Más de una semana de protestas y enfrentamientos en Ecuador, cinco muertes y cientos de arrestos, saqueos, bloqueos de vías y un estado de emergencia.
La eliminación del subsidio a los combustibles ha generado una crisis con precedentes en el vecino del norte, y no precisamente halagüeños para el actual mandatario Lenín Moreno. El politólogo ecuatoriano Sebastián Mantilla, director del Centro Latinoamericano de Estudios Políticos (Celaep), analiza la crisis que tiene en vilo a su país desde el día en que el gobierno dictó una serie de duras medidas económicas.
-Se ha cumplido más de una semana de las protestas. ¿Cómo ve el panorama en el corto plazo?
-La situación es realmente muy delicada, si uno la compara con situaciones de inestabilidad política y social anteriores queda esa sensación. Bucaram en el 97, Mahuad en el 2000 y Gutiérrez en el 2005 pasaron por situaciones muy parecidas y acabaron fuera del poder.
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-¿Hay algunas diferencias o factores que hacen especialmente delicado este momento?
-Por ejemplo, en la salida de Gutiérrez hubo sobre todo un tema político. Hoy tenemos la mezcla de dos factores: el económico las medidas de ajuste y el político. No son solo protestas por las medidas dictadas, sino también actos de desestabilización democrática. No es solo el sector indígena que pide la derogación del decreto ejecutivo sino cierto sector vinculado con el expresidente Correa con sus propios intereses.
-¿Cuán involucrado está el exmandatario en lo que viene ocurriendo, según usted?
-Correa está acorralado por la justicia y están avanzando procesos judiciales de la trama de sobornos de Odebrecht en la que está involucrado. Gente muy vinculada a Correa está detrás de las protestas para generar más inestabilidad.
-¿No son atendibles las protestas de los indígenas y los grupos sindicalistas?
-Es obvio que hay sectores que no están de acuerdo con las medidas dictadas y con ellos el gobierno debe dialogar. Pero lamentablemente también están estos sectores políticos que, más allá de cualquier medida paliativa o concesión que pueda hacer Moreno, buscan agudizar y continuar las protestas hasta la salida del mandatario.
-¿Cómo califica el manejo de la crisis por parte del gobierno de Moreno?
-Primeramente, hay que decir que la medida de eliminación del subsidio de los combustibles se debió tomar hace mucho tiempo. El gobierno ha venido endeudándose para pagar el gasto público tan grueso que tiene Ecuador, que es casi el 50% del presupuesto del Estado. Para no perder su capital político, Moreno fue pateando el problema hasta que ya se volvieron impostergables las medidas, en parte también por la presión del FMI. Pero es cierto que el anuncio de las medidas no se hizo de la mejor manera.
-¿Qué faltó o qué debió hacer?
-Al saber Moreno que se trataba de una medida muy dura, quién sabe si debió anunciar un subsidio especial para sectores claves como el de transporte o un subsidio colateral menor para que no afectara tanto a la población. Se debió comunicar claramente el tamaño de la crisis. Con todo ello junto, creo que el impacto de la medida no hubiera sido tan fuerte.
-¿Y en cuanto a la gestión de la crisis en sí misma?
Como escribí hace un par de días, es lamentable la pésima gestión que ha tenido de esta crisis el gobierno. Para traer a indígenas de todo el país hace falta recursos en abundancia. ¿Cómo han llegado a Quito, quién ha pagado las movilizaciones? Hay venezolanos arrestados que ya dijeron que se les dio entre 40 y 50 dólares. Que el gobierno no sepa hasta hoy cómo se está articulando todo esto o cómo se interactúa desde afuera con quienes protestan aquí -más allá de decirlo- revela el pobre manejo de la crisis. Cómo puede ser que no haya absolutamente ninguna información de inteligencia. Es muy llamativo.
-¿Ve a Moreno con capacidad de capear este temporal?
-Lo veo con muchas dificultades, algunos ministros y colaboradores han salido a anunciar condonación de deudas y otras medidas, pero como la situación de conflicto ha crecido muchos ya no escuchan lo que se propone. Ha cambiado el repertorio de las protestas y las demandas, ahora ya no es solo la derogación de las medidas sino la salida del presidente.
-¿Qué es lo que más le preocupa de la situación en este momento?
-Que no son solo protestas sino que se está generando un gran casos y situaciones de golpismo. Ahora mismo hay una sensación generalizada de debilidad en el gobierno, de ausencia de liderazgo, de que no ha tenido la suficiente firmeza, no obstante que cuenta con el apoyo de buena parte de la opinión pública, de los medios, de los colegios de profesionales y empresarios. Ahora mismo el gobierno no está generando tranquilidad ni estabilidad.
-¿Por qué no avanza, o ni siquiera se instala, el diálogo con los indígenas?
-Es cierto, se quiere fijar el diálogo con ciertos líderes indígenas, pero no se ha entablado formalmente. Ocurre que cuando uno habla ahora del movimiento indígena, ya no se trata de una dirigencia unívoca o monolítica. Está claro que la dirigencia de la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) se ha prestado para viabilizar los intentos desestabilizadores del correísmo, sí de aquel que en su momento los dividió. Ya tienen el objetivo marcado de la renuncia del presidente, es ahí donde la situación se vuelve muy complicada.
-¿La propuesta del adelanto de elecciones puede descomprimir la situación?
No. Adelantar las elecciones no solucionará nada. Habrá todavía más polarización. Sería una que solo favorecería a Correa y no al Ecuador. Sería un retroceso y no sería extraño que todos los casos judicializados de corrupción de la época de Correa quedaran en nada.
-En resumen, un panorama sombrío…
-Veo complicado el futuro inmediato, y si analizamos los antecedentes y caídas de los anteriores presidentes diría que estamos en ese escenario, e incluso un poco más delicado.