar la obra, su objetivo no es sólo recuperar una zona tomada por la informalidad y la delincuencia, sino protegerse de las inundaciones.

En épocas de lluvia la acequia suele desbordarse hacia los mercados de las dos márgenes.

"Con el muro tan cerca del canal toda el agua se va a desparramar ahora hacia nuestro lado", advierte a BBC Mundo el embajador Hugo de Zela.

Durante el último fenómeno de El Niño Costero, en cuestión de minutos el mercado se convirtió en un pueblo flotante.

Para dos ciudades que viven eminentemente del comercio con el vecino, cualquier cosa que lo amenace provoca tensiones y rechazo.

Eso se puede ver en los ojos de los trabajadores de ambos países que observan la construcción mientras descargan toneladas de pescado de camiones frigoríficos en el lado peruano.

No están seguros si el parque que van a construir vale lo que pueden perder.

— Contrabando hormiga —

El paso oficial al país vecino se hace a través de un ancho puente internacional con puestos policiales y carteles de bienvenida.
Y ahí terminan las formalidades.

"Esta frontera es tierra de nadie. Aquí no hay ley", sentencia Gladys Tello, que vive en el lado peruano.

Al menos hay cuatro puentes hechos con tablones de madera sobre los que comerciantes hormiguean todo el día llevando productos sin ningún control.

De norte a sur pasan gas y gasolina, que están subsidiados en Ecuador. De sur a norte pasan frutas, verduras y electrodomésticos, más baratos en Perú.

"Esto no es contrabando porque no se están burlando los controles", asegura López Azalde, de la Central de Trabajadores de Aguas Verdes.
"Los puestos de aduanas están fuera de Aguas Verdes, y fuera de Huaquillas", agrega a BBC Mundo.

Si uno observa estos puentes el tiempo suficiente verá estibadores llevar costales de cebolla en carretillas, arrastrar garrafas de petróleo o cargar bajo el brazo un inverosímil pavo real.

Pero también cruzan aquellos que solo quieren hacer mercado del otro lado.

"Me voy a quedar sin clientes porque todos son peruanos", dice Yanet Jaya, que tiene un puesto de carne en la orilla ecuatoriana.

El proyecto incluye la demolición de los pasos informales, los quioscos del mercado y también las casas que estén a menos de diez metros del canal.

A cambio, el proyecto contempla la construcción de puentes, un centro comercial y un mercado para recibir a los desalojados.

Estas obras, sin embargo, aún no han empezado, mientras que el parque y el muro deben de estar terminados a finales de setiembre.

Puede llegar el momento en que no haya ni mercado antiguo, ni mercado nuevo.

"Huaquillas y Aguas Verdes son como ciudades siamesas", dice el dirigente ecuatoriano Abel Jiménez.

"Si se separan, mueren", sentencia.

— De espaldas a Cristo —

Una cabeza de pescado flota aguas abajo por el canal de Zarumilla y va dando tumbos contra las orillas de ambos países.

Si algún perro no la pesca en el camino o se enreda en las bolsas de basura, podría llegar al mar en una hora.

Todos aceptan que a ambas ciudades de frontera les urge mayor atención de sus gobiernos centrales, pero el debate está en la manera en que debe invertirse en ellas.

"Ecuador ha incumplido un acuerdo bilateral y este ya dejó de ser un tema técnico. Ahora es un asunto político", advierte el embajador peruano Hugo de Zela.

La Cancillería de Ecuador, sin embargo, no está dando ninguna entrevista sobre el asunto y deriva las solicitudes al MIDUVI.

"Los temas diplomáticos los ve cancillería, nosotros como ministerio no podemos paralizar la construcción", afirma María Alejandra Vicuña, del MIDUVI.

Este mes se tiene prevista una reunión entre diplomáticos de ambos países para definir el futuro del parque y tal vez el de ese pedazo de frontera común.

"Mi sugerencia al alcalde de Aguas Verdes (…) es que construya una obra similar", señala Ronald Farfán, alcalde de Huaquillas.

A tres kilómetros del muro, el canal y la frontera, ahí a donde no llegan los desbordes ni las protestas, una imagen de Cristo se eleva con los brazos abiertos en territorio ecuatoriano.

Es el monumento a la paz.

La estatua está eternizada en el gesto de un abrazo.

De manera conveniente, mira en la dirección opuesta.

Fuente: BBC

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