(Foto: Reuters)
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Redacción EC

El gobierno de  anunció el martes el traslado de otros 1.000 inmigrantes venezolanos a distintas ciudades del país, tras los incidentes violentos ocurridos en la frontera con  y en medio de nuevas presiones para cerrar el paso a los ciudadanos de la nación caribeña.

Una comisión interministerial se reunió hoy a Pacaraima, en el estado de Roraima y único paso fronterizo entre Venezuela y Brasil, para evaluar la situación cuatro días después del ataque de habitantes de ese municipio contra campamentos de inmigrantes venezolanos.

"Hoy la situación está completamente normalizada", afirmó a Efe el secretario del Gabinete Institucional del Gobierno de Roraima, Marcelo Lopes.

En esas protestas se quemaron las tiendas de campaña donde dormían inmigrantes venezolanos, así como sus objetos personales, lo que provocó que al menos 1.200 de ellos decidieran regresar a su país, del que huyeron por la crisis política, económica y social.

Ante este panorama, el gobierno brasileño anunció nuevas medidas para atender el éxodo migratorio, entre ellas, acelerar el llamado "proceso de interiorización", que hasta ahora trasladó a unos 800 venezolanos a otras ciudades del país con objeto de reducir la presión sobre Roraima.

"La intención es que hagamos una regularización de frontera de forma humanitaria", dijo Viviane Ese, una portavoz de la comisión interministerial que viajó a Pacaraima.

El traslado de esos 1.000 venezolanos, que hoy están en alguno de la decena de albergues construidos en Roraima, está previsto para finales de este mes, aunque aún no se han especificado las ciudades a las que irán.

Las autoridades brasileñas estiman que en el último año y medio han entrado por Roraima, uno de los estados más pobres de Brasil, unos 50.000 inmigrantes venezolanos, la mitad de los cuáles se habrían instalado en Boa Vista, la capital regional.

Se calcula además que 400 venezolanos ingresan diariamente al gigante sudamericano.

El gobierno de Roraima volvió a pedir a la Corte Suprema el cierre temporal de la frontera con Venezuela ante la saturación de sus servicios públicos, algo que ya le fue negado con anterioridad por la Justicia.

"Lo que pedimos es el control de la frontera, que se cierre la frontera temporalmente, sea por 24, 48 o 72 horas, no importa el plazo, para que se resuelva la cuestión de conocer al inmigrante que entra a Brasil", afirmó Lopes.

Sin embargo, el Ejecutivo brasileño ha negado con rotundidad esa posibilidad al considerarla "ilegal", postura hoy ratificada por la la Abogacía General de la Unión (AGU), que representa al Estado brasileño, y que señaló que es "manifiestamente contraria al orden jurídico nacional e internacional".

Las autoridades regionales y las organizaciones de la sociedad civil critican la demora en el traslado al interior de los inmigrantes venezolanos y la lentitud de las acciones.

"Notamos que la situación empeoró mucho justamente por causa de la falta de respuesta. Las acciones son muy lentas y se han sobrecargado los servicios públicos (de Roraima), que ya eran precarios", señaló a Efe Graziela Camargo, coordinadora de la ONG Visao Mundial.

Camargo explicó que "hay una parte de la población (local) bien enfadada" con la puesta en marcha de medidas humanitarias para atender a los inmigrantes venezolanos y que ve que sus demandas no son atendidas.

Lopes indicó que "todo apoyo" del Gobierno central "es bienvenido", ya sea a través de voluntarios sanitarios o la construcción de abrigos, pero que "la solución del problema es la interiorización".

"En dos años solo fueron interiorizados unos 800 venezolanos", reclamó el secretario regional y pidió un mejor control de la frontera porque junto con los inmigrantes que "huyen del hambre y la miseria", también llegan algunos "infractores y delincuentes del crimen organizado".

Los actos vandálicos del sábado en Pacaraima surgieron a raíz de la agresión de un conocido comerciante local en un intento de asalto cometido, supuestamente, por un grupo de venezolanos, según la versión oficial.

Para reforzar la seguridad, el gobierno envió un batallón con 120 miembros de la Fuerza Nacional. La mitad de ese contingente llegaron ayer para apoyar el trabajo que viene realizando en la zona la Policía Federal y el Ejército.

"Lo que ocurrió en Pacaraima surgió a partir de una conmoción local (...) Están todos con los nervios a flor de piel", apuntó Lopes.

El episodio, sin embargo, no ha detenido el éxodo de inmigrantes venezolanos en busca de rehacer sus vidas en Brasil.

"Es bien triste, los niños, muchos de ellos, llegan con desnutrición y problemas de salud. Llegan en una situación bien mala y no saben si van a volver a su país", explica Camargo.

"Dicen que es mejor estar viviendo en la calle en Brasil, que tener una casa en Venezuela", completa. 

Fuente: EFE

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