Ahora hay una crisis de migrantes haitianos en la frontera entre México y Estados Unidos. Pero también la hay en Brasil, en Chile, en Colombia, en Panamá...
“Estamos ante una crisis que era predecible, y que intentó invisibilizarse por mucho tiempo”, le dice a BBC Mundo Caitlyn Yates, una antropóloga estadounidense que ha estudiado el tema a fondo.
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Las imágenes de los oficiales de frontera estadounidenses persiguiendo a los migrantes haitianos la pasada semana generaron indignación, así como los miles de personas que pasaban días bajo el puente que une el lado mexicano y el estadounidense.
La Casa Blanca calificó las fotos de “horrendas”, y anunció investigaciones. El enviado especial de EEUU en Haití renunció por el trato “inhumano a los haitianos”.
Pero durante meses era evidente que decenas de miles de migrantes haitianos, que salieron del país durante la última década, iban camino de la frontera sur estadounidense.
Apenas se levantaron las restricciones fronterizas de la pandemia, tomaron rumbo hacia el norte, incluso cruzando el temido Tapón del Darién entre Panamá y Colombia.
Poco se sabe sobre el futuro de estos migrantes, pero su pasado, o lo que pasó después de un terremoto que cambió la historia de Haití en 2010, ha sido uno de los principales objetos de estudio de Yates, experta en migración, frontera y seguridad trasnacional.
Para entender qué significa esta ola de migrantes haitianos BBC Mundo habló con la profesora de la Universidad de British Columbia, en Canadá.
¿Qué es lo que estamos viendo ahora?
Esto es parte de una migración de haitianos que empezó después del terremoto en 2010 que no necesariamente iba, en principio, para Estados Unidos.
Ahora estamos viendo a 15.000 migrantes haitianos en la frontera entre México y Estados Unidos, pero también debemos hablar de los cientos de miles de migrantes haitianos que se han dispersado por toda América durante los últimos 11 años.
Y lo que estamos viendo ahora es el resultado de un proceso de una década en la que estas personas buscaron oportunidades de vida y seguridad en América Latina, y no las encontraron.
La crisis actual es una evidencia de que no hay oportunidades para los migrantes haitianos en toda la región.
¿Qué diferencia esta ola de migrantes haitianos de olas anteriores de centroamericanos, por ejemplo?
Una diferencia es que no migraron hacia Estados Unidos de primeras, sino que fueron a Brasil y Chile y estuvieron allí hasta que esas opciones se volvieron insostenibles.
Es una migración doble, que evidencia los problemas estructurales de países como Brasil y Chile, donde no encontraron oportunidades económicas, acceso a servicios sociales, empleo y hogar.
Otro factor es la pandemia, porque los haitianos han estado migrando por Centroamérica desde 2016 pero las cifras bajaron en 2020 en medio de las restricciones a la movilidad.
Apenas los haitianos vieron que las fronteras se abrieron, al menos parcialmente, intentaron cumplir su objetivo de hace meses, que era migrar hacia Estados Unidos.
El descontento y la inseguridad de los haitianos en Chile y Brasil se fue acumulando hasta el punto de que, apenas cesaron las restricciones de la pandemia, arrancaron su camino hacia el norte.
Esto no empezó ahora: desde inicios de 2021 se han estado desplazando por Suramérica y Centroamérica y ahora es que han llegado a la frontera entre México y Estados Unidos.
Entonces esto poco tiene que ver con el asesinato del presidente en julio y el terremoto de agosto. ¿Acaso vendrá una nueva ola de migrantes producto de la última crisis política y climática?
Es probable que haya más haitianos desplazándose por América en general, pero es difícil saberlo, porque varios países han creado nuevas restricciones para la entrada de haitianos y porque seguimos en pandemia y los costos para los haitianos pueden ser más altos ahora.
Lo más probable es que más haitianos quieran seguir emigrando, pero la pregunta es a dónde van a poder ir y quién los va a querer recibir.
Hablando de migrantes en general, todo indica que esto puede empeorar: hay más crisis climáticas, hay pandemia, hay crisis social. ¿Estamos ante un escenario inédito para la migración en América?
En términos del lugar de origen, sí, porque están saliendo de países como Haití o Venezuela. Pero, también, hay nuevos lugares de destino: Colombia, Costa Rica, Brasil y México se han convertido en países receptores. Y las razones por las que emigran también son diferentes.
Pero migrantes han estado llegando a la frontera entre México y Estados Unidos durante décadas. En los 80 y 90 los números de migrantes aprehendidos eran mayores que ahora.
Tampoco diría que Estados Unidos esté en peores condiciones para recibir migrantes, porque, al contrario, tiene más información, mejor capacidad de seguimiento y mayor infraestructura.
Sí es posible que esta sea una migración más compleja que las anteriores, porque los haitianos no hablan español, muchos tienen doble nacionalidad y, de nuevo, estamos en pandemia.
Si Estados Unidos tiene incluso más capacidades para recibir migrantes, ¿lo que ha cambiado es entonces su disposición a recibirlos, incluso con un gobierno demócrata como el de Joe Biden?
Las políticas migratorias que Estados Unidos está impulsando ahora en frontera son, en su mayoría, una continuación de las políticas que implementó Donald Trump.
Aún está en vigor el Título 42, que permite restringir la entrada de extranjeros al país (por la pandemia). Y aún se están expulsando a los migrantes.
Hay toda una discusión sobre si los migrantes haitianos pensaron que Biden iba a ser más flexible en dejarlos entrar y quedarse y por eso vinieron. Pero yo no creo que haya evidencia de eso, porque nunca hubo de una manera clara señales de un cambio en la política.
¿Es más difícil ser migrante hoy que hace 10 o 20 años?
En términos de la vigilancia y la recolección de información, es más difícil migrar sin toparse con las autoridades o ser registrado en algún sistema. Y eso hace el tránsito más difícil.
Estos sistemas de información se han vuelto transnacionales. Entonces, si estás registrado en un país, probablemente en otro no estés libre de restricciones, porque tu nombre o tu información biométrica ya han sido anotadas en sistemas de información compartidos entre países del hemisferio.
Y volvemos al tema de la pandemia, que ha restringido el acceso a albergues o a atención médica.
¿Por qué no se habla de los migrantes haitianos como se habla de los migrantes, digamos, venezolanos?
Lo primero es que en un principio no eran tantos, pero también pasó que países como Chile, Brasil y otros quisieron mantener la migración de haitianos fuera del radar para no tener que poner recursos en atenderlas, sobre todo en un momento en que estaban teniendo que atender otras migraciones, como la venezolana.
También es cierto que los haitianos no se estaban quedando grandes cantidades de tiempo en un mismo lugar, sino que pasaban de Brasil a Chile y de Chile a Colombia y así.
Pero esto también es porque países como Colombia, Panamá y otros centroamericanos estaban interesados en que la migración siguiera su camino: empujarlos fluidamente hacia el norte en la medida en que no se quedaran.
Muchos les dijeron: sigan su camino, incluso les podemos facilitar ese movimiento. Y se llegó a generar la matriz de que los haitianos, en comparación con el migrante centroamericano, eran el migrante modelo, en el sentido de que no se quedaron en Centroamérica.
¿Qué es esto del migrante modelo?
Es una idea que se generó en México, donde se les comparaba con los migrantes centroamericanos.
Cuando empezaron a llegar a México, en 2016, los haitianos fueron vistos en un principio como el migrante emprendedor, tranquilo, que se reducía a su espacio, mientras que el migrante centroamericano era más visceral, más masivo, que ocupaba el espacio público.
Pero a medida que los migrantes haitianos fueron creciendo, y requirieron acceso a servicios, dejaron de ser vistos como algo ejemplar.
¿Eran un modelo en la medida en que no eran muchos?
Un modelo en la medida en que fueron invisibles. Pero eso ahora cambió.
La atención de la migración haitiana estuvo durante varios años relegada. Por un lado, porque no eran tantos, entonces la atención no era urgente ante los medios y el público. Pero también, cuando empezaron a verse más, hubo el intento de varios países de relegar o empujar el tema al siguiente país.
La crisis que estamos viendo hoy es el resultado de la desatención que se le ha dado a la migración haitiana durante una década.
¿Los países intentaron relegar una crisis que tarde o temprano se iba a hacer visible?
Ha habido un intento de usar la menor cantidad de recursos posible con tal de que los migrantes haitianos no se queden en cada país.
Los 15.000 migrantes que están ahora en la frontera entre Texas y México no son una gran cantidad comparado a la cantidad de migrantes haitianos que han pasado por toda Latinoamérica este año.
Ahora vemos crisis en la frontera México-Estados Unidos, pero también la hay y la hubo en México-Guatemala y Panamá-Colombia, entre otras.
Estamos ante una crisis que era predecible, y que intentó invisibilizarse por mucho tiempo.
Pero que ahora es imposible esconder. Hoy los gobiernos ya no pueden invisibilizar la migración haitiana.
Cree que esta invisibilización está medida por el racismo?
La condición de migrantes invisibles de los haitianos está inherentemente atada al racismo estructural y la discriminación en muchos países del hemisferio.
No solo en Estados Unidos, sino en Brasil o Chile donde los migrantes también fueron desplazados, por una segunda vez. Su condición de ser migrantes y refugiados es doble.
¿Y esto dónde deja a los gobiernos, desde un punto de vista ético, después de haber ignorado la condición vulnerable de migrantes afrodescendientes?
Detrás de todo esto hay estructuras de desigualdad que duplican o triplican la vulnerabilidad de los migrantes de descendencia africana.
Sorprende que los haitianos sean discriminados en Brasil, un país cuya mitad de la población es afrodescendiente. Pero lo han sido, además, por su condición de vulnerables y porque no hablan portugués ni son brasileños.
Y eso muestra lo profundamente arraigadas que están estas estructuras de racismo y discriminación en todo el hemisferio occidental (América).
El racismo estructural está detrás de la invisibilización de los migrantes haitianos y del intento de muchos países de empujarlos hacia afuera lo más rápido posible.
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