Hamás es la principal de varias organizaciones militantes islámicas palestinas que controlan la Franja de Gaza, territorio desde el cual habitualmente se enfrenta en acciones bélicas con Israel, nación a la que no reconoce.
La violencia más reciente estalló en mayo de 2021, con el lanzamiento de centenares de cohetes desde Gaza hacia Israel durante varios días y ataques aéreos israelíes en represalia contra el territorio que han causado destrucción y dejado decenas de muertos y heridos a ambos lados.
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Su nombre en árabe significa Movimiento de Resistencia Islámica y su origen se remonta a los primeros días de la Intifada (o levantamiento palestino) de 1987 en contra de la ocupación israelí de Cisjordania y la Franja de Gaza.
Hoy es el grupo islámico más numeroso dentro del pueblo palestino.
Alternativa política
Desde sus comienzos, el grupo tuvo dos ramas con objetivos disímiles: por un lado la militar, las Brigadas Qassam, encargada de la lucha armada contra el Estado de Israel, cuya existencia nunca fue reconocida por Hamás; por el otro, el ala política, cuya misión es construir escuelas y hospitales, y brindar ayuda a la comunidad en asuntos sociales y religiosos.
Pero desde 2005, la facción islámica adoptó una nueva dimensión, la participación activa dentro del proceso político palestino. En 2006, Hamás alcanzó el poder tras lograr una clara victoria en las elecciones para el Consejo Legislativo Palestino, pero su triunfo electoral no duraría por mucho tiempo.
Las tensiones políticas con la otra facción palestina, Fatah, se trasladarían un año después al terreno militar. En junio de 2007, ambos grupos se enfrentaron en cruentos combates en Gaza que terminarían con Hamás a cargo de la Franja y su rival político gobernando desde Cisjordania.
Para Israel, Estados Unidos, Canadá, Japón, la Unión Europea y otros países, el grupo islámico es una “organización terrorista”, debido a su amplio historial de ataques contra objetivos israelíes y a su compromiso de destruir ese estado, algo que consta en su acta fundacional.
Pero para sus seguidores es un movimiento de resistencia legítimo.
En mayo de 2017, por primera vez desde su fundación, el grupo publicó un documento de nuevas políticas en el que declaró su voluntad de aceptar un Estado palestino interino dentro de las fronteras anteriores a 1967 (cuando Israel tomó control de toda Jerusalén y Cisjordania en la Guerra de los Seis Días).
No obstante, siguió sin reconocer a Israel, aunque no repitió el lenguaje antijudío de su carta constitucional.
El texto se interpretó como un esfuerzo de Hamás por proyectar una imagen más suave, aunque la organización dejó en claro que el documento no era un reemplazo de su carta constitucional original que declara, entre otras, que la tierra de Palestina es una posesión sagrada para los musulmanes irrenunciable y hace un llamado a la yihad -una guerra santa- que la reivindique.
Gaza como bastión
Esos reclamos volvieron a ser el detonante de nuevas hostilidades en mayo de 2021, con el lanzamiento de centenares de cohetes desde la Franja de Gaza, tras choques de las fuerzas israelíes con fieles musulmanes en la sagrada mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, y los planes para desalojar a familias palestinas de sus hogares para abrirles el paso a colonos judíos.
Israel respondió con ataques aéreos contundentes, destruyendo edificios y matando a varios altos comandantes militares de Hamás.
En tres ocasiones ha llevado a cabo campañas militares en contra de los militantes de Hamás; en diciembre de 2008, noviembre de 2012 y julio de 2014.
Las dos primeras campañas israelíes afectaron seriamente la capacidad militar de Hamás pero el grupo logró renovados apoyos en Gaza y Cisjordania por haberse enfrentado a Israel y haber sobrevivido.
Fuentes palestinas indicaron que la facción islámica intentó mantener la calma tras la segunda operación militar -que dejó 170 palestinos, la mayoría de ellos civiles, y seis israelíes muertos en los ocho días de enfrentamientos- y que las Brigadas Qassam dejaron de lanzar cohetes hacia Israel.
Pero el grupo tampoco hizo nada por evitar que otras facciones en la Franja realizaran sus propios ataques, aparentemente porque no quería ser visto como menos comprometido en su lucha contra el estado israelí que otros grupos militantes, particularmente la Yihad Islámica.
En julio de 2013 Hamás sufrió un duro revés cuando el líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, uno de sus principales aliados, fue víctima de “un golpe de Estado” en Egipto y perdió la presidencia.
Pero ese no fue el único problema a nivel regional que tuvo el grupo: su alineación con los grupos sunitas en Siria opuestos al presidente chiita Bashar al Assad lo dejó sin el financiamiento de Irán, nación chiita aliada con el mandatario sirio y que solía donar hasta US$20 millones al mes a Hamás, suficiente dinero como para mantener al gobierno en Gaza.
Cercado internacionalmente, en abril de 2014, el líder de Hamás, Khaled Meshaal, aceptó integrar un gobierno de unidad nacional con Fatah, liderada por Mahmoud Abbas desde la muerte de Yasser Arafat.
Dos meses después, el secuestro y muerte de tres adolescentes israelíes en Cisjordania motivó el arresto de varios miembros del grupo islámico en ese territorio y los cohetes volvieron a lanzarse desde Gaza.
Hamás asumió la responsabilidad por el lanzamiento de estos misiles desde la Franja por primera vez desde 2012 y los enemigos tradicionales se volvieron a enredar en intensos enfrentamientos durante meses.
Tras 50 días de violencia se logró un cese el fuego. Por lo menos 2.189 palestinos murieron, incluyendo más de 1.486 civiles, según la ONU. De parte de Israel, 67 soldados murieron además de seis civiles.
La nueva escalada de violencia en mayo de 2021 es la más intensa y grave desde 2014.
Atacantes suicidas
Luego de la primera Intifada palestina, Hamás surgió como el principal opositor a los acuerdos de paz de Oslo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
A pesar de las numerosas operaciones israelíes y de las drásticas medidas tomadas por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en su contra, el grupo respondió a las negociaciones de paz con varios ataques suicidas.
Entre febrero y marzo de 1996, estos atentados le costaron la vida a casi 60 israelíes (los ataques fueron una respuesta de Hamás al asesinato en diciembre de 1995 de su hacedor de bombas, Yahya Ayyash).
La ola de atentados fue considerada por muchos como la principal responsable del desencanto de los israelíes con el proceso de paz y de la llegada al poder de Benjamín Netanyahu, un férreo opositor a los acuerdos de Oslo.
Tras el fracaso de las negociaciones en Camp David, Estados Unidos, entre la ANP e Israel en el año 2000, y de la explosión de la segunda intifada, Hamás continuó ganando respaldo político.
En plena intifada, las operaciones “de martirio” de los militantes de Hamás eran vistas por muchos como una forma efectiva de responder a la ocupación israelí.
Su labor social en clínicas y escuelas también le atrajo el favor de palestinos que se sentían decepcionados con la corrupción y la ineficiencia de la Autoridad Nacional Palestina, dominada por Fatah.
Esto, sumado a la muerte en 2004 de Yasser Arafat, el principal líder palestino y uno de los fundadores de Fatah, contribuyó a su victoria electoral en 2006.
Pero Fatah no fue el único en perder a su líder en 2004. En marzo de ese año, el jeque Ahmed Yassin, fundador y líder espiritual del grupo, murió en un ataque israelí con misiles.
Otras figuras de Hamás asesinadas por Israel fueron el jefe de las brigadas Qassam, Salah Shehada, en julio de 2002; Abdul Aziz al-Rantissi, líder del movimiento en Gaza, en abril de 2004; Ismail Abu Shanab en agosto de 2003; Said Siyamin en enero de 2009 y Ahmed Jabariin en noviembre de 2012.
Después de la muerte del jeque Yassin, Khaled Meshaal se conviritó en el líder político del grupo en el exilio. Él fue luego sucedido por Ismail Haniya, en 2017, que tiene su base en la Franja de Gaza.
Hamás ha ofrecido una tregua de 10 años si Israel se retira completamente de los territorios ocupados en 1967: Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental.
Pero el movimiento insiste que los millones de palestinos refugiados que abandonaron sus casas desde 1948, año de creación del Estado de Israel, deben regresar a sus tierras, algo que Israel ve como una amenaza a su existencia como estado.
Por estas razones, y a pesar de haber sido elegido democráticamente, el gobierno de Hamás fue blanco inmediato de sanciones económicas y presiones diplomáticas por parte de Israel y sus aliados en Occidente.
Poco después, su pelea con Fatah volvería a recluirlo en la Franja de Gaza, desde donde se mantiene armado y promoviéndose entre sus adeptos como la más efectiva “resistencia armada” contra la ocupación israelí.
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