En una calle del oeste de Ciudad de México, decenas de personas compran oxígeno para sus familiares enfermos de covid-19. Hacen hasta cinco horas de fila por una recarga que, en algunos casos, apenas dura 60 minutos.
Resignados, avanzan hasta la puerta de una empresa privada, donde un empleado recoge los tanques para marcarlos con el nombre del cliente.
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“¡Alerta, alerta, estamos en emergencia por covid!”, repite frente a la fila, a todo volumen, una grabación emitida a través del altavoz de una patrulla policial.
Lo sabe de sobra Eduardo Martínez, bioquímico de 33 años, en cola desde hace una hora para llenar el tanque de su madre, diagnosticada con el nuevo coronavirus el pasado martes.
Previendo la factura que pasarían los excesos de fin de año -de los que asegura su familia se mantuvo al margen- Martínez ya había comprado con antelación un cilindro y guardó el dinero de los aguinaldos.
“Afortunadamente no compré nada en diciembre”, dijo a la AFP. Así, pudo sufragar los 3.500 pesos (175 dólares) que costó la prueba PCR de la mujer de 55 años, quien permanece en casa.
Ciudad de México, de nueve millones de habitantes, se encuentra en estado de máxima alerta desde el pasado 18 de diciembre, con una ocupación hospitalaria de 90% ante el veloz aumento de los contagios.
Con casi 43.000 casos activos y 26.152 muertes, las actividades no esenciales están suspendidas. En el país, de 128 millones de habitantes, se cuentan 146.174 fallecidos y 1,7 millones de contagios.
Pese a los cuidados, Martínez sostiene que el virus venía rondando su barrio, donde recientemente murieron dos vecinos. “Donde vivimos la gente es muy imprudente, necia, no usan cubrebocas. ¡Les vale!”.
A unos puestos de él, Ileana Ruiz busca oxígeno para que su tío resista el traslado desde un hospital público -donde no se siente bien atendido- a una clínica privada.
Lo harán en carro particular porque “no hay ambulancias”, cuenta esta estudiante de medicina de 23 años, quien no ha podido atender sus clases virtuales desde hace cuatro días por estar buscando medicamentos y, ahora, oxígeno.
“Calculamos que le dure una hora, lo necesario para el traslado”, señaló la joven, quien debe pagar 200 pesos (10 dólares) por la recarga del tanque más pequeño.
Debido al rebrote de la pandemia, “la demanda de oxígeno creció 700% en el último mes”, declaró a la AFP Jesús Montaño, de la Procuraduría Federal del Consumidor.
A la par, se han incrementado los fraudes y la especulación en redes sociales, donde se cobran “precios exorbitantes”.
Aunque el gobierno habilitó expendios gratuitos de oxígeno, “el gran problema es la falta de tanques. No hay en qué llevárselo”, indicó Montaño.
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