La esperanza se apoderó de Maré. El mayor complejo de favelas de Río de Janeiro tuvo este jueves la primera jornada de vacunación masiva contra la covid, un proceso nunca antes visto en una comunidad de este estilo en Brasil, donde en medio del hacinamiento conviven la pobreza y la violencia.
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“Esta vacuna va a cambiar todo. (...) Sin la vacunación sería el fin para nosotros, con ella tenemos una esperanza”, dijo a Efe Mariana, una joven de 19 años que trabaja como mesera.
El proceso de inmunización, que se extenderá hasta el 1 de agosto, hace parte de un estudio que busca conocer los efectos directos e indirectos de la vacunación masiva en este conglomerado que aglutina 16 favelas y donde viven cerca de 140.000 personas, una población superior al 96 % de los municipios del país.
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Para lograr este objetivo, mil profesionales estarán distribuidos en centros de salud, escuelas y otros sitios de Maré. Más de 140 puntos fueron adecuados para inmunizar a 31.000 personas entre los 18 y los 34 años de edad, un proceso que involucró la participación de 1.600 voluntarios.
Todos ellos recibirán la vacuna del laboratorio AstraZeneca, producida en Brasil por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), el principal centro de investigación médica de América Latina.
La iniciativa es resultado de una movilización social que empezó un año atrás para frenar la pandemia en esta comunidad y en la que han trabajado, hombro a hombro, la ONG Redes da Maré, la Secretaría municipal de Salud y la Fiocruz (entidad que lidera la investigación).
Según los expertos, la eficacia de la vacunación masiva se analizará con base en las peculiaridades propias de Maré, donde la mayor parte de su población es menor de 30 años (51 %) y teniendo en cuenta que algunos de sus habitantes ya están inmunizados o a la espera de la segunda dosis.
“Nunca tuvimos un impacto de vacunación en una comunidad con estas características. Maré es un área agitada, amotinada; es una zona donde al inicio de la pandemia la mortalidad era el doble que la de Río de Janeiro, que era la mayor entre las capitales de Brasil”, aseguró a Efe Fernando Bozza, investigador de Fiocruz y coordinador del estudio en la Maré.
Desde que la pandemia llegó al país, a comienzos de 2020, 317 personas murieron por el virus en esa comunidad y unas 6.800 fueron contagiadas.
El estudio, que se extenderá por seis meses y se dividirá en varias etapas, busca conocer la efectividad directa e indirecta de la vacunación, con seguimiento a las personas inmunizadas masivamente y a las que no lo están, para saber si la aplicación del antígeno en adultos inhibe el contagio de menores.
UN TRABAJO DE TODOS
En la batalla contra el covid la mejor arma de Maré ha sido la movilización social, un trabajo impulsado desde hace 20 años por la ONG Redes da Maré y que antes de la pandemia estaba enfocado a bajar los índices de violencia, apoyar a las madres cabeza de familia e impulsar las habilidades de los más jóvenes.
Con la llegada del coronavirus, el objetivo fue salvar vidas y Maré lo logró. En un año, consiguió bajar las muertes por covid-19 en un 88 %, gracias al cooperativismo de sus habitantes, al apoyo de otras ONG y de las autoridades y a un continuo e intenso trabajo de comunicación por las redes sociales, los medios locales y el voz a voz.
“El apoyo de los habitantes ha sido enorme. (...) Las personas entendieron que, colectivamente, se podían resolver estos problemas que estamos viviendo. Ha sido muy buena la receptividad”, señaló a Efe Eliana Silva, directora de Redes da Maré.
LA REALIDAD DE LAS FAVELAS
Río de Janeiro tiene cerca de siete millones de habitantes, de los cuales el 22 % vive en favelas. Desde el aglutinamiento de las viviendas, hasta la convivencia entre tiroteos y la aceptación tácita de un poder criminal que ejerce su dominio ante la ausencia del Estado hacen parte de su día a día.
Maré no es ajena a esa realidad. Su población vive en un área de 4,5 kilómetros cuadrados, una estrechez que también se siente en los bolsillos. La pandemia trajo hambre y muerte y obligó a muchos jóvenes y adolescentes a salir a buscar el sustento diario. Otros más terminaron uniéndose a las bandas del narcotráfico o las milicias con el sueño de ganar dinero “fácil”.
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