El denominado acoso callejero ha sido puesto nuevamente en el tapete. La violencia contra la mujer se manifiesta en la política, en los colegios, en la familia, contra su libertad sexual, en los centros de trabajo y en las calles.
La calle es un espacio público donde también se manifiestan relaciones de poder: no es igual –aunque aparentemente lo parezca– para hombres como para mujeres. Una reciente encuesta comprueba este dato. El 68,4% de mujeres da cuenta de que se sienten menos seguras en las calles. Y el porcentaje se incrementa notoriamente a 88,1% si se da esa percepción en horarios nocturnos, es decir, las mujeres se sienten más inseguras; a diferencia de los varones. Esta encuesta de la U. Católica también indica que siete de cada diez mujeres de 18 a 29 años han sido objeto de actos de acoso sexual o actos contra el pudor en la vía pública en el 2013; y cuando se trata de Lima Metropolitana, el porcentaje se incrementa a nueve de cada diez mujeres.
Pro Transporte, que administra el Metropolitano, medio masivo de transporte urbano, ha sugerido establecer espacios separados para mujeres y varones en sus buses; y también evalúa buses exclusivos para cada género. La intencionalidad de encarar el problema es positiva. Pero considero que es una medida que debe repensarse por múltiples razones. Se trata de una decisión discriminatoria. Se retrocede en lugar de avanzar. Renunciamos a la civilidad y la igualdad de derechos. Este tipo de violencia debe ser afrontada con enfoques de igualdad de género.
La estrategia que plantea el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) tiene un enfoque multisectorial, con la participación del sector público y privado.
Se promoverá la incorporación en el Código Penal de la penalización de estos actos reprochables en espacios públicos, como un delito que afecta la libertad sexual. Hay que impulsar otros aspectos:
1) Mejorar los protocolos de la PNP de atención a la ciudadanía frente a este tipo de denuncias.
2) Impulsar la intervención decidida de los gobiernos locales, para contrarrestar estos hechos. Miraflores, Surco, San Borja y Villa María del Triunfo han dispuesto ordenanzas para aplacar estos ataques.
3) Trabajar en los colegios: con los educadores, alumnos y padres de familia para el cambio de actitudes; cambio de cultura a favor del respeto a la mujer y la defensa de valores. Y para ello, desde mi sector, pondremos a nuestros operadores profesionales para la capacitación y apoyo a los centros educativos.
4) Trabajar con los medios de comunicación para que apoyen ese respeto a la mujer y difundan buenos valores; con las empresas de transporte público, para que no sean indiferentes y se sumen a estas campañas de sensibilización social.
5) Apoyar a las mujeres que denuncian el acoso callejero y no lo oculten por miedo, vergüenza u otros motivos, porque vulneran nuestra dignidad, integridad y libertad.
6) Trabajar frente a la indiferencia del público, del policía y del entorno, porque estos casos nos deben indignar a todos por igual, a varones y mujeres. Una respuesta desde el Estado con apoyo del sector privado dentro de políticas públicas inmersas en la ley de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.