Escuintla. Un enfrentamiento entre grupos rivales en una cárcel de máxima seguridad del sur de Guatemala dejó al menos 16 muertos, tres de ellos decapitados, mientras cientos de policías ingresaron para retomar este lunes el control del penal.
En las afueras de la Granja Penal Canadá, a unos 75 km al sur de la capital, decenas de personas se apostaron en el ingreso de la prisión para preguntar por el estado de sus familiares, ante el hermetismo de las autoridades por revelar la identidad de los fallecidos.
Un comisario de policía que pidió el anonimato dijo a la AFP que los disturbios se originaron por un encuentro de fútbol entre los internos llamados 'paisas' y los 'cholos', estos últimos integrantes de las temibles pandillas, aunque el descontento ya estaba al límite entre los bandos.
La fuente aseguró que los paisas "estaban hartos de tanto abuso" por lo que decidieron ejecutar a 20 cholos, pero tres de ellos pudieron escapar a otros sectores de la prisión.
Los cadáveres fueron traslados a la morgue de la ciudad sureña de Escuintla para su identificación y los cuerpos presentan heridas de arma de fuego y cortopunzantes.
Las instalaciones de esta prisión, cuyo perímetro está resguardado por dos altas barreras de metal y entre ellas una pared de alto voltaje, fueron acordonadas por más de 2.000 policías, observó la AFP.
Además, contaron con el apoyo de decenas de elementos del Ejército y un blindado.
Desde el interior de una celda, varios reos gritaban que querían comida pues no habían recibido alimentos desde el mediodía del domingo, cuando les sirvieron el almuerzo.
"Lo que queremos es comida, no hemos comido desde ayer. Estamos aislados y no escuchamos nada", dice a gritos un recluso desde su celda al contestar a un periodista, que desde la malla de metal preguntó sobre la reyerta.
La Granja Penas Canadá tiene capacidad para albergar 1.000 reos, pero en la actualidad cuenta con 3.092 detenidos hacinados en sus instalaciones.
Los disturbios comenzaron la noche del domingo al terminar el horario de visita, por lo que decenas de mujeres, algunas con sus hijos, salieron despavoridas por los disparos de armas de fuego en medio del enfrentamiento.
"Yo estaba visitando a mi esposo con mis cuatro hijos cuando comenzó la balacera. Se oían disparos por todos lados y salí corriendo con tres de mis hijos, por lo que tuve que volver a entrar para salvar al otro", relata a la AFP Heidy Solares.
La mujer comentó que llevó a sus hijos a su vivienda en Escuintla, a unos 15 km de la prisión, para luego retornar y dormir en las afueras de la cárcel porque no ha recibido ninguna información de su esposo, Esteban.
"No sabemos nada, estamos aquí desde anoche y no quieren decir los nombres de los muertos, solo que son 'Cholos'", dice entre sollozos a la AFP Zuseth Marroquín, quien busca a su hermano Ever, en prisión desde hace un año, pero evita dar a conocer el delito.
En similares condiciones se encuentra Evaristo Juárez, de 62 años, quien intenta conocer el paradero de José Tax, el esposo de su hija, con quien tiene tres hijos, y está en prisión bajo cargos de violación.
"Mi hija se estaba despidiendo de su esposo cuando empezó la balacera. Llegó a la casa traumada y hoy (lunes) me pidió que viniera a preguntar por José porque no sabemos nada de él y tampoco se ha comunicado para decir cómo se encuentra", agrega mientras camina por una calle de tierra para llegar hasta la entrada del penal.
El ingreso a la prisión quedó restringido, en tanto se deja entrever el abandono por el deterioro de su infraestructura y se acumula la basura en su exterior.
Aunque es una cárcel de máxima seguridad donde están recluidos asesinos, secuestradores, violadores y líderes de pandilleros, en las afueras viven decenas de familias en precarias condiciones pues las viviendas, en su mayoría, están construidas con láminas de zinc y madera.
Fuente: AFP