Juan Pascual Pringles, coronel argentino héroe de la independencia sudamericana.
Juan Pascual Pringles, coronel argentino héroe de la independencia sudamericana.
Archivo El Comercio

Juan Pascual Pringles fue un militar argentino de los tiempos del libertador José de San Martín. Había nacido en San Luis, una provincia serrana entre Córdoba y Mendoza... [La siguiente crónica fue publicada el 1 de diciembre de 2001 por el periodista Toño Angulo Daneri]

Esta historia son tres historias y la primera ocurrió hace apenas unos días. Dos periodistas argentinos, el redactor Eduardo Gomina y el fotógrafo Víctor Vargas, ambos de "El Diario de la República" de la provincia de San Luis, habían llegado a Lima una semana atrás con el encargo de cubrir -según dijeron- un hecho muy importante. Y no: no se trataba de la asistencia del presidente argentino De la Rúa a la cumbre iberoamericana, ni de la visita de los reyes de España, ni mucho menos de los increíbles goles con olor a formol del pelado Dertycia en el torneo Clausura. Los periodistas habían venido, más bien, a registrar las celebraciones del coronel Juan Pascual Pringles, un héroe de la Independencia de apellido crocante y reminiscencias de bocadillo, que por aquí es tan famoso como un africano cantante de boleros. Es decir, nadie lo conoce. Pero aquí estaban ellos, rumbo a la caleta norteña de Chancay, emocionados con la importancia de su tarea. Es el turno, entonces, de contar la segunda historia.

Juan Pascual Pringles fue un militar argentino de los tiempos del libertador José de San Martín. Había nacido en San Luis, una provincia serrana entre Córdoba y Mendoza, en mayo de 1795. Por sus dotes de estratega y su valentía veinteañera, San Martín lo eligió como uno de sus lugartenientes en la expedición libertadora que iba a partir hacia el Perú. Era 1820, un año antes de la independencia peruana, y Pringles acababa de cumplir los 25 años. Peleó en las batallas de Chacabuco, Maipú y Cancha Rayada, y con ello los patriotas pudieron atravesar los Andes. La historia y las leyendas cuentan que, el 27 de noviembre de 1820, Pringles estaba en la costa limeña de Chanchay al mando de una tropa de no más de veinte hombres. Allí se encontró con todo un ejército de realistas y, en vez de negociar su derrota, se lanzó en plan comando talibán para causar el mayor daño posible. Daño hizo, pero sus hombres murieron, y a Pringles no se le ocurrió mejor idea que levantar su bandera y lanzarse hacia el mar trepado en su caballo (la originalidad de lo que años más tarde haría Alfonso Ugarte no estuvo, entonces, en el acto, sino en la altura).

Los españoles, sin embargo, no lo dejaron suicidarse. Lo capturaron pero, a la vez, le dieron una condecoración por su valentía. Extraño gesto: demostración de que eran otros tiempos, en los que la caballerosidad todavía se apreciaba como un gesto de honor y dignidad (hoy lo que prevalece es ese confuso concepto de resignación expresado en la frase: "Caballero, nomás"). Cuando San Martín se enteró de la poca suerte que había corrido su lugarteniente, negoció con los realistas un canje por otro prisionero y lo restituyó a su regimiento, aunque Pringles no se salvó de dormir por un tiempo en una celda: era el castigo de su general por tan inútil osadía. Pero después a San Martín se le prendió el foco y se le iluminó la sonrisa: Si tanto daño había causado Pringles con tan sólo 20 hombres, ¿qué no podría hacer con tres mil? "Andá, che -dicen que le dijo San Martín a Pringles-: Decile a esos españoles que yo te he dado tres mil hombres, tres mil". Pringles fue y siguió peleando y luego fue ascendido por Bolívar a teniente coronel y hasta terminó siendo uno de los triunfadores de las batallas de Junín y Ayacucho. Luego le tocaría morir en la guerra civil que devino en la Argentina. Fin de la segunda historia.

Pero falta una más, más bien un epílogo. El colegio principal de Chancay lleva el nombre de Juan Pascual Pringles y hace unos días, el martes 27, se realizó allí una representación teatral del acto heroico del coronel argentino. Fue una celebración bañada por el mar, en la que todas las autoridades de la zona y hasta el jefe del gabinete argentino de San Luis -que había llegado exclusivamente para el homenaje- realizaron un breve viaje al pasado, con caballos, banderas, antiguos trajes de guerra y todo. Porque allí, en Chancay, Pringles es un héroe. Jamás una enlatada papa frita.

Fuente: Archivo de El Comercio

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