Los días de resistencia al Estado Islámico en Kobane [CRÓNICA]
Los días de resistencia al Estado Islámico en Kobane [CRÓNICA]
Redacción EC

Suruc, Turquía (DPA)

Al anochecher hombres kurdos se agrupan en la parte turca de la frontera para planear la forma de entrar a y llegar a , la localidad que desde hace casi un mes enfrenta el asedio de la milicia terrorista (EI).

En Kobane, los combatientes de las Unidades de Protección Popular (YPG) siguen intentando defender la ciudad a pesar de que parece inevitable su derrota frente a los yihadistas. Algunos de los hombres en la frontera son combatientes que se unen a sus hijos e hijas que ya están luchando en las YPG.

También está Araf, que cruza de contrabando grandes bolsas llenas de pan. Con ello alimenta a cientos de refugiados que están en la parte siria de la frontera con sus coches y su ganado, a la espera de que les deje pasar con sus únicas pertenencias, lo único que les queda.

"La gente allí está pasando mucha hambre", dijo Araf, mientras la coalición liderada por Estados Unidos realiza una ataque aéreo cerca de Kobane. Algunos de los kurdos reunidos comienzan a vitorear el ataques.

"Ahora no tienen forma de hornear. Todos los días compro pan en Turquía y se lo llevo", dijo Araf.

Los pastores tampoco tienen comida para sus animales y el rebaño está muriendo. Durante la mañana, tres hombres famélicos entraron ilegalmente en Turquía tras esperar en la frontera 21 días.

"Tengo mi ganado en la otra parte. No me queda nada en este mundo. Espero que me dejen traerlo", señala Mustafa mientras devora una caja de galletas, desperado por hacer llegar algo de comida a su estómago.

"Pero (las cabezas de ganado) han comenzado a morir porque no lo puedo alimentar y puedo ver al ISIS acercarse a la frontera". Su amigo dice que el coche se ha quedado en la parte siria. Es algo que podría vender en Turquía o emplearlo para trabajar y por ello confía, pese a todos los pronósticos en contra, que conseguirá traerlo a Turquía.

Tanto Araf como Mustafa y su amigo están de acuerdo en que lo más importante en impedir que el Estado Islámico les saquee las pertenencias y saque provecho de las pérdidas de la gente de Kobane.

La caminata para cruzar la frontera está repleta de riesgos. La policía que patrulla el área les puede arrestar o abrir fuego. En la otra parte está el Estado Islámico, que avanza firme hacia la frontera. Y además hay que sortear las minas terrestres.

"Conozco la ruta entra las minas", dijo Araf, que espera que otro ataque aéreo más distraiga a las fuerzas de seguridad turcas. Comienza entonces a guiar a un grupo de hombres, algunos nacidos en Turquía, otros en Siria, pero todos ellos kurdos. Juntos cruzarán la frontera. A excepción de Araf, que recorre este camino a diario, el resto del grupo no tiente previsto regresar a Turquía.


Frontera con Siria, los kurdos decididos que van a luchar contra el EI

(Foto: AP)

Cuando desaparecen en la oscuridad, unas pocas personas que estaban con ellos comienzan a gritarles y pedirles que regresen. El Estado Islámico está decapitando gente, advierten desesperados.

Pero sus lamentos no tienen efecto, sino casi más bien lo contrario. Uno de los jóvenes que había dudado, se pone en pie y se une a los que cruzan la frontera.

Yamila ve toda la escena y lo hace todos los días. Su pequeña casa, en parte fabricada en barro, está situada a un tiro de piedra de la frontera. Su aldea es la última antes de cruzar a Siria.

Mientras acabar de ordeñar su vaca, la guerra prosigue. Ya ni se inmuta cuando los cazas de la coalición bombardean o cuando Estado Islámico ataca Kobane con artillería pesada. Las semanas que lleva escuchando estos atronadores ruidos han hecho que tanto ella como su vaca se hayan habituado.

"Estoy muy preocupada por Kobane. En la aldea más abajo en la carretera cayeron bombas desde allí", dijo apuntando a Kobane, donde se ven columnas de humo "y numerosas personas resultaron heridas".

"Pero ¿qué puedo hacer? Nosotros seguimos viviendo", dijo Yamila, que recoge el cubo de leche y el taburete con el que ha ordeñado y ordena a su hijo que dé de beber a la única vaca de la familia.

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