Al descender de un avión de la Fuerza Aérea Mexicana en Ciudad de México, el expresidente boliviano Evo Morales no estaba solo, lo acompañaba su fiel escudero, tres veces vicepresidente, consejero, ideólogo y confidente Álvaro García Linera, cochabambino de 57 años, que estudió Matemáticas en la Universidad Autónoma de México –aunque no concluyó la carrera– y en donde conoció a la que sería su primera esposa, la mexicana Raquel Gutiérrez, que por aquellos tiempos pertenecía al Movimiento de Solidaridad con El Salvador.
En 1984, el ‘hermano Álvaro’, como lo llama Evo, volvió a Bolivia con Raquel, y junto con Felipe Quispe –quien dirigía la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia– integraron el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK). Quispe es hoy uno de los mayores críticos de Evo y Álvaro. “El poder los ha emborrachado a todos”, dice refiriéndose al Movimiento al Socialismo (MAS), al cual renunció en el 2014.
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García Linera –quien se autodefine proveniente de una familia de clase media en el terreno cultural, pero de clase baja en el terreno económico, pues ante la ausencia paterna su madre tuvo que criar sola a sus cuatro hijos– proveía el sustento ideológico al gobierno de Morales con el llamado marxismo comunal: “El Estado no es el protagonista de la construcción del socialismo, sino la comunidad. El Estado debería solo impulsar lo comunal”.
En noviembre del 2016, el periodista Pablo Ortiz publicó en la revista “Gatopardo” un extenso perfil de Evo, elaborado con las entrevistas que le hizo a lo largo del tiempo.
“Ahora que Evo Morales no podía ser más candidato, la lógica indicaba que su sucesor podría ser Álvaro García Linera. El vicepresidente se había convertido en lo más cercano que tenía Morales a una familia. En sus primeros días de gobierno le decía cómo tenía que vestirse para los actos oficiales, se ocupaba de que tuviera la ropa suficiente y tenían por costumbre llamarse cerca de la medianoche para repasar los pendientes antes de dormir”, escribe Ortiz.
“Aquí en palacio tengo a mi hermano vicepresidente, que me anima cuando estoy triste, lo respeto mucho, pero ahora que se casó tengo miedo de llamarlo”, le confesó Evo a Pablo Ortiz. El quincuagenario Álvaro se había casado el 8 de setiembre del 2012 con la periodista e ingeniera comercial paceña de 24 años Claudia Fernández Valdivia. Cinco años después nació su hija Alba.
En enero del 2016, Ortiz le preguntó a Evo si veía a García Linera como su sucesor. “No sé, pregúntale a él. Nunca he sentido ambición personal en él. Nunca lo he sentido con la ambición de sacarlo al Evo. Es mi mejor secretario, un amigo de confianza, porque para trabajar bien hay que tener confianza y eso se construye con sinceridad”, señaló. Un buen secretario, jamás un heredero.
Rebeca Delgado ex viceministra de Coordinación Gubernamental, le da a Ortiz un detalle muy preciso sobre el verdadero rol de este eterno escudero: “No es una persona cuerda que le diga no hagas esto. Más bien fomenta sus berrinches, enciende el fuego para que se salga de control y él sea el que lo sofoque”.