Vacunaciones clandestinas, ventas fraudulentas, robos a mano armada: las denuncias sobre intentos de hacerse ilegalmente con la vacuna contra el coronavirus se multiplican en Brasil, epicentro de la pandemia, que lleva retraso en su campaña de inmunización.
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La Policía Federal (PF) informó este viernes que investiga denuncias de que un grupo de políticos y empresarios de Minas Gerais (sudeste) habría importado y tomado ilegalmente dosis de la vacuna Pfizer.
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La investigación busca desvelar “la supuesta importación y, por consiguiente, aplicación irregular de vacunas que habría ocurrido en Belo Horizonte, específicamente en un garaje de una empresa de transporte de pasajeros”, indicó la PF en un comunicado.
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Según la revista Piauí, que reveló el caso, el grupo estaría compuesto por unas cincuenta personas, entre ellas políticos, empresarios del sector de transporte y sus familiares, que habrían recibido una primera dosis el pasado martes y planeaba recibir la segunda treinta días después, a un valor de 600 reales por persona (US$105).
“Pfizer niega cualquier venta o distribución de su vacuna contra el COVID-19 en Brasil fuera del ámbito del Programa Nacional de Inmunización”, informó el laboratorio en un comunicado enviado a la AFP, en el que asegura que su vacuna todavía “no está disponible en territorio brasileño”.
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El Congreso autorizó la importación de vacunas por parte del sector privado, pero hasta que el gobierno no inmunice a sus grupos prioritarios (unos 77 millones de personas), todas las dosis importadas deben ser donadas al Ministerio de Salud. Una vez cubiertos los grupos de riesgo, las empresas deberán ceder la mitad de sus compras al poder público.
El gobierno de Jair Bolsonaro anunció recientemente la compra para este año de 100 millones de dosis de Pfizer, ya aprobada por el regulador sanitario brasileño. El país empezará a recibir las primeras dosis de esta vacuna a partir de abril.
Mientras tanto, la campaña de vacunación avanza a paso lento con dosis de la vacuna china CoronaVac y de la sueco-británica AstraZeneca. Hasta ahora, alrededor del 6% de los 212 millones brasileños recibieron una primera dosis y apenas el 2% ya está completamente inmunizado.
Robos de dosis a mano armada
La avidez por las vacunas se ha reflejado también en al menos dos robos a mano armada esta semana.
En Natal (nordeste), hombres munidos con metralletas amenazaron el lunes a enfermeros en un puesto de salud y se llevaron 20 dosis de CoronaVac.
Días después se registró una escena similar en Sao Paulo, donde los asaltantes lograron hacerse con un centenar de vacunas.
La Policía Federal investiga además a un grupo “sospechoso de ofrecer fraudulentemente al Ministerio de Salud 200 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 en nombre de un gran consorcio farmacéutico”.
Brasil, que esta semana superó la marca de 300.000 muertos por la pandemia, atraviesa una segunda onda que está provocando el colapso de los hospitales en varias regiones del país.
El jueves registró un récord de más de 100.000 contagios nuevos y 2.700 fallecidos.
Brasil enfrenta grandes retrasos en la importación de dosis y de insumos.
Según analistas, esto se explica en gran medida por la actitud del gobierno y del presidente Bolsonaro, quien durante meses sembró dudas sobre la eficacia y seguridad de los inmunizantes, llegando a decir que las personas podrían transformarse en “un caimán” después de tomar la vacuna.
El mandatario ultraderechista se opuso en particular a comprar la CoronaVac, por estar asociada al instituto Butantan, del estado de Sao Paulo, gobernado por su adversario político Joao Doria.
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