El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha sido un aliado clave del régimen sirio de Bashar al Assad. [EFE]
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha sido un aliado clave del régimen sirio de Bashar al Assad. [EFE]
/ MIKHAIL METZEL/SPUTNIK/KREMLIN
Virginia Rosas

soñaba con establecer una zona de seguridad en el norte de donde pretende ubicar a los 3 millones y medio de refugiados sirios que hay en Turquía, pero el presidente turco también pretendía recuperar la influencia de su país en el Medio Oriente, para que sus compatriotas olviden la crisis política y económica que atraviesan. La hegemonía del AKP, su partido, va perdiendo terreno y una guerra siempre viene bien para exacerbar el sentimiento nacionalista.

, en tanto, con las elecciones a la vista, necesita cumplir con su promesa de hacer regresar a los soldados asentados en el Medio Oriente. No importa si para ello abandona a los kurdos de la milicia YPG que fueron sus aliados en la lucha contra el Estado Islámico, que supuestamente, ha sido vencido.

Erdogan aprovecha que Trump retira a sus soldados para bombardear el norte de Siria, so pretexto de luchar contra el ‘terrorismo kurdo’. Los milicianos kurdos del YPG que se encuentran en Manbij desde hace tres años, se alían con el régimen de Bashar al Assad cuyo objetivo es recuperar la integridad de su territorio.

La ofensiva turca que se inició el 9 de octubre dejó cientos de muertos en la zona kurda del norte de Siria. [AFP]
La ofensiva turca que se inició el 9 de octubre dejó cientos de muertos en la zona kurda del norte de Siria. [AFP]
/ DELIL SOULEIMAN

Erdogan se disputa con la Unión Europea que censura la intervención bélica de Ankara; con la OTAN, a la que pertenece y con la que mantiene tensas relaciones; y se pelea también con Washington, que no esperaba que se aprovechara del vacío que dejaron para invadir Siria.

Turquía está ahora tan aislada como cuando decidió invadir Chipre en 1974. Los únicos que apoyan la operación en el norte de Siria son Pakistán, Kazajistán, Azerbaiyán, Venezuela y Hungría.

El martes pasado en Abu Dabi, donde se encontraba en una gira diplomática, calificaba de “inaceptable” que Turquía bombardeara Manbij. El presidente ruso obró el milagro de hacer retroceder las tropas kurdas para permitir que el Ejército pro gubernamental sirio ingresara a esa ciudad estratégica.

La jugada de Putin le permitirá a Al Assad recuperar en algunas semanas el territorio que no pudo reconquistar en ocho años de guerra. Y todo esto gracias a Turquía, que se convirtió en cómplice involuntario, y a la estrategia de Rusia, cuyo presidente se perfila como el único capaz de ordenar el caos reinante, reunificando el país alrededor del dictador de Damasco.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, junto a su homólogo ruso, Vladimir Putin. [AFP]
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, junto a su homólogo ruso, Vladimir Putin. [AFP]
/ OZAN KOSE

Para Putin es el escenario ideal. Desde hace algunos años trataba de convencer a los kurdos de negociar con el régimen sirio a cambio de ciertas garantías. Abandonados por Washington y acorralados entre el Ejército Turco y las tropas auxiliares sirias, el PYD –brazo político del Estado kurdo en formación– negoció, ante militares rusos, el regreso de los pro Damasco en la base aérea rusa de Hmeimim, ubicada en el litoral sirio.

Tres años después de la derrota de Alepo, gracias a los incesantes bombardeos rusos, Putin se sitúa una vez más como el gran mediador. La visita del vicepresidente estadounidense Mike Pence a Erdogan, para lograr un acuerdo de cese el fuego de cinco días, debe haber hecho sonreír al otrora espía de la KGB, que ha aprovechado el carácter errático e impulsivo de Trump y Erdogan para sentar sus reales en la región.

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