Aldana ingresando al Palacio de Justicia en Ibagué en diciembre del 2009.
Aldana ingresando al Palacio de Justicia en Ibagué en diciembre del 2009.
/ Juan Manuel Vargas. Archivo EL TIEMPO

El coronel Aldana pensó que había sido un crimen perfecto. Se deshizo del cadáver, después de cortarlo en más de 50 pedazos y tirarlo por unos 22 kilómetros de vía a las afueras de Ibagué. Lavó dos veces la camioneta en la que se desplazó, botó la ropa de su esposa, Erika Cecilia Yeneris, y dijo que ella se había ido con otro hombre para Medellín, .

¿Quién iba a dudar de que no era así? ¿Quién iba a pensar que el coronel Joaquín Aldana, uno de los duros de la Policía de Ibagué, estaba mintiendo? Además, un experto en criminalística como él no podría dejar cabos sueltos.

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Pero no fue así. Falló. Un año después de que las autoridades lograron establecer que los restos humanos que habían sido encontrados en bolsas negras en una zona agroindustrial de Alvarado, Tolima, en septiembre del 2009, eran de Erika Cecilia Yeneris Gutiérrez, el coronel Joaquín Enrique Aldana Ortiz, de 38 años en ese entonces, fue hallado culpable por el asesinato de su esposa y condenado a 33 años y cuatro meses de prisión.

“Este experimentado oficial (Aldana), con conocimientos en criminalística, cometió el asesinato de su esposa y, para no dejar evidencias, destrozó su cuerpo”, señaló el magistrado Juan Carlos Arias López cuando confirmó la condena en el Tribunal Superior de Ibagué.

La fiesta de Año Nuevo del coronel Aldana

En enero del 2019, nueve años después de haber asesinado a su esposa, Aldana volvió a acaparar la atención de los medios de comunicación. El hombre, quien paga su condena en la cárcel La Picota, en Bogotá, pasó Año Nuevo en libertad. Estuvo con su familia en Ibagué.

Este hecho causó indignación en la opinión pública, en especial en la capital de Tolima, pues lo vieron caminar por esta ciudad como si nada hubiera pasado. A pesar de la gravedad del delito que cometió, le fue concedido un permiso de 72 horas e, incluso, no tuvo que portar ningún elemento que permitiera establecer su ubicación. Podía, además, ir a cualquier lugar de Colombia sin ningún problema.

Cuando se conoció que la víctima era la esposa del coronel, comenzó su búsqueda para capturarlo.
Cuando se conoció que la víctima era la esposa del coronel, comenzó su búsqueda para capturarlo.
/ Juan Manuel Vargas. Archivo EL TIEMPO

En su momento, las autoridades no explicaron cómo obtuvo el permiso, pues no cumplía con los requisitos para salir de prisión por 72 horas.”No es justo esto, que él salga libremente a pasear, a divertirse. Lo que él hizo no es justo”, le dijo Enith Gutiérrez, la madre de Erika Cecilia, a Noticias Caracol cuando se conoció el permiso que obtuvo el condenado.

Gutiérrez ha hablado pocas veces a los medios de comunicación tras el asesinato de su hija, de 32 años, pero siempre sostuvo que ella le decía que Aldana era malo y que lo iba a dejar, por lo que él decidió matarla.

Aldana y Erika Cecilia, quienes tenían dos hijas, de 9 y 11 años, se conocieron en Sincelejo, Sucre, cuando la mujer no había cumplido 18 años y el hombre era segundo comandante de la escuela de Carabineros. Fue en ese lugar, en una ceremonia policial, donde se conocieron. Ella estaba acompañando a su hermano, quien comenzaba en la institución.

Unos meses después se casaron en Cartagena y terminaron en Ibagué, ya con sus dos hijas, donde Aldana se desempeñaba como comandante de la Policía.

La familia les contó a varios medios de comunicación en su momento que la relación estaba muy deteriorada y Erika Cecilia les había manifestado en varias oportunidades que era muy probable que la relación no continuara. Sin embargo, por temor a cómo pudiera reaccionar el oficial, ella prefería seguir con él.

Fue en Ibagué donde la relación entre la pareja se volvió insostenible y Aldana, según las investigaciones, descubrió que su mujer, quien tenía 31 años, le sería infiel.

Ante las sospechas, el policía instaló en el computador de la casa un programa espía, gracias al cual se enteró de que su esposa sostenía conversaciones con un hombre que vivía en Costa Rica con quien, aparentemente, tenía una relación sentimental. La mujer, por su parte, estaba decidida a dejar al oficial, entre otras cosas, porque la maltrataba.

El día de la muerte de Erika Cecilia Yeneris

El 8 de septiembre de 2009 fue el último día cuando la familia de Erika Cecilia se comunicó con ella. Luego se supo que ese fue el día cuando su esposo la mató. Desde ese momento no hubo rastros de la mujer y, según Aldana, se había ido para Medellín.

La familia comenzó la búsqueda, pero todo fue en vano. No aparecía, no había señales. En la casa de Ibagué, la de Aldana, no había nadie. Las niñas tampoco estaban y Aldana cambió su versión. Dijo que su esposa se había ido para Costa Rica con otro hombre. Sin embargo, no había registros de que hubiera salido del país.

Por esos días, se conoció una noticia que estremeció a Ibagué y al país. Hallaron restos humanos, finamente cortados, en alrededor de 23 kilómetros de la vía entre la capital de ese departamento y el municipio de Alvarado, en unas bolsas plásticas negras poco comunes.

Esta es la casa en Ibagué donde sucedió el crimen.
Esta es la casa en Ibagué donde sucedió el crimen.
/ Juan Manuel Vargas. Archivo EL TIEMPO

El hallazgo fue macabro. Los más de 50 cortes realizados con bisturí estaban tirados a lo largo de esta vía. Durante varios días las autoridades fueron encontrando más y más partes del cuerpo. Los cortes fueron elaborados de tal manera que era imposible, a simple vista, identificar a la víctima. El rostro estaba totalmente desfigurado.

La tarea se hizo más compleja para los investigadores teniendo en cuenta que el asesino arrancó las yemas de los dedos para dificultar la identificación.

”La pregunta que hoy muchos se hacen es ¿quién en Ibagué pudo cometer un asesinato tan atroz? ¿Sería un grupo de criminales dedicados a la venta de estupefacientes que obró por cuenta propia en un posible ajuste de cuentas? Las autoridades tienen la palabra, pero por ahora nada se conoce del misterioso hecho”, informó este diario en su momento.

Pero tras semanas de trabajo, que significó un gran reto para los investigadores, encontraron un pedazo de yema –el corte en el índice derecho no fue tan preciso como los demás– que permitió identificar a la víctima, quien resultó ser la esposa del coronel de la Policía. Aldana no contaba con que la identificación del cuerpo fuera tan rápida y confiaba en que la versión de la huida de su mujer con otro hombre fuera la única verdad.

Las pruebas apuntaban hacia Aldana

La actitud de Aldana, tras la confirmación de que el cuerpo descuartizado era el de su esposa, fue sospechosa para las autoridades, por lo que decidieron que él era el principal sospechoso y trataron de buscar cabos suelos del posible crimen.

Anderson Pinilla Sandoval, director seccional de Fiscalías de Tolima, desde donde se adelantó la investigación, aseguró que desde un comienzo los investigadores tuvieron un gran reto, pues se enfrentaban a alguien que trató de destruir toda evidencia que pudiera utilizarse como prueba. “El reto de la Fiscalía era enfrentar a una persona que con ese conocimiento que tenía de criminalística buscaba eludir la actuación de la justicia”, señaló el funcionario.

Si bien Aldana hizo que la tarea fuera compleja, luego de la identificación del cuerpo descubrieron que había dejado pequeños cabos sueltos y, gracias al trabajo de alrededor de 40 expertos en distintas áreas, el caso comenzó a resolverse.

La casa fue clave para esclarecer el crimen e, incluso, reconstruirlo. Estaba totalmente limpia, sin rastros de que allí se hubiera cometido un macabro asesinato. Pero una vez los investigadores fueron más allá, encontraron vestigios de sangre en los desagües.

”¿Qué significaba esto? Alguien se había duchado y se estaba limpiando la sangre o fue un espacio que se pudo haber utilizado para cometer el delito”, narró el fiscal.

Aldana durante sus años de servicio en Saravena, Arauca.
Aldana durante sus años de servicio en Saravena, Arauca.
/ Carlos Julio Martínez. Archivo EL TIEMPO

De otro lado, pareció sospechoso que las mismas bolsas en las que encontraron el cadáver estaban en la casa. No eran bolsas comunes. Además de la reconstrucción del último día de Erika Cecilia, el 8 de septiembre, se pudo establecer que la única persona con quien estuvo fue Aldana y que, incluso, no había salido de su casa.

La mujer, descubrió la Fiscalía, siempre que salía de su casa, así fuera para ir a la tienda, estaba maquillada y bien vestida. No obstante, el cadáver no tenía rastros de maquillaje, lo cual indicaba que ese día no había salido de su casa.

”Ese elemento fue fundamental para indicar que la versión que él daba de que se había marchado de la casa no coincidía con los vestigios encontrados en el cadáver”, agregó Pinilla Sandoval.

Lo que faltaba determinar eran los móviles del presunto crimen. Descubrir “por qué motivos un coronel que tiene una carrera exitosa va a matar a su esposa de un día para otro”, señaló la Fiscalía. Ahí fue clave hallar el software espía en el computador, lo que permitió encontrar las conversaciones con un tercero que, aparentemente, vivía fuera del país y con quien Erika Cecilia estaría planeando irse.

”Tal vez fue el detonante y fue comprobado que efectivamente el móvil estaba asociado a la decisión que la señora estaba contemplando”, apuntó el fiscal.

La Fiscalía estableció que minutos antes del asesinato hubo una discusión entre la pareja, en la escalera de la casa. Primero Aldana le dio cuatro golpes con un objeto en forma de rombo, el cual nunca pudo ser encontrado.

Luego, cuando estaba inconsciente, el coronel comenzó a cortarle el rostro y a desmembrarla en el baño. Según la necropsia, su esposa seguía viva en ese momento. La descuartizó en cuestión de minutos y una vez terminado el acto, la metió en bolsas de basura, las cuales arrojó a lo largo de 22 kilómetros.

El coronel fue capturado y enviado a la cárcel de Facatativá en diciembre del 2009.

Aldana y su abogado insisten en su inocencia

Aldana rompió el silencio cuando ya estaba preso y se habían iniciado las audiencias de juicio oral en el Palacio de Justicia de Ibagué, a comienzos de julio del 2010.Ese día les contó a los periodistas que el 8 de septiembre de 2009 estaba en su casa recuperándose de una cirugía de vesícula.

”Yo estaba en mi cuarto con pijama, ella se me acercó y me comunicó que iba para Medellín y Bogotá, que tenía que viajar a concretar una oferta de empleo en Costa Rica”, contó.

Narró, además, que cuando la familia lo contactó porque Erika no aparecía, les dijo lo que había pasado y que era normal que ella se fuera y no llamara.

Cuando se conoció la noticia del hallazgo de un cadáver descuartizado, a él no se le pasó por la mente que fuera ella. Pensó que era otro homicidio más. Pero cuando identificaron el cadáver, recordó, se “desgajó en lágrimas”, sintió “mucho dolor”.

El abogado de Aldana, por su parte, aún considera que es inocente. “Puede ser un criterio parcializado, pero lo digo por las pruebas que conocí”, aseveró Jorge Lozano, quien representó al coronel y quien le dijo a este diario que fue todo un reto profesional asumir el caso, pues “estábamos jugando con cartas marcadas, el fallo condenatorio era ineludible”.

Como abogado encontró pruebas contundentes que demostraron que las cosas no pasaron como argumentó la Fiscalía, dijo, pero finalmente fallaron en contra de su apoderado. Él considera que la responsabilidad del coronel se dio por sentada por una serie de pruebas “que realmente no tenían peso”.

Por ejemplo, argumentaron que no pudo desmembrar a la mujer, teniendo en cuenta que tenía una lesión en la mano derecha que le habría impedido hacerlo.”El coronel siempre insistió en su inocencia, siempre fue claro de que no iba a aceptar cargos. Él siempre fue muy firme en la posición de no aceptar los cargos, pues siempre sostuvo que era inocente”, comentó el abogado.

La condena de Aldana llegó, incluso, a la Corte Suprema de Justicia, que la ratificó en 2014.Por ahora, el coronel, preso en La Picota, ha pagado casi 12 años de cárcel. En este tiempo ha trabajado, estudiado y hasta tejido, por lo que le han rebajado alrededor de cuatro años de pena. De seguir con este promedio, Aldana podría quedar en libertad en unos 13 años, pero todo dependerá de su buen comportamiento.

La familia de Erika Cecilia prefiere guardar silencio, pero su madre, cuando el coronel obtuvo el permiso, dijo en la misma entrevista en televisión que perdonó al asesino de su hija. “Yo le dije, Joaquín, yo te perdono, pero pídeles perdón a tus hijas”.

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