Puerto Príncipe. Varios miles de manifestantes expresaron su ira el viernes en la capital de Haití, Puerto Príncipe, ante la escasez de gasolina que lleva más de tres semanas en el país y la protesta desembocó en violentos altercados con la policía.
En varias ocasiones, la policía disparó con munición real causando pánico en la multitud y una dispersión apenas temporaria, constató un periodista de la AFP. Frente a manifestantes que lanzaban una lluvia de piedras y botellas de vidrio, la policía hizo un amplio uso de granadas de gas lacrimógeno.
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"La policía no debe tratarnos así: no pueden usar el dinero de nuestros impuestos para comprar armas y dispararnos", denunció Bernard Widner, un manifestante, después de la dispersión de la marcha principal.
Grupos de jóvenes también erigieron barricadas con llamas en uno de los ejes principales de la capital haitiana.
Desde el domingo, las actividades están paralizadas en el área metropolitana de Puerto Príncipe y las principales ciudades del país debido a las tensiones derivadas de la escasez de combustibles.
Las empresas que importan productos derivados del petróleo luchan por abastecer el mercado interno por falta de efectivo disponible, debido a las decenas de millones de dólares en deudas que mantiene el estado haitiano, el cual subsidia los combustibles.
Si bien un puñado de estaciones de servicio se reabastecieron parcialmente el jueves en la capital, la gran mayoría de los puntos de venta en Haití aún están cerrados debido a la falta de existencias disponibles o debido a los enfrentamientos causados por una gran afluencia de pobladores, quienes tenían que afrontar largas filas.
"Debemos tener la oportunidad de trabajar como en todos los países, debemos tener la oportunidad de comer (...) pero hoy todo es caótico", lamentó Evens Paul, un joven militante de un grupo oposición.
Mientras que la mayoría de la población de Haití está sumida en la pobreza y lucha por sobrevivir contra una inflación superior al 20%, están surgiendo nuevos escándalos de corrupción que involucran a ministros y parlamentarios. La ira de los manifestantes se centra en el presidente Jovenel Moïse, quien ha sido criticado por la oposición desde que fue elegido en febrero de 2017.