Milagros Asto Sánchez

En Nicaragua prima la preocupación y la desesperanza. El presidente Daniel Ortega consumó su farsa electoral y se adjudicó un cuarto mandato consecutivo tras unos comicios hechos a su medida, con sus principales contrincantes encarcelados y sin ninguna garantía. “Pantomima”, “circo” y “burla” son algunas de las reacciones que resonaron entre la comunidad internacional. Dentro del país, el enojo ha perdido terreno ante el temor. La mayor certeza es que lo que viene ahora será mucho peor.