Ciudad de México [AP]. Imágenes del cuerpo desollado y acuchillado de una joven en Ciudad de México llegaron a las primeras páginas de algunos diarios esta semana y la ira de decenas de jóvenes volvió a estallar el viernes porque tal exhibición fue considerada por las feministas una falta de respeto más hacia todas las mujeres.
“Da rabia cómo asesinaron a Ingrid, cómo los medios exhibieron su cuerpo”, leyó una joven encapuchada frente al Palacio Nacional que solo se identificó como miembro de un grupo del Estado de México. “Da rabia cómo la sociedad nos juzga a nosotras diciendo que ésas no son las formas de politizar nuestra rabia. Si nuestras protestas les perturban la paz, pues entonces no tendrán paz hasta que nosotras no tengamos justicia”, agregó. “No estamos enojadas, estamos furiosas”.
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Consignas como “México feminicida” o “Nos están matando” volvieron a escucharse a lo largo de la jornada en distintos momentos y lugares de la capital de un país donde diariamente matan a diez mujeres aparentemente solo por serlo. En 2019 fueron 3.825, según el gobierno federal, un 7% más de las registradas en 2018.
Ahora pareciera que no solo hay más asesinatos, sino también más saña: en setiembre unos hombres quemaron con ácido a una saxofonista en el sur de país aparentemente pagados por un novio de ella.
La tarde del viernes varios cientos de mujeres protestaron frente al edificio de un diario que publicó las morbosas fotografías y prendieron fuego parcialmente a una de las camionetas del periódico. Horas antes, decenas de jóvenes lanzaron pintura roja contra la puerta principal del Palacio Nacional, aunque los dispositivos antiincendios del mismo soltaron agua que limpió la madera y pronto sólo quedaron los grafitis de los muros y los gritos.
Junto ellas, Lidia Florencio, un ama de casa de Chimalhuacán, un suburbio de la capital foco rojo de la violencia feminicida, intentaba contener su dolor. Al menos en este caso, pensaba, las autoridades no podrían invisibilizar el asesinato de Ingrid Escamilla como, a su juicio, hacen con la mayoría de feminicidios, entre ellos, el de su hija Diana.
A tres años de que la mataran “ni siquiera hay una línea de investigación, absolutamente nada”, denunció. Solo un cúmulo de “omisiones, negligencias, mucho dolor y mucho coraje”. Por eso el viernes quiso apoyar las manifestaciones. “Recibo más apoyo de las feministas que de las autoridades”.
Las mexicanas volvieron a protestar contra filtraciones que sólo pueden llegar de funcionarios y que permitieron la divulgación de fotografías que revictimizaban a Escamilla, la joven brutalmente asesinada el pasado fin de semana, aparentemente a manos de su pareja. El hombre, que fue arrestado, supuestamente confesó haberla matado con un cuchillo. Luego mutiló su cuerpo y arrojó parte de su cadáver a la alcantarilla.
Y las autoridades volvieron a comprometerse a investigar, tanto el asesinato como las filtraciones. Además, la fiscalía de la capital mandó el viernes una iniciativa para reformar el código penal local y castigar más este tipo de filtraciones, según indicó en un comunicado.
Pero las decenas de jóvenes concentradas el viernes ya no creen en esas promesas.
“Son simulaciones”, agregó la joven del Estado de México que actuó como vocera del grupo. “¡Queremos justicia!”, corearon sus compañeras casi al amanecer mientras en el interior del Palacio Nacional el presidente Andrés Manuel López Obrador intentaba calmar los ánimos en su conferencia matutina cuando le echaron en cara la falta de resultados de las autoridades.
“No estoy metiendo la cabeza en la arena, no estoy evadiendo mi responsabilidad”, dijo el mandatario que calificó el machismo como “un anacronismo, un acto de brutalidad”.
“No a crímenes de odio contra mujeres”, dijo. “Celebramos que las mujeres defiendan su derecho a la seguridad, no es nuestro propósito ofender a nadie; estoy con las mujeres”.
El mandatario ha sido fuertemente cuestionado esta semana ante la perspectiva de que con la reforma del código penal que está pendiente, se suprima el feminicidio como delito y quede sólo como agravante con el argumento de la dificultad de los fiscales para poder acreditarlo.
Por eso el viernes insistió en que “no se van a modificar las leyes para aminorar castigo a los delincuentes”.
Tras la concentración, un grupo de mujeres fue recibido por las autoridades. Lidia Florencio fue una de las que habló con las autoridades. “El presidente no quiso recibirnos, no se atreve ni a pronunciar la palabra feminicidio”, dijo después a AP. “Nos escucharon pero nadie se comprometió a nada”.
La Secretaría de Gobernación pidió esta semana que se tomen medidas para evitar nuevas filtraciones y se castigue a los responsables, pero también abogó por sancionar a los medios que publiquen esas imágenes. “La libertad de expresión y el acceso a la información tiene límites”, indicó en un comunicado.
Ninguna de estas palabras tranquiliza de momento a las manifestantes que quieren hechos y no más declaraciones y han convocado más protestas para el fin de semana.
Las autoridades, lamentó Florencio, “solo se dedican a simular, las alertas no funcionan porque ellos no quieren que funcionen y seguimos en las mismas”.
Ella sigue en espera de alguna pista sobre quién asesinó a Diana y con el miedo en el cuerpo cada vez que cualquiera de sus otras dos hijas sale a la calle.