Colombia tendrá por primera vez una vicepresidenta de raíces afro: la ambientalista de izquierda Francia Márquez o la académica conservadora Marelen Castillo, las otras protagonistas de una campaña que quebró la tradición de gobiernos de hombres blancos de élite.
Márquez (40 años) secunda al senador y exguerrillero Gustavo Petro, mientras Castillo (53) es la llave del excéntrico millonario Rodolfo Hernández, empatados en la intención de voto para el balotaje del domingo.
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Una de las dos sucederá a la conservadora Marta Lucía Ramírez (2018-2022), quien tras una larga carrera política se convirtió en la primera mujer en ocupar la vicepresidencia del país.
“En términos políticos, simbólicos y culturales es muy importante porque Colombia es un país con un racismo muy fuerte”, dijo a la AFP la analista Cristina Echeverri de la Universidad Nacional.
Aunque el 9,3% de los 50 millones de colombianos se reconoce como negro, pocos acceden a cargos de poder y el porcentaje es aún menor en el caso de las mujeres. Hoy, el gabinete de gobierno cuenta con una sola negra y dos integran un Congreso bicameral de casi 300 miembros.
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Márquez y Castillo llegaron a la recta final de la mano de candidatos disruptivos que encarnan el cambio y el voto castigo a los partidos tradicionales.
La primera es una sobreviviente del conflicto armado que se dio a conocer con un discurso feminista, ambientalista y de izquierda y por su propuesta de “vivir sabroso”, una corriente de los pueblos afro que defiende la paz y la armonía con la naturaleza.
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La segunda es doctora en educación, directiva universitaria y hasta hace poco “una perfecta desconocida”, como ella misma reconoce.
Márquez, la activista
Cabello rizado, atuendos africanos y puño en alto, Francia Márquez hizo campaña por los “los nadie”, su forma de conectar con las poblaciones deprimidas y excluidas.
Nació en una familia pobre del departamento del Cauca (suroeste), fue madre soltera a los 16 años, huyó de su tierra amenazada de muerte, limpió casas para sobrevivir y estudió derecho antes de abrirse paso en la política.
En 2019 sobrevivió a un atentado con granadas y ráfagas de fusil. Quisieron matarla por su defensa del agua ante el avance de la minería en las tierras de los afro. Un año antes, había recibido el Premio Goldman, también conocido como Nobel del medioambiente.
“Los nadie, los que no se nos reconoce nuestra humanidad, los que no se nos reconocen los derechos en este país, nos ponemos de pie para cambiar la historia, para ocupar la política”, dijo Márquez en una entrevista con la AFP en marzo.
En las primarias de la coalición de izquierda Pacto Histórico, Francia obtuvo la segunda mejor votación (785.000) después de Petro (4,4 millones).
Ella reúne “lo ambiental, lo étnico, lo racial, lo juvenil, lo feminista” y con ello “está oxigenando la política tradicional”, apuntó Echeverri.
Con su ascenso también emergió un racismo soterrado. Desde abril Márquez ha sido blanco de 1.083 comentarios y mensajes racistas en medios y redes, según el Observatorio de Discriminación Racial en la Universidad de los Andes.
Castillo, la educadora
Hija de una modista negra y un funcionario público, Castillo nació en un barrio popular de Cali (suroeste). Hasta hace un mes nadie sabía quién era la fórmula vicepresidencial del constructor Hernández, un millonario de 77 años, sin ideología ni partido y muy activo en las redes sociales.
Pero “los perfectos desconocidos somos más”, bromeó la mujer de cabello alisado y traje formal.
Cuando se enteró que Hernández -un aspirante independiente sin aparato político que fundó la Liga de Goberantes Anticorrupción- buscaba “una mujer afrodescendiente de la costa Pacífica”, envió su hoja de vida y quedó seleccionada, según cuenta.
Castillo estudió biología, química, ingeniería industrial e hizo un doctorado en la Nova Southern University de Florida, Estados Unidos.
Cuando saltó a la política, ocupaba un cargo directivo en la católica Corporación Universitaria Minuto de Dios.
Aunque se reconoce como afrodescendiente, la educadora dice no haber padecido el racismo y evita el tema en sus intervenciones.
En la campaña aparece para suavizar las expresiones machistas de Hernández, quien considera “ideal” que las mujeres se ocupen de la crianza y tareas del hogar.
“Yo voy a ser la cara que va a respaldar a las mujeres”, aseguró su vice.
Sin propuestas claras más allá de la anticorrupción, Castillo pasó del anonimato a convertirse en una opción real de poder por los enredos judiciales de Hernández.
El próspero constructor está imputado por un presunto contrato irregular suscrito en su época de alcalde de Bucaramanga (2016-2019) que podría marginarlo de un eventual gobierno.
La Constitución prevé que el vicepresidente reemplace al mandatario “en sus faltas temporales o absolutas”.
Además, asumirá cualquier función que Hernández le asigne si llega a la jefatura de Estado.
En ese sentido, Márquez o Castillo podrían tener un papel “crítico, relevante en el ejercicio del poder”, sostiene Diego Lucumí, experto en asuntos raciales de Universidad de los Andes.
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