Entre los chilenos prevalece la certeza de que ya se empezó a reescribir su historia. El vecino del sur eligió el sábado y domingo a quienes redactarán la Constitución que reemplazará el documento heredado de la dictadura de Augusto Pinochet. La inédita votación materializó un reclamo que sonó muy fuerte en las protestas sociales que estallaron a fines del 2019 y que se reafirmó en el plebiscito de octubre del 2020.
En total, 1.373 personas postularon para ser uno de los 155 constituyentes, como se conoce a los integrantes de la Convención Constituyente que tendrá hasta un año para escribir la nueva Carta Magna. Chile completó este fin de semana megaelectoral con la celebración de comicios municipales y regionales.
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Pamela Figueroa, politóloga chilena e investigadora del Observatorio Nueva Constitución y de la Universidad de Santiago, explica que la elección de los constituyentes es trascendental e histórica para los chilenos debido a que por primera vez los ciudadanos elegirán una Asamblea Constituyente electa democráticamente, que será paritaria -un hito a nivel mundial- y con escaños reservados para pueblos indígenas.
“El cambio constitucional en Chile ha tenido un amplio apoyo ciudadano por el origen autoritario de la actual Constitución y por los importantes cambios que ha experimentado la sociedad chilena en las últimas décadas. El proceso constituyente es una salida democrática a la actual crisis política y social que vive Chile”, dice a El Comercio.
Axel Callís, sociólogo chileno y director del portal Tuinfluyes.com, señala que gran parte de la ciudadanía concibe a la Carta Magna vigente como el origen de las desigualdades. Explica que aunque a la Constitución se le han hecho algunas reformas, “sus tratos más puros siguen intactos, entonces para nosotros este proceso es una oportunidad enorme para, por fin, ponernos de acuerdo y tener algo que sea un orgullo y no una vergüenza”.
Por ello, el experto considera que el mayor desafío para estas jornadas electorales es que haya una mayor participación electoral. En Chile el voto es voluntario y, aunque su campaña de vacunación contra el COVID-19 está muy avanzada, los comicios en pandemia siempre plantean incertidumbres.
“Nuestro sistema es voluntario y no hay muchos incentivos para ir a votar en términos de manejo de la pandemia, un 60% de la población aún sigue en cuarentena. Es fundamental que haya gran participación porque eso sigue legitimando el proceso. En el último proceso fue bastante alta, del 51%”, dice Callís a este Diario.
Las demandas ciudadanas
Más allá de quitarle a la Constitución la sombra de la dictadura, los chilenos tienen aspiraciones que esperan alcanzar con la reescritura de la Carta Magna.
La politóloga Pamela Figueroa considera que las transformaciones que esperan los chilenos se traducen en tres cambios importantes: “El rol del Estado, la ciudadanía anhela una sociedad más justa e inclusiva, eso requiere un Estado social y no subsidiario. Además, la consagración de derechos sociales y su garantía. Finalmente, atenuar el presidencialismo exacerbado, por un mayor equilibrio entre el poder ejecutivo y legislativo, y con mecanismos de participación ciudadana”.
Agrega que también se anhela igualdad y nos discriminación para las mujeres, el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas y estado plurinacional, y mayor protección del medio ambiente.
Callís enfatiza uno de los reclamos que más persiste es que el eje de la nueva Constitución ya no esté en el mercado, sino en la gente. “Eso tiene que ver con la equidad. Actualmente, las diferencias sociales no solo se ven a nivel de ingreso, sino también al nivel de trato, de barrios segregados. Hay dos países en uno y eso va a ir cambiando porque el 90% de los constituyentes quiere cambiar este eje que genera tanta desigualdad. No estamos hablando de socialismo, ni comunismo, sino de establecer derechos y una dignidad tal que permita a las personas tener una constitución un poco más igualitaria frente a las grandes empresas o al Estado”, apunta.
Por su parte, el politólogo chileno Patricio Navia considera que el hecho de que los cambios más anhelados tengan que ver con derechos sociales hace que los ciudadanos olviden los otros aspectos claves que se plasman en una Constitución.
“A la mayoría no le importa mucho la composición del Tribunal Constitucional o si Chile va a ser bicameral o unicameral. La gente quiere cambiar el sistema de pensiones, mejorar el acceso a la salud y a la educación, y más trabajo, y creen que la nueva Constitución va a ser la píldora milagrosa que les dará todo eso. Pero esos pedidos tienen que ver con el desarrollo económico y el dinero que tiene el país, no con lo que diga la Constitución”, dice a El Comercio
Por ello, el analista considera que al final del proceso existirá un problema importante de “descontento y decepción por parte de un electorado que va a decir que les prometieron algo que no se cumplió”.
Un proceso lleno de desafíos
La Convención Constituyente que se elegirá este fin de semana tendrá nueve meses para escribir la Carta Magna, plazo que puede extenderse por tres meses más, de ser ello necesario.
El texto que surja deberá ser aprobado en un plebiscito a mediados del 2022 para entrar en vigor. Si es rechazado, seguirá vigente la Constitución instalada por los militares.
Si en algo están de acuerdo los expertos es que uno de los mayores retos que plantea este proceso electoral es que quienes sean electos representen efectivamente el deseo de cambio que han manifestado los chilenos. También que sean capaces de lograr consensos y acuerdos en beneficio del país.
“Hay un riesgo de que la dispersión de listas que representan esas visiones progresistas termine sobredimensionando la representación de los sectores más conservadores. Luego, el mayor desafío será generar espacios de genuina participación del pueblo en la deliberación democrática”, considera Claudio Nash, catedrático de la Universidad de Chile.
El académico enfatiza que si bien quienes sean electos este fin de semana tendrán el mandato de redactar la Constitución, “en ningún caso eso implica que puedan actuar al margen de las demandas, las opiniones y toda la energía de un pueblo que ha demandado participación en el nuevo debate constituyente”.
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