“Ambos son líderes que se sintieron necesarios en los procesos de transformación de sus países”. El politólogo Óscar Vidarte observa las similitudes entre Rafael Correa y Evo Morales, los polémicos expresidentes de Ecuador y Bolivia. Como parte de lo que se llamó el giro progresista o a la izquierda, que se dio en Latinoamérica en la primera década del S. XXI, ambos ayudaron a cambiar el rostro de la región, hecho que terminaría por unir a sus gobiernos y a ellos mismos.
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“Entre los gobernantes de Sudamérica que se sumaron a este giro a la izquierda hubo muy buena química, más allá de las diferencias en materia de política de gobierno, estrategias y perfiles –cuenta Vidarte–. Recordamos a Lula siendo más pragmático, Chávez más ideologizado, Morales más indigenista, y a Correa con su retórica ciudadana y republicana. A pesar de eso, mantuvieron buenos vínculos, incluso en el plano personal, lo que les permitió coordinar políticas conjuntas. Ahí está el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)”.
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Al poner la lupa sobre Correa y Morales, Vidarte comenta que quizás el primero fue mucho más ególatra, que manejó un lenguaje más técnico (resultado de su formación académica) y otras habilidades que el segundo, de formas más cercanas a la población, no, pero que ambos supieron llegar a la ciudadanía. “También es cierto que los dos, más allá de lo que diga la justicia, transformaron sus países, para bien o para mal”, agrega.
Son justamente los desaciertos (y el temor de que se vuelvan a repetir) los que podrían ayudar a entender los últimos sucesos que los atañen: Correa acaba de ser inhabilitado para postular como vicepresidente y lo mismo sucedió con Morales, quien tentaba un puesto en el senado.
Al respecto, Vidarte es suspicaz. Para él, es extraño que la justicia ecuatoriana (“que es como la peruana”) haya actuado tan rápido en el caso de corrupción que se le sigue a Correa. “Una casación en dos semanas no sucede en ninguna parte de Latinoamérica. No digo que él sea inocente, pero es raro que un proceso se resuelva a esa velocidad”.
“Y en el caso de Morales es más extraño aún –acota–. Se trata de una inhabilitación por su permanencia en Bolivia, un tema bastante secundario y que me recuerda mucho a lo que le pasó a Julio Guzmán en el Perú. Son cuestionas muy formalistas las que los sacan de una elección. Eso a mí, la verdad, no me huele muy democrático”.
LAS MARCAS CORREA Y MORALES
Valdría cuestionar si el crédito político que tienen Rafael Correa y Evo Morales es lo suficientemente importante como para decidir una elección.
“Es evidente que hay un desgaste político, una pérdida natural de la credibilidad en sus gobiernos, a las que hay sumar los problemas económicos que se vivieron en la región –comenta Vidarte–. Una cosa es Morales y Correa en el contexto de altos precios de las materias primas, la abundancia de recursos y la consecuente capacidad para desarrollar políticas sociales muy importantes. Y otra muy distinta es verlos en los años siguientes, cuando los recursos se volvieron más escasos y buscaron perennizarse en el poder”.
Es decir, el descrédito tiene que ver con el desgaste económico, político y social, sumado a un gobierno que parecía haber perdido el norte y unos gobernantes que se querían quedar en el poder de formas poco democráticas. A pesar de ello, ciertas partes de la población todavía tienen presente los buenos tiempos, lo que explicaría que Correa y Morales todavía tengan peso en sus países.
“En Ecuador, Correa tiene un nombre ganado en la política, al punto que, si él fuera candidato, las posibilidades de ganar serían muy altas, frente al gobierno de Lenin Moreno que va a terminar desacreditado y deslegitimado. Allí, Correa surge como una posibilidad de regresar a tiempos en donde hubo cierta estabilidad y crecimiento. Pasa lo mismo con Morales. Su apellido no ha dejado de tener importancia. Miremos a su candidato, su ministro de Economía Luis Arce”.
LOS SUCESORES
“Correa dejó el gobierno de una manera muy inteligente. Él creyó que su sucesor Lenin Moreno podría significar la continuación del proyecto, con los resultados que ya conocemos. En cambio, la salida de Morales fue por los palos, muy estrepitosa en el contexto de un proceso electoral”.
Vidarte anota que hasta hace poco pensaba que Morales no había dejado un candidato para reemplazarlo, pero que se ha sorprendido al ver cómo Luis Arce está ganando terreno electoral. “Creo que en la transición posmorales han surgido una serie de personajes dentro del marxismo y la izquierda boliviana que van a tener un papel interesante en los próximos años, ya sea que gane o pierda Arce”, agrega.
Una de las preguntas que propone Vidarte con respecto al futuro político de la región, tiene que ver, justamente, con los sucesores de la ola del giro a la izquierda. “¿Hacia dónde va la región? ¿Existe la posibilidad de relevos? Creo que los presidentes personalizaron tanto sus gobiernos que los hicieron necesarios. El apellido Correa, por ejemplo, tiene que estar en la campaña para lograr el voto de arrastre. En el caso de Brasil, Lula sigue jugando un papel fundamental, al igual que el apellido Kirchner en Argentina”.
El politólogo recuerda que muchos creyeron que, así como hubo una ola neoliberal en los 90 y luego una ola progresista en la primera década del S.XXI, en los últimos años iba a haber un regreso a la derecha. Pero esto no se dio propiamente.
Él lo explica: “Si bien hubo políticas de derecha, no se generaron grandes transformaciones que sí sucedieron en las olas antes mencionadas. No se lograron, demostrando que la derecha es muy endeble. Yo no veo que estemos en un escenario en el que se haya dado un giro a la derecha: la izquierda mantiene liderazgos y construye otros que ya aparecerán en la escena política regional”.
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