Sao Paulo (Reuters)
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, recuperó impulso en una apretada carrera electoral cuyo ganador final sigue siendo incierto a una semana de las elecciones, llevando a cabo una serie de ataques para imponerse a su gran rival, Marina Silva.
En una dura ofensiva, Rousseff está aprovechando su ventaja en fondos y espacio televisivo para recortar apoyo a Silva, una veterana ambientalista que provocó un gran impacto en las encuestas pese a llegar tarde a la carrera electoral, si bien muchos votantes siguen siendo fieles a su candidatura.
Todo apunta a que la presidenta se quedará con la mayor parte de los votos el 5 de octubre en primera vuelta, pero las encuestas muestran una lucha codo a codo en una esperada definición tres semanas más tarde.
Los anteriores sondeos mostraban a Silva con un liderazgo claro en la segunda votación, pero la ventaja de Rousseff por más de cinco a uno en fondos y publicidad le dieron una base inagotable para lanzar ataques, dudando de la capacidad de Silva para ejercer el cargo y destacando su compromiso con políticas impopulares.
"Giro a la derecha. Recalculo. Giro a la izquierda. No, cambié de opinión a la derecha", dice una voz femenina que simula ser la de un navegador GPS, en un anuncio radial que se burla de los cambios en la plataforma de Silva. "Si como candidata Marina está cambiando siempre de dirección, imagínese como líder", agrega.
Pese a todo, Rousseff podría acabar perdiendo en segunda vuelta. Las dos candidatas dispondrán finalmente del mismo tiempo televisivo y se espera que Silva atraiga más seguidores de los candidatos eliminados en la primera votación.
"Va a ser la campaña más dura en más de dos décadas", dijo el analista político André César. "No hay una ventaja clara en segunda vuelta. Está todo abierto", indicó.
La estrategia de Rousseff ha sido jugar con la incertidumbre de los votantes sobre Silva, que representó a tres partidos políticos distintos en los cinco últimos años e intentó -sin éxito- fundar uno nuevo.
Silva solo encabezó la campaña del Partido Socialista Brasileño el mes pasado, cuando su candidato original, Eduardo Campos, murió en un accidente aéreo.
Cerca de tres de cada cuatro votantes están seguros de que votarán a favor o en contra de Rousseff, mientras que solo el 53 por ciento ha decidido su postura sobre Silva, según un sondeo publicado esta semana por Ibope. Esto significa que el apoyo a Silva tiene más potencial de subida, pero es menos estable.
CAMPAÑA DEL MIEDO
Rousseff ha construido su campaña sobre la base de 12 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), en los que la economía creció cerca del 50 por ciento, sacando de la pobreza a más de 30 millones de personas y llevando el desempleo a mínimos históricos.
"Dilma está usando el temor de perder los avances de los últimos años", afirmó Thiago de Aragão, socio de la consultora política Arko Advice. "Pero el país está dividido. Mucha gente está cansada del presente y quiere un futuro más brillante".
El crecimiento se ha desacelerado desde que Rousseff llegó al poder en 2011, con industrias poco competitivas, alta inflación y duras políticas gubernamentales que erosionaron la confianza de inversores y consumidores.
Silva, que abandonó el PT en 2009 tras dimitir como ministra de Medio Ambiente, presentó una detallada plataforma para un desarrollo más sostenible, políticas económicas ortodoxas y más limpias. Su tono antisistema convenció a muchos ciudadanos hartos de políticos corruptos y deficientes servicios públicos.
La campaña de Rousseff se muestra más optimista en los últimos días, pero la tendencia podría volver a cambiar. Los debates televisados del domingo y el jueves darán una nueva oportunidad a los candidatos de mejorar sus opciones.
Silva lamentó la campaña negativa de la presidenta y prometió mantener el estándar moral.
"Nuestra estrategia para la última semana es seguir diciendo la verdad, sin recurrir al marketing salvaje", comentó Silva en una entrevista a Reuters el jueves. "Vamos a poner la otra mejilla", aseguró.
No le quedan muchas otras opciones. Según la ley electoral brasileña, su equipo tiene apenas dos minutos de programación electoral en la televisión nocturna, poco tiempo para defenderse, destacar sus propuestas y criticar el historial de su rival. Con 11 minutos de espacio, la presidenta puede hacer las tres cosas sin problemas.
Si, tal y como se espera, Rousseff y Silva avanzan a la segunda vuelta el 26 de octubre, ambas tendrán 10 minutos en televisión cada noche.