Desde el 2 de marzo, los titulares que mencionan a Lionel Messi y a su natal Rosario no hablan de fútbol. La cuna del astro argentino se volvió foco de la atención cuando dos desconocidos atacaron a balazos el supermercado propiedad de los suegros del futbolista y dejaron una amenaza que resonó en todo el mundo. “Messi, te estamos esperando”, se leía en la puerta. La seguridad en Rosario se convirtió de pronto en prioridad, aunque el crimen lleva muchos años goleando en la ciudad.
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Con un nivel de celeridad no visto antes, el gobierno argentino reconoció que los narcotraficantes llevan 20 años reinando en Rosario, causando una creciente ola de violencia en esta ciudad del noroeste del país que es insostenible.
Rosario, una importante ciudad portuaria sobre el río Paraná, ya es la ciudad con la mayor tasa de homicidios del país y por mucho. En el 2022 registró 22 homicidios por cada 100.000 habitantes, con lo que quintuplicó la media argentina.
Dos días después del ataque, Máximo Jerez, un niño de 11 años, murió en medio de un tiroteo. Llenos de ira e impotencia, vecinos y familiares destrozaron la casa de un presunto narco implicado en el caso.
Tras el escándalo, el presidente Alberto Fernández anunció el refuerzo de las fuerzas federales presentes en Rosario hasta alcanzar los 1.400 agentes y el envío de la Compañía de Ingenieros del Ejército, que tiene la misión de urbanizar los barrios marginales.
El miércoles, un nuevo contingente de agentes federales desembarcó en la ciudad argentina, al tiempo que el Gobierno nacional aclaró que las Fuerzas Armadas no desarrollarán “tareas de seguridad” en la zona.
Los militares actuarán sin armas debido a la estricta prohibición constitucional de intervenir en seguridad interior.
Además de ser catalogada por la oposición como una acción tardía, la medida ha provocado dudas y escepticismo entre expertos y ciudadanos.
“Suena muy bien, pero van más de tres años de Gobierno y recién ahora llegan con una supuesta ayuda integral. Acá hace años que hay un problema social terrible, que la pobreza es la que arrastra a los jóvenes a caer en la droga o en manos de narcos o transas. No es solo seguridad”, se lamentó un vecino rosarino citado por el diario “La Nación”.
¿Medida efectiva?
La magnitud del problema de seguridad en Rosario demuestra que ni el gobierno local, ni el provincial, ni el nacional han hecho lo suficiente para frenarlo.
Sergio M. Naymark, editor de la Policiales del diario “La Capital” de Rosario, afirma que lo que pasa en la ciudad tiene su origen al final de la primera década del siglo XXI, aunque la crisis se profundizó a partir del 2013.
“La situación es demasiado grave y preocupante. Desde el 2008 hasta el presente se ha licuado el poder de la fuerza policial de la provincia en las calles pasando de una estructura verticalizada y con poder -no solo para combatir el delito sino también para regularlo- a una fuerza anarquizada en distintas divisiones que juegan roles diferentes y hasta compiten entre sí para ver cual controla más o menos determinados territorios porque eso les permite ‘hacer caja’ o recaudar de las bandas criminales a las que históricamente han protegido”, dice a El Comercio.
A eso hay que sumarle, afirma, que las grandes bandas se han convertido en distintas pandillas que responden a líderes de turno y llegan a enfrentarse entre ellas por el control de los territorios para el negocio de las drogas a baja escala. La pobreza que afecta a Rosario y el aumento de barrios marginales también influyen en la ecuación.
La madrugada del 2 de marzo se llevó a cabo un ataque a balazos contra un supermercado de la familia de Antonela Roccuzzo, esposa de Messi, y la amenaza contra el jugador conmocionaron al mundo.
"Messi, te estamos esperando. (Pablo) Javkin (en referencia al alcalde) también es narco, no te va a cuidar", decía el texto que dejaron en la puerta.
Messi y Roccuzzo suelen viajar a Rosario durante las vacaciones para visitar a sus familias. Ambos son oriundos de la ciudad construida al margen del río Paraná, en la provincia de Santa Fe.
El 4 de marzo Máximo Jerez, de 11 años, jugaba con tres amigos a pocos metros de un quiosco en el que se vendía droga cuando cuatro personas pasaron en un vehículo y abrieron fuego contra ellos.
El niño murió y un adolescente de 13 años resultó herido de bala en el pecho.
Días después, vecinos del humilde barrio Los Pumitas saquearon y destrozaron las viviendas de presuntos narcotraficantes en reacción a la muerte del menor.
Por otro lado, es clave entender que el problema de Rosario es que tiene muchas cualidades que le sirven el narco. La ciudad está sobre la hidrovía del río Paraná, por donde hay 25 puertos por los que sale el 85% de las exportaciones de granos del país pero que nadie controla. “Entonces también es punto de salida de grandes embarques de drogas que llegan desde Perú o Paraguay por vía terrestre o aérea y tienen a Europa como destino”, explica Naymark.
Ante la complejidad del escenario, Jorge Luis Vidal, analista en Inteligencia Delictual y especialista en lucha contra el narcotráfico en Rosario, no cree que la medida adoptada por el gobierno tenga impacto real en la lucha contra el narcotráfico en Rosario, menos aún si se trata de ingenieros.
“El gobierno no tenía ningún plan y se venía peleando con el gobierno regional, más allá de que el gobernador no hizo mucho para mejorar la situación. Lo que el gobierno hace ahora es dar manotazos de ahogado”, dice a este Diario.
Por su lado, Naymark no ve necesaria la medida de enviar militares a la ciudad. Recuerda que desde hace varios años están presentes las fuerzas de seguridad federales (Gendarmería Nacional, Prefectura Naval, Policía de Seguridad Aeroportuaria y Policía Federal) y no se ha logrado coordinar un accionar severo de su presencia en los “barrios calientes” de la ciudad para frenar la ola de violencia.
“La presencia militar, cuyos efectivos no están preparados para este tipo de situaciones, creo que no influirá en la solución del problema de la violencia a no ser que se instrumente un verdadero plan de intervención en esos barrios donde la presencia de cualquier uniformado sea visible las 24 horas de cada día”, apunta.
Sin solución cercana
Los expertos consideran que luchar contra el narcotráfico en Rosario es un trabajo de largo aliento que, hasta ahora, nadie ha estado dispuesto a asumir.
Una de las prioridades, afirma, es combatir la pobreza. Naymark apunta que el departamento de Rosario, el más poblado de la provincia de Santa Fe con 1,3 millones de habitantes, tiene una tasa de pobreza e indigencia que ronda el 35%.
“A mi entender, los problemas más urgentes para atacar el problema que vive Rosario, aunque no los únicos, son: urbanización y servicios básicos en barrios carenciados; escolarización y salud para los niños de esos barrios; un plan de presencia estatal multiagencial en sectores como salud, educación, trabajo social, etc.”.
También ve urgente implementar un programa de generación de empleo para la gente marginal. “Podría ser a través de cooperativas que pueden ser regenteadas por el Estado y que les otorgue un ingreso básico que les garantice comer todos los días y tener una vida digna, un plan integral de desarme casa por casa y legalización urgente de las drogas blandas para que dejen de ser un negocio en manos de bandas y pase a ser un consumo regulado por el Estado”, considera.
Jorge Luis Vidal
Analista en Inteligencia Delictual y especialista en lucha contra el narcotráfico en Rosario
—¿Cuál es el diagnóstico actual de la delincuencia en Rosario?
La situación en Rosario no es extraña para nadie del gobierno ni para los profesionales de la seguridad. Esto viene ocurriendo por lo menos desde hace 25 años, en los que tanto el gobierno nacional como el provincial no tomaron cartas en el asunto ni tenían un plan rector de seguridad para luchar contra el narcotráfico.
—¿Ve el envío de militares como una decisión acertada? ¿O es muy tarde para eso?
Lo que acaba de hacer el presidente es mandar un batallón de ingenieros para urbanizar los barrios carenciados. Nuestra ley de seguridad interior señala que nuestras Fuerzas Armadas no pueden intervenir en conmoción interna o en lucha contra el narcotráfico, por lo cual esto es una puesta en escena. No hay algo práctico en mandar un batallón de ingenieros que pueda servir a la lucha contra el narco.
—¿Qué consecuencias podría traer esto? ¿Se teme el aumento de la violencia?
Esto va a traer mayor descrédito para el gobierno nacional porque no se anima a dar el paso que tendría que dar en relación a hacer una verdadera ley de lucha contra el narcotráfico y crear una gran agencia nacional antinarcóticos. Su medida va a traer decepción a la gente de Rosario porque esto no va a sacar al narcotraficante del lugar porque el estado provincial y su policía, que está copada en parte por el narcotráfico, perdieron el manejo y el dominio del territorio. No hay solución a la vista para el corto plazo, hay que trabajar muy seriamente, porque Estado ausente, narco y delito presentes.